Ahondar en lo que nos une y discriminar lo que nos diferencia. Es una de las leyes no escritas que encabezan el código de honor de cualquier fiesta que se precie de serlo. Y San Mateo no podía ser menos. La Plaza de San Bartolomé ha vuelto a acoger este domingo una de las iniciativas que mejor sabor le da a los festejos.
Dónde si no podría uno maridar un té marroquí con ‘denominación de origen’ con unas arepas cuya receta escapa a la más global de las franquicias.Una docena de puestos nos acercan los mejores bocados de Guinea Ecuatorial, Ecuador, Rumanía, Colombia, Bolivia, Perú, Chile, Nigeria, Argentina, Ghana, la comunidad eslava o Venezuela. Una vuelta al mundo sin moverse de Logroño, quién da más.
El San Mateo Intercultural ha vuelto a convertirse en una cumbre gastronómica internacional en la que los únicos desperdicios son los prejuicios racistas y xenófobos. Tópicos como “vienen a robarnos el trabajo”, “nos imponen sus creencias” o “acaparan todas las ayudas sociales” se desmontan con un buen puñado de viñetas de Tris pero, sobre todo, charlando con los responsables de cada expositor, convertidos en orgullosos embajadores de su país durante las fiestas.
Así, Logroño Intercultural aprovecha su presencia en la muestra para repartir octavillas con un acertado resumen de su ‘Estrategia Anti Rumores’, cuyo objetivo es “comprometerse conjuntamente en la construcción de una sociedad sin discriminación, tolerante y plural, que aproveche la ventaja de la diversidad como recurso propio de la ciudad”. La mejor digestión para un festín de lo más suculento que no entiende de pasaportes.
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