Agricultura

Conciencia sostenible desde la viña a los depósitos con tecnología digital

Elvira Zaldívar (Laboratorios Excell) y Natalia Olarte (Bodegas Riojanas)

La responsabilidad medioambiental en el sector vitivinícola está ganando terreno como si de una onda expansiva se tratara. Una vez más, Bodegas Riojanas y Laboratorios Excell Ibérica han estrechado lazos para nutrir y potenciar el ecosistema que surge en torno al ciclo de vida del vino y con la tecnología por bandera.

Ambas firmas impulsan el proyecto ‘Implantación de nuevas estrategias de ecodiseño y limpiabilidad para la reducción del consumo de agua y energía en el proceso de elaboración del vino en base a los índices de sostenibilidad de viñedo’ (SOSTEVIN), que se ha presentado a las ayudas que lanza la Consejería de Agricultura, Ganadería, Mundo Rural, Territorio y Población para aquellos equipos de innovación que plantean acciones conjuntas con vistas a la mitigación o adaptación al cambio climático.

Una alianza de estas dos empresas de la industria agroalimentaria que apuestan por la I+D y que viene de atrás, ya que son varios los proyectos de investigación en los que han trabajado previamente. “Nos complementamos perfectamente porque nosotros hacemos vino y ellos gestionan todo el tema de calidad, innovación en laboratorio, mediciones… Esta vez necesitábamos otra pyme innovadora para poder tratar el tema del ecodiseño y Excell era la adecuada. Trabajar juntas nos permite obtener un ‘feedback’ sobre cuáles son las preocupaciones que existen en el sector del vino y cómo se pueden mejorar en materia eficiencia energética y sostenibilidad en viñedo”, señala la directora de Innovación de Bodegas Riojanas, Natalia Olarte.

Elvira Zaldívar (Laboratorios Excell) y Natalia Olarte (Bodegas Riojanas), en el laboratorio.

Este Equipo de Innovación pretende implantar el ecodiseño a través del análisis de los puntos críticos donde existe mayor gasto de agua y energía a lo largo del ciclo productivo del vino. Se realizarán también estudios de medición ambiental, así como un proceso de digitalización de la energía. “Todo ello con el objetivo de hacer nuestros procesos más eficientes y garantizar la calidad microbiológica que deben tener nuestros vinos, incorporando nuevas tecnologías más limpias y sostenibles que consuman menos energía al mismo tiempo que establecemos una monitorización de los procesos para abordar dónde están los picos de consumo y cómo reducirlos”, apunta.

En concreto, se pretende crear un protocolo de limpieza y desinfección en la bodega que permita ahorrar agua y energía en los procesos. Se incorporarán nuevas tecnologías para facilitar el proceso de Limpieza y Desinfección en los PCC (puntos críticos de control) aprovechando la incorporación de la energía generada por las placas solares e introduciendo nuevas tecnologías de trabajo para disminuir la variable vapor frente a otras tecnologías más eficientes desde el punto de vista energético y la incorporación de soluciones digitales de monitoreo de consumos.

De esta forma no solo se reduce el consumo de agua y energía a través de la mejora de la calidad de los procesos de elaboración del vino, sino que también se reduce el uso de un componente alérgeno como es el sulfuroso al disminuir la población microbiana negativa. Olarte explica que el proyecto SOSTEVIN también incluye la implementación de tecnología digital IOT gracias a la colaboración con Bosonit para desarrollar un nuevo software que permita la gestión inteligente y remota de consumos para conseguir una elaboración más sostenible. “En unas palabras, digitalizar la energía”.

Natalia Olarte, directora de Innovación de Bodegas Riojanas.

Unos objetivos que a su vez se alinean con los de la Asociación Europea para la Innovación (AEI) en materia de productividad y sostenibilidad agrícolas y con los recogidos en el Programa de Desarrollo Rural de La Rioja. Ambas empresas abordan así un proyecto pionero en la comunidad desde un nuevo enfoque tecnológico que se aplique tanto en campo como en el laboratorio.

“Con SOSTEVIN queremos potenciar el relevo generacional en los pequeños municipios que nutren a Bodegas Riojanas velando por el cuidado de la tierra. Impulsamos técnicas de viticultura sostenible y regenerativa trabajando de manera individualizada con cada proveedor y a través de herramientas que favorezcan la biodiversidad y el uso eficiente de fitosanitarios a la vez que se preservan los ecosistemas agrarios de Cenicero”, indica la directora.

Bodegas Riojanas, que cuenta con 1.700 parcelas enmarcadas por unidades de paraje, tiene claro que quiere reconocer ese trabajo que desde el viñedo se realiza en materia de sostenibilidad. Por eso, va a implantar un nuevo criterio en el pago de la uva a sus proveedores en función de los parámetros medioambientales por parcela que sean medibles en el campo. “Hasta ahora hacemos una distinción cualitativa parcela a parcela, diferenciando los viñedos viejos y la trayectoria del viticultor, pero ahora Excell nos va a ayudar a medir si hay o no residuos químicos en el suelo gracias a una herramienta tecnológica fácil de aplicar que se dará a conocer próximamente”, señala Olarte.

Se analizará, por tanto, si el viticultor cuida el entorno, si practica una viticultura regenerativa, si conserva el suelo, si trata la escorrentía… Y todas estas prácticas diferenciales también se verán retribuidas en el pago de la uva. “Se pretende cuantificar el grado de responsabilidad y sostenibilidad ambiental de los agricultores en el ciclo de vida del vino, así que este es el reconocimiento a un trabajo bien hecho. Además, de esta forma la uva entra muy categorizada en la bodega en base a los vinos que se van a elaborar posteriormente”.

La responsable de Innovación de Bodegas Riojanas destaca la “relación de confianza a largo plazo” que existe entre la bodega y sus proveedores de uva: “Queremos que los viñedos buenos, los que consideramos buenos para nuestros vinos de alta gama, se sigan conservando, y por eso queremos hacer rentables estas explotaciones. Aquellas personas que conservan sus viñas bajo parámetros sostenibles asumen costes de producción mayores y cuando se detallan los listados de dichos costes nunca se incluye lo que le cuesta a un viticultor ser sostenible”.

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