El Rioja

Los brotes más jóvenes de las raíces centenarias

Clara Espinosa en el viñedo ecológico de la bodega | Foto: Leire Díez

Hasta el país galo llegó desde El Villar de Arnedo el apellido Espinosa allá por 1878, y sus vinos con él, para regresar de vuelta a casa con una medalla de oro al cuello durante la Exposición Universal de París. Pedro María Espinosa ya elaboraba por aquel entonces los primeros vinos de aquellas uvas con origen riojano, una tradición que fue pasando de hijos a nietos pero sin ningún fin comercial. Un producto meramente para autoconsumo que se unía al trabajo en los olivares, almendros y también el cereal, todo en minifundios.

Acabada la Guerra Civil, las penurias se prolongaron durante varios años más y la economía que reinaba en aquella época era únicamente de autosuficiencia. Pero la mente visionaria llegó de la mano de Felipe Espinosa Rojo, descendiente de Pedro, que comenzó a ampliar la explotación familiar poco a poco, finca a finca, abarcando las parcelas colindantes para desarrollar un proyecto que pasaría de ser algo profesional a adquirir unos tintes personales.

Nacía así, hace 40 años, Bodegas Señorío de Librares, un nombre que refleja el recorrido que llevan los vinos de la familia desde que los racimos comienzan a cortarse hasta que se convierten en un manjar embotellado. Los orígenes provienen de Libra, coincidiendo con el mes en el que se recoge la uva, y Ares, de Aries, ya que en marzo es cuando salieron al mercado los primeros vinos de esta firma.

Ahora, Felipe Espinosa (hijo) y sus hermanos mantienen el legado puesto en pie por su padre pero sobre el que ya los antepasados comenzaron a dar los primeros pasos en la tradición de vinateros. Fue hace 17 años cuando se lanzaron al embotellado, sin perder de vista la filosofía de apuesta por el terruño y la calidad, pero sin perder de vista las nuevas tendencias porque la cuarta generación de la familia ya ha cogido el timón de Señorío de Librares.

Felipe y Clara Espinosa en el viñedo ecológico de la bodega | Foto: Leire Díez.

Al frente, Clara, hija de Felipe y encargada de la administración de la bodega, quien quiere darle mimo a las viñas y los vinos bajo una nueva personalidad de imagen, “una propia de nuestra época en la que se apueste por la innovación”. Tras acabar la carrera de Administración y Dirección de Empresas, nunca dudó dónde se asentaba su futuro. “Es cierto que siempre he visto esto en casa, vendimia tras vendimia, pero realmente me atrae el mundo del vino porque creo que engancha mucho. Vas probando, ya no solo en bodega sino fuera también, conociendo otras empresas y otros vinos, otras prácticas culturales en campo… Y acabas enganchándote”.

Fruto de ese interés por rejuvenecer la empresa familiar nació la pasada primavera el primer vino orgánico de Señorío de Librares. “Me siento especialmente orgullosa de esta creación y a la vista está con los buenos resultados que está dando en el mercado, a mi parecer, por esos toques frutales y florales que gustan tanto. Lo sacamos a modo de prueba pero estoy segura de que no será el último”, indica, aunque esperaban tener mejor recepción entre el público internacional, pero la ausencia de ferias y exposiciones no ha jugado a su favor.

Desde el paraje Campo Viejo, entre El Villar de Arnedo y Calahorra, Felipe y Clara caminan entre cepas de tempranillo en ecológico que ya llevan varios días vendimiadas. Ocho hectáreas (de las 50 en propiedad) de la única viña que tienen plantada bajo las condiciones del Consejo de Producción Agraria Ecológica de La Rioja (CPAER), junto a cuatro de olivos ecológicos y rodeada de fincas de cereal de su propiedad para evitar la contaminación de las viñas en convencional linderas.

“La idea es caminar hacia este tipo de agricultura ampliando la superficie progresivamente para que el viñedo ecológico sea mayoría, y también los olivares. Al final trabajar este tipo de cultivo no es otra cosa que una filosofía de vida que mira por el medio ambiente donde se favorece la creación de un ecosistema propio y la regeneración de la tierra a largo plazo”, explica clara confiada de los pasos que está dando y los que le quedan por dar. “Cuando los olivos pasen también el periodo de reconversión sacaremos un aceite ecológico”.

Clara Espinosa en el viñedo ecológico de la bodega | Foto: Leire Díez.

 

Es la chica que, a sus 25 años, se sumerge entre vinos y aceites, porque además de preservar los cimientos y la evolución en Señorío de Librares, también ostenta la máxima responsabilidad dentro de la Denominación de Origen Protegida Aceite de La Rioja. Aunque todavía no sabe cuál de los dos líquidos tiene más densidad y queda uno por encima del otro. A la pregunta de cuál prefiere, Clara suelta una carcajada: “¡Pues no sabría decirte! Es que son mundos muy diferentes. Se complementan muy bien, eso sí, pero son distintos y hay que tener en cuenta que hay mucha más cultura hacia el mundo del vino que del aceite. Así que toca trabajar más en este ámbito”.

De esta zona de La Rioja Baja donde viñas se intercalan con cultivos de secano también salió José Ortigüela, natural de la localidad riojabajeña y fallecido en enero del año pasado. Este fue uno de los fundadores de la antigua Savin y también armó Bodegas Campo Viejo. “Es concretamente de este paraje de donde sacó la idea del nombre”, apunta como anécdota Felipe señalando a la tierra. Aunque no es el único descendiente de El Villar de Arnedo. “Marcos Eguizábal también nació aquí, el bodeguero que adquirió Franco Españolas”. Las vueltas que da la vida.

Y de regreso a una tarde de septiembre de 2021 por el paraje Campo Viejo, Clara recuerda cómo esta vendimia también ha dado mucho vueltas. “Las semanas previas a comenzar la campaña venían muy tranquilas, con un año propicio para el desarrollo óptimo de la vid durante todo el ciclo vegetativo, a excepción de los episodios de sequía que han protagonizado el verano. Pero ya estas últimas semanas, con las abundantes lluvias caídas, hemos visto los primeros escenarios de botrytis en el viñedo”.

Así que toca hacer una “vendimia ágil y selectiva, manteniendo un seguimiento exhaustivo para seguir obteniendo mostos de muy buena calidad como se está apreciando hasta ahora con las primeras uvas que llegan a los depósitos”, añade su padre. Se ha colocado ya en el ecuador de las vendimias y las máquinas avanzan a pleno rendimiento para, un año más, sacar al mercado esas 100.000 botellas que nacen en Libra y se despiden en Aries.

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