Una iglesia abarrotada y más de un centenar (sin exagerar la cifra) de coronas y ramos de flores han sido el preludio de una despedida a la altura de la gran anfitriona que ha perdido Ezcaray este fin de semana, pero que se ha marchado con el cariño de todo un pueblo, una región y una profesión.
Los gorros de cocineros sobresalían por encima de las cabezas de todos los presentes, de todas esas personas que este lunes se han dado cita a las faldas del monte San Lorenzo para despedir a Marisa Sánchez con el mismo cariño que ella profesó a su gente, su tierra y su cocina, la de todos.
Caras conocidas: Lorenzo Cañas, Elena Arzak y cocineros de la región, así como vecinos de la localidad serrana y de la zona, amigos de la familia, clientes… una vida entera cocinando para todo el mundo acaba con este reconocimiento, agradecido por su nieto Guillermo: “Gracias a los que hoy han venido a Ezcaray para permitir que Marisa fuera una vez más su anfitriona”.
Y un recuerdo especial para toda esa gente de Ezcaray y de La Rioja, a los que ella tanto quería. Marisa ya descansa en paz, ya cocina en otro lado y su lugar natal le ha dado la despedida que se merecía, banda municipal de música incluida. Los fogones y los riojanos siempre la tendrán en el recuerdo.
