La Rioja

Chelo Álvarez-Stehle: “Abrí la caja de Pandora sobre abuso sexual en mi entorno”

Chelo Álvarez-Stehle: “Abrí la caja de Pandora sobre abuso sexual en mi familia”

Chelo Álvarez-Stehle nació en 1957 en Logroño, dejó su carrera de Medicina para viajar a Japón en 1991 con la beca Executive Training Programme de la CEE, donde trabajó como corresponsal para El Mundo. Cuatro años después se mudó a Los Ángeles colaborando con el periódico y trabajó con Canal+ España convirtiendo uno de sus reportajes sobre el tráfico infantil en el Himalaya en el documental ‘Niñas de hojalata’. Participará en el I Congreso de la Asociación de Matronas de La Rioja y XIX Congreso de la Federación de Asociaciones de Matronas de España en Logroño los días 7, 8 y 9 de octubre y, además, el 26 de noviembre proyectará su documental dentro de la programación de Mujeres de Cine en Logroño a través de la Concejalía de Igualdad.

– ¿Cómo comenzó su trabajo como documentalista?

– Me he hecho a mi misma, siempre me han gustado los temas sociales y los de denuncia de los derechos de la mujer. En Los Ángeles realizaba reportajes sobre la trata y la explotación de las mujeres, me dieron la posibilidad de trasladar esas historias al mundo audiovisual y me volqué en ello realizando cursos sobre dirección y producción. Tuve la suerte de estar muy bien situada. Los Ángeles es la meca del cine y hay una comunidad de documentalistas magnífica. Viajé a Cuba para realizar un curso con la documentalista Belkis Vega y, tras eso, me llamaron de Canal+ porque querían convertir mi reportaje sobre la trata en el Himalaya en el documental “Niñas de Hojalata” y me invitaron a trabajar en él. Lo que más me gusta es que dentro de la gran oscuridad que existe en las experiencias de tortura y de explotación sexual de las mujeres se ve la luz de esas personas, eso me inspira. Han sabido conservar y recuperar su dignidad, están luchando para que nadie sufra lo mismo, con una fuerza que nace de su propio dolor.

– Actualmente vive en Barcelona, pero estuvo muchos años en Los Ángeles, ¿cómo fue salir de Logroño?

– Nunca me ha costado desapegarme de la familia porque a los nueve años estuve en un internado en el sur de Francia y esa experiencia me marcó. Me acostumbré a ser independiente y a estar fuera de todo lo que conocía. Salir al extranjero me ha ayudado a desarrollar una gran creatividad y he tenido muchas oportunidades. Di el salto para ir Japón, el cambiar de cultura me abrió los ojos, vi que el ser humano se adapta a cualquier circunstancia y saca lo mejor de uno mismo. Siempre le digo a la gente joven que salgan de donde están, porque cuando vuelves tienes mucho bagaje y mucho que aportar a tu comunidad. Estoy muy agradecida de haber tenido estas oportunidades y de haberme enfrentado a ellas, si me hubiera quedado nunca hubiera descubierto cosas dentro de mí. No tengo planeado volver a Logroño, aunque me encanta ir de vez en cuando, quiero mucho a Logroño y a La Rioja, pero cuando sales tanto te acostumbras a otro tipo de vida y mentalidad. Ahora estoy a gusto y tranquila, he reconectado con muchas amigas de hace años y me siento muy bien.

– Cuéntenos un poco sobre ‘Arenas de Silencio’.

– En 2008 me llama la directora de un refugio para mujeres víctimas de violencia de género del sur de Los Ángeles, proponiéndome realizar un vídeo para recaudar fondos y no dejar a 150 personas en la calle. Muchas mujeres se arrepintieron de contar su historia en público y decidí frenar el proyecto porque me gusta practicar un periodismo y un documentalismo humanista. La directora me puso en contacto con Virginia Isaias, la protagonista, que me explicó su historia y sentí que debía contarla. Empezó como un vídeo de ocho minutos con el que conseguimos recaudar los fondos suficientes para salvar el refugio y acabó siendo mi primer largometraje. No quise dejarlo en manos de un distribuidor desconocido, porque hacen con tu obra menos de lo que a ti te gustaría. Me quise asegurar de que llegaba al público y organicé las proyecciones en los diferentes países. Me siguen llamando para presentarlo después de tanto y se puede ver en la plataforma ‘Filmin’ y en ‘Mujeres de cine’.

– ¿Cuál es la historia de Virginia?

– Su historia es muy desgarradora e impresionante. Ella es mejicana, escapó de Los Ángeles y de su marido porque sufría violencia doméstica y volvió a Méjico. Sufrió una violación, pero aún así decidió tener a su hija. Cuando la niña tenía seis meses, las secuestran mientras Virginia la amamanta en un mercado. Son trasladadas al sur de Méjico y las meten en un lugar con otras mujeres en su misma situación. Fue sometida a múltiples torturas y forzada a prostituirse, pero escapó a los tres meses. Me centré en ella porque es una mujer con carisma y muy interesante. El documental sigue su transformación de víctima a la gran activista que es hoy en día a través de su Fundación para Sobrevivientes de Trafico Humano. Desde el principio su historia tuvo mucho impacto entre los espectadores y en cada evento había gente que rompía su silencio y contaba su historia.

Chelo Álvarez-Stehle con Virginia Isaias, la protagonista de ‘Arenas de Silencio’.

– ¿A qué se refiere con que tuvo mucho impacto?

– Dentro de nuestra web tenemos una sección donde contamos algunas de las historias que nos llegan. Reconozco que para mí también tuvo mucho impacto. Cuando conocí a Virginia me impliqué totalmente, pero me di cuenta de que llevaba algo dentro que no quería admitir. Empecé un proceso de introspección creando un viaje paralelo en la película donde meto la cámara en mi vida, vuelvo a mi casa de Logroño y abrí la caja de Pandora sobre abuso sexual en mi entorno. El proyecto iba dirigido a mujeres, pero me encontré con un público inesperado: los autores de agresiones sexuales. Me sorprendió la empatía que mostraban dentro de las cárceles y me han escrito diciéndome que les ha llegado el mensaje. Descubrí un nuevo paradigma, porque tendemos a poner a los agresores en jaulas, pero realmente son seres humanos con un gran problema y si no trabajan en repararlo saldrán a la calle y cometerán el mismo delito. Si no los tratamos como personas, nunca saldrán de ese ciclo. Por eso, empecé a documentar sus historias, pero la pandemia ha interrumpido el proyecto que espero reanudar lo antes posible.

– Por último, aparte de lo de la cárcel, ¿con qué otros proyectos está?

– Tengo varios proyectos pendientes, uno sobre Montse Waltkins (www.montsewatkins.com/documental), una periodista catalana que se fue a Japón e hizo un trabajo periodístico impresionante y es una gran defensora de los marginados. Luego, tengo en producción otro del que no puedo hablar mucho pero va sobre África y la persecución estatal enfocada en la violencia contra las mujeres. Es un proyecto muy bonito porque es un tema muy duro y delicado del que no puedo hablar porque hay muchas personas en riesgo.

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