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Gastronomía: Mucho más que cocinar y comer

Por Pedro Barrio.
Presidente de la Academia Riojana de Gastronomía.

El pasado lunes, en el Centro Cultural Ibercaja, Benjamín Lana – vicepresidente de Madrid Fusión, el congreso de alta cocina más importante del mundo – cerró el ciclo de conferencias organizado por la Academia Riojana de Gastronomía. Le antecedieron Rafael García Santos, el crítico gastronómico más determinante de los últimos veinticinco años, y Rafael Ansón, presidente de la Real Academia de Gastronomía.

Durante estos días, han analizado la sorprendente evolución que ha convertido la gastronomía, un mundo antes restringido a las élites del que solo podían disfrutar unos pocos privilegiados, en un fenómeno global que interesa a todos los estratos de la sociedad.

España ha sido determinante: es aquí donde se hizo la revolución. Se produjo un cambio que modificó para siempre el paradigma, los códigos establecidos que llegaban desde Francia. Esta cocina de la libertad liderada por Ferrán Adrià conquistó el mundo y transformó para siempre la experiencia gastronómica.

En este camino universalizador y socializador, la Gastronomía se ha ido acercando a otras disciplinas artísticas más allá de la mera elaboración de productos comestibles. Se ha convertido en una de las manifestaciones humanas más populares y características del siglo XXI; ha llegado a ser una fuerza transformadora que ha generado una potente industria cultural con importantes repercusiones económicas. El sector de la alimentación es uno de los que más peso tiene en el PIB nacional.

Y La Rioja no es ajena a este fenómeno. Estamos asistiendo a unos años esplendorosos; no dejan de surgir jóvenes valores que conviven con los ya consolidados que siguen en plena forma creativa. Lorenzo Cañas – y Marisa Sánchez – ya no están solos. Lucen soles y estrellas que iluminan nuestra región y atraen visitantes ávidos de conocer nuestra cocina y nuestros productos. Y, siguiendo su estela, toda la Comunidad se beneficia del impacto económico que este fenómeno produce.

Debemos estar a la altura de este momento fecundo. Desde los productores, los elaboradores, la industria agroalimentaria, los profesionales de la hostelería, del turismo y la sociedad en general hasta los responsables políticos. La búsqueda de la excelencia en todos los niveles, ser imaginativos y no escatimar esfuerzos e ilusión, puede hacer que capitalicemos y rentabilicemos un fenómeno global que tiene en nuestra tierra un destino abonado. Tenemos territorio, singularidad, autenticidad, calidad e historia. Debemos aprovechar este tren propicio. No defraudemos las expectativas. Todos debemos implicarnos porque el beneficio es colectivo.

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