La Rioja

La ‘maldición’ de la calle Muro del Carmen: sólo tres comercios sobreviven

Sólo tres comercios sobreviven en esta céntrica calle

“Esta calle hace años estaba llena de gente. Día y noche había una vida increíble”, así describe Alberto, propietario de la floristería Rosa Blanca, la calle Muro del Carmen. Una de las vías que, junto con Muro de Cervantes y Muro de la Mata albergaba los locales y negocios más clásicos de Logroño.

De un tiempo a esta parte parece una calle ‘maldita’. Numerosas tiendas han ido cerrando sus puertas en los últimos años sin que nadie ocupe esos locales vacíos. El legendario Paracuellos, aquel espacio al que se accedía mediante un par de peldaños y recogía, por primera vez en La Rioja, la prensa extranjera y revistas especializadas difíciles de encontrar en otro lugar, cerró sus puertas.

Juguettos cogió sus maletas en febrero de 2018 para trasladarse de la calle Muro del Carmen a Calvo Sotelo después de sesenta años en el mismo lugar. Tras su marcha, el Partido Riojano ocupó su tradicional establecimiento durante unos meses como oficina de la formación política para afrontar la doble cita electoral de 2019. Después desmontaron el local y ahora permanece vacío.

Otro negocio emblemático, el antiguo Decofil (más de sesenta años de historia) y galerías El Carmen también han echado el cierre recientemente. De los comercios más antiguos de la calle solo sobrevive la pastelería Segura, que lleva a sus espaldas más de cincuenta años y de los que 44 ha estado detrás del mostrador Agustina, quien reconoce que “el público ha cambiado mucho”.

Las ventas ya no son lo que fueron. “Antes estábamos dos pastelerías como quien dice en Logroño, ahora cuatrocientas, y hasta en las gasolineras se venden ya bollos”, señala Agustina, poniendo el acento en que “el turismo antes se llevaba media tienda, mazapanes y productos riojanos, pero hoy en día lo que se llevan es la calle Laurel y la San Juan”.

Tanto Agustina como Alberto recalcan que el problema del acceso está siendo vital en esta pérdida de clientes y negocios. “En esta calle no puedes aparcar y mucho menos parar. En cuanto te descuidas, tienes a la policía encima y eso a la gente también le influye mucho”.

Las obras del instituto Sagasta también están haciendo de las suyas en la vida de esta calle. “El cerrar el instituto nos ha quitado mucho. Además de los estudiantes, trabajaban muchas personas y había un montón de movimiento. Todo eso, aunque parezca mentira, llama a la gente”.

La historia se repite en Logroño. La sombra de lo ocurrido en el Paseo de las 100 Tiendas tras el cierre del colegio Maristas se cierne sobre esta calle tan céntrica de la ciudad. “Este establecimiento lo tenía mi padre hace más de veinticinco años y a día de hoy aguanto con la punta de los dedos, más que nada porque estoy solo y no hay muchos gastos dentro de lo que cabe. Cualquier cosa puede pasar”, señala con pena Alberto.

Los propietarios de comercios de esta zona se quejan de las pocas ayudas que reciben de parte de las instituciones los negocios del Casco Antiguo. “Está muy claro. Aquí todo lo que se cierra se convierte en bar. Las tiendas que llevamos tanto tiempo en estas calles no contamos con ninguna facilidad. Es una pena. Dentro de poco no vamos a quedar ninguno aquí. Bares, bares y más bares”, advierte la propietaria de un comercio de Muro de Cervantes.

Destino incierto para los tres comercios que sobreviven a los devenires de Muro del Carmen. Ni ellos saben cuánto tiempo podrán permanecer abiertos, antes de que el mercado caiga aún más y un nuevo bar, o nada, ocupe su local.

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