Hace justo un año, el 27 de marzo de 2020, el coronavirus asestó quizás el golpe más duro en la conciencia social de La Rioja. Hasta entonces, el COVID se había cobrado en torno a medio centenar de vidas, pero la noticia de la muerte de Jesús Gayoso recorrió como un escalofrío los informativos del país. El miedo se convirtió en terror y todos nos sentimos vulnerables ante un virus que había irrumpido en nuestras vidas apenas tres semanas antes.
La preocupación estaba más que justificada. La creencia generalizada hasta esta fecha era que el coronavirus entrañaba una amenaza letal para personas mayores y con patologías previas, pero el teniente coronel de la Guardia Civil no encajaba en absoluto en ese perfil. «Era un hombre joven (murió con 48 años), sano, que tenía una capacidad en el deporte que no alcanzaban otras personas», recuerda Carlos Romero, amigo y compañero en el Grupo de Acción Rápida (GAR), cuerpo de élite del instituto armado, en el que obtuvo su primer destino y que lideró con ejemplaridad hasta su muerte.
La lucha contra el COVID fue la última misión de un teniente coronel condecorado en una treintena de ocasiones por su papel protagonista contra el terrorismo: primero el de ETA y luego el yihadista. De hecho, Gayoso estuvo al frente del espectacular operativo que el GAR desplegó en Haro 21 días antes. Por entonces, aunque él aún no lo sabía, el COVID ya le había asestado su herida mortal: contrajo la infección en una visita a Bruselas.
En su ausencia, nada ha vuelto a ser como antes en el ánimo de un GAR que se resiste a hablar de Jesús Gayoso en pasado. «Se ha marchado su cuerpo, pero él sigue entre nosotros», explica Carlos Romero. Lleva razón por partida doble. Parte de sus cenizas reposan en el monumento a los caídos del cuartel de Logroño, pero más allá de eso dejó «un vacío que también nos llena porque nos sigue dando fuerzas para continuar el camino que nos marcó».
La viuda del teniente coronel tampoco conjuga en pasado al recordar a su marido: «La sensación de permanencia de Jesús sigue y seguirá». «Es muy querido por su promoción y así me lo demostraron esta semana, en un acto muy perseguido durante un año en el que no habíamos podido desarrollarlo por las circunstancias de la pandemia», explica, aludiendo al homenaje que la Guardia Civil -con la presencia de su directora general, María Gámez- brindó a Gayoso el pasado jueves en el acuartelamiento del GAR, en Logroño.
Lourdes Estívariz considera que la pérdida de su esposo y padre de sus dos hijos supuso hace un año «una convulsión» en nuestra relación con la pandemia. «Cuando Jesús se marchó por este maldito virus la gente empezó a concienciarse de que era gravísimo; y no solo en La Rioja, sino también en toda España. Porque en los ámbitos de la institución y las fuerzas policiales se preguntaban cómo se nos ha ido uno de los grandes, que batalló por lograr la unión entre todos los cuerpos policiales», subraya.
De hecho, los seres queridos del jefe del GAR coinciden en que su muerte llevaba implícita un mensaje. «Nos enseñó que hay que seguir luchando con todo contra este virus», afirma Estívariz, mientras que Romero asegura que «Jesús sería hoy el primero en animarnos a luchar entre todos para que esto se termine».
Porque los sacrificios por el bien común eran algo innegociable para un servidor que puso su vida al servicio de la lucha antiterrorista. «Era, ante todo, un hombre bueno. Podía discutir contigo, pero siempre terminaba diciéndote ‘anda, dame un abrazo’ y esas son las cosas que marcan a un líder; sabía adaptar su liderazgo innato a las circunstancias», recuerdan los hombres bajo su mando. Por su parte, su viuda destaca que «siempre le gustó estar en la sombra, trabajar mucho y dar ejemplo ante su gente. Siempre estaba el primero y era muy generoso como persona».
Un Honor y un reto
De todas las muestras de cariño que la sociedad riojana le ha mostrado a Jesús Gayoso en el último año, Lourdes Estívariz destaca la distinción de Riojano de Honor durante el acto institucional del Día de La Rioja: «Fue algo maravilloso y por lo que como logroñesa estaré siempre agradecida».
Pese a ser asturiano de nacimiento y con profundas raíces gallegas, la huella dejada en La Rioja por el teniente coronel es imborrable. Esta misma semana, la directora general de la Guardia Civil inauguraba un mural y descubría una placa en honor y memoria del fallecido jefe del GAR, en un rincón muy especial para la familia: el Polígono de Experiencias de Fuerzas Especiales (PEFE) del instituto armado.
«Fue su gran proyecto, para cuya creación luchó con uñas y dientes», recuerda Estívariz, que fija un reto en el horizonte: «Algún día conseguiré que el Polígono de Experiencias lleve por nombre ‘PEFE Jesús Gayoso'».
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