UD Logroñés

Morir en la orilla: el sueño más deseado en veinte años era una pesadilla

Diez meses después, el fútbol riojano ha despertado abruptamente del sueño del fútbol profesional que, por su desenlace, era en realidad una pesadilla. Porque a efectos prácticos y como consecuencia de la pandemia, La Rioja ha formado parte del circuito de LaLiga, pero los aficionados del Logroñés han vivido apenas una ensoñación de lo que eso representa.

Sin público en los estadios ni aficiones foráneas enriqueciendo la economía local, para el aficionado blanquirrojo el reencuentro con el fútbol de élite tras veinte años de sequía (toda una generación perdida) ha quedado relegado a ver a su equipo en la televisión de pago. Poco más. El Logroñés se ha codeado con algunos de los ‘miura’ del fútbol español pero sus aficionados no lo han vivido en primera persona, con el elevado saldo que eso representa para un club en constante crecimiento.

La casta y el orgullo de una de las plantillas más baratas del campeonato (bien se mire a través del montante de nóminas, bien a través del límite salarial) no ha podido doblegar a la lógica y, tras 42 jornadas braceando con todas sus fuerzas, el sueño de la permanencia ha muerto en la orilla este triste 30 de mayo.

Habrá que esperar (ojalá no sean necesarios otros veinte años) para que la marea blanquirroja visite algunos de los estadios más ilustres de nuestro país y para que las aficiones de los ‘transaltánticos’ del fútbol nacional llenen las calles de Logroño cada quince días.

El valor de la regularidad

Sin ninguna de las estrellas de LaLiga en un vestuario que arrancó con 17 jugadores ascendidos de Segunda B, el conjunto blanquirrojo se ha guiado por la máxima de que caer está permitido, pero levantarse es obligatorio.

En una competición en la que se prima la regularidad, ningún equipo puede presumir de haber experimentado rachas tan contrapuestas como las del Logroñés. Nadie (ni siquiera los ascendidos Espanyol y Mallorca) han podido emular los seis friunfos consecutivos que logró el Logroñés en un mes de noviembre mágico que catapultó al equipo hasta la séptima posición de la tabla y le guardó media salvación en el bolsillo. Pero faltaba lo más difícil, lograr la otra mitad.

Oviedo Alcorcón, Cartagena, Sabadell, Tenerife y Albacete pasaron uno a uno por la penitencia de la derrota contra un equipo que encontró en la emboscada un estilo de vida perfeccionado por Leo Ruiz, mejor jugador de LaLiga Smartbank durante ese mes perfecto para los blanquirrojos.

En cambio, la máxima de que cuanto más alto es un ascenso más dura se hace la caída se cumplió a rajatabla para los riojanos. Si fueron capaces de sumar 18 puntos en 28 días, a partir de entonces necesitaron seis meses para igualar dicha renta.

Especialamente negro fue el mes de diciembre, donde el Logroñés sufrió cinco derrotas y, para colmo, se vio apeado de la Copa del Rey a las primeras de cambio en Amorebieta. Al desaparecer la solidez defensiva y apagarse las luces en ataque, el equipo vio cómo su colchón menguaba paulatinamente y se hacía necesaria la incorporación de refuerzos para salvar los muebles.

Así, llegaron dos jugadores como Dani Pacheco y Nano Mesa, futbolistas que elevaban el nivel del equipo pero que no evitaban (el primero, por sus problemas físicos; el segundo, por sus problemas de finalización) el sufrimiento en un final de temporada cada vez más reñido por la salvación.

Un final dramático

Pudo comprar el Logroñés billete y medio por la permanencia a seis jornadas para el final del calendario. Con cuatro puntos de renta sobre el descenso (decimosexta posición), se medía en dos semanas a Cartagena y Castellón, en una apuesta a doble o nada por la salvación que no salió según lo esperado. De sentenciar a ambos rivales, el Logroñés sumó solo un punto (contra el Castellón) que dio vida a sus contendientes y dejó tocado su ánimo.

Las cosas se complicarían al caer al descenso seis meses después (abandonó la zona roja en noviembre) tras caer contra el Girona en Las Gaunas (1-4) y mostrar claros signos de ansiedad y agotamiento. En cambio, Sergio Rodríguez supo reponer al grupo para, con un vital triunfo contra el Fuenlabrada (1-0), llegar a las últimas dos citas del año dependiendo de sí mismo para ganarse el derecho a seguir en Segunda.

Una oportunidad que el cuadro blanquirrojo no ha podido aprovechar, perdiendo en Almería (2-1) para llegar a una última jornada del campeonato obligado a ganar a Las Palmas y pendiente de otros resultados para obrar un milagro que, finalmente, no se ha producido al incumplir la primera premisa.

A partir de este momento se abre una nueva etapa en la historia del club, en la que regresa al fútbol ‘semiprofesional’ que también afronta un nuevo tiempo. La lógica dice que ahora el pozo de Segunda B (rebautizado como ‘Primera RFEF’) tiene ‘solo’ cuarenta metros que deberá remontar el Logroñés para volver al selecto club de LaLiga y que sus aficionados, esta vez sí, puedan disfrutar con todas las consecuencias de lo que eso representa.

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