La Rioja

Una visitante denuncia las barreras arquitectónicas en el Museo Würth La Rioja

“Impotencia, rabia y decepción. Eso sentí anoche en el Museo Würth La Rioja”, describe Rebeca, una persona con movilidad reducida que ha reflejado en una carta abierta su experiencia en la primera de las veladas del ciclo ‘De noche, el museo suena’. “Si vas en silla de ruedas, como es mi caso, el museo suena a impotencia”, indica.

En su escrito, esta persona describe su frustración al encontrarse un sinfín de barreras arquitectónicas en la instalación, inaugurada en 2007, y critica la escasa sensibilidad por parte de otros visitantes, que le ignoraban cuando les pedía que le dieran prioridad para usar el ascensor y acceder a la segunda planta.

“Desde luego, una experiencia para no repetir”, señala esta visitante, concluyendo que en la noche de este miércoles “triste y muy decepcionada”. Consultado sobre este asunto, el museo reconoce que hubo problemas logísticos con la colocación de algunas rampas, que habitualmente están en la instalación.

Además, a través de una red social se ha disculpado ante esta visitante, matizando alguna de sus quejas:

Rebeca realizó las siguientes fotografías para dar testimonio de las barreras que encontró a su paso durante la visita al museo.

[aesop_gallery id=”65789″ revealfx=”off” overlay_revealfx=”off”]

Este es el contenido completo de la misiva:

“IMPOTENCIA, RABIA Y DECEPCIÓN.

Eso sentí anoche en el Museo WÜRTH La Rioja, en su “De noche, el museo suena”. Si vas en silla de ruedas, como es mi caso, el museo suena a impotencia.

La noche prometía, poder conocer el Museo mezclando arte y música, el entorno mágico de la noche con las luces, el espectacular atardecer… Pero las cosas no salieron como yo esperaba.

Comenzaremos desde el principio. De Logroño centro al museo, situado en el Polígono El Sequero, hay unos 17 kilómetros, ponen autobús desde el Ayuntamiento de Logroño a diferentes horas para llegar al museo, en caso de que seas una PMR (persona con movilidad reducida) como es mi caso, se avisa antes, cosa que a mí siempre me gusta hacer y me parece muy correcto. Así hicimos, avisamos una semana antes para poder contar con un autobús adaptado, que tuviera su rampa etc.

Nos dieron la salida a las 21 horas. Perfecto. Llega nuestro autobús de la empresa Yanguas, con un chófer majísimo, atento y preocupado en todo momento porque yo fuera bien en el autobús con los anclajes correspondientes. Os diré que esto fue lo mejor de toda la noche, el autobús de ida y vuelta con el chófer y su actitud. Muchas gracias majo, no sé tu nombre, pero al chófer de barbita y camiseta de Italia, BRAVO.

Llegamos al museo. Empiezo a ver pasos de cebra con los bordillos SIN REBAJAR, me voy adentrando en la explanada exterior del museo donde estaban los jardines, las ‘food trucks’, terrazas, sigo viendo bordillos por toooooooodooos lados. Caminitos señalados para que vayan los peatones, con huellas de pisadas de zapatos, pero, de la acera a la carretera no había rebaje alguno. ¿En serio? Sí, en serio.

Para poder acceder donde estaban mis amigos, tuve que dar un rodeo impresionante, total, para no poder llegar donde estaban, por donde se podía pasar, medianamente bien, habían plantado un coche-bar cuyos barriles de cerveza, basura, ocupaban gran parte del sitio por donde se podía acceder, yo, CON SILLA DE RUEDAS.

Bueno, ni pude apenas cenar del disgusto e impotencia que sentí al ver aquello, en unas instalaciones que fueron inauguradas en el año 2007, ¡en el año 2007! Un edificio nuevo…

Vayamos a ver el museo. Claro que sí. Tenía mogollón de ganas. Accedemos por la parte donde hay una tienda y a la izquierda unos aseos, muy bien, la plaquita de la silla de ruedas estaba, ¿les aplaudo Museo WÜRTH?

Voy hacia el ascensor para dirigirme a la planta segunda, donde hay una espectacular terraza, y SORPRESA, el ascensor no paraba de “transportar” personitas que podían usar las escaleras sin ningún problema, personas que me veían esperar y les daba absolutamente igual, personas a las que les decía, educadamente, que podían ir por las escaleras y hacían como si con ellos no iría la cosa o me miraban por encima del hombro… ¿Civismo? ¿Educación? ¡CUÁNTAS BARRERAS MENTALES EN PLENO 2018! ¿Quién controlaba/supervisaba el uso del ascensor? NADIE.

Logro llegar a la segunda planta, me dispongo a salir a la terraza y… ¡SORPRESA! De las tres o cuatro salidas a la terraza que hay, todas ellas contaban con un señor escalón (más de 15 cm.) insalvable para mi silla de ruedas. Ahora viene lo bueno. Ignorantes nosotras, pensamos que quizá contaban con alguna rampa portátil, preguntamos a una de las chicas que estaba allí “controlando” y nos dijo que no sabía, que ahora le preguntaba a su supervisora.

La supervisora vino y nos contó el cuento chino de las 23:03 horas: “ay, lo siento mucho, los chicos de mantenimiento se han llevado las rampas esta misma mañana y no las tenemos aquí”. ¿En serio? Yo le dije que me parecía increíble, no daba crédito, ella me dijo: “uy, pues estamos muy CONCIENCIADOS CON ESTE TEMA” me dijo mientras me miraba, a lo que yo tuve que responder: YA ME LO ESTÁIS DEMOSTRANDO. Modo completamente irónico, por supuesto. Y me marché, decepcionada, triste y de muy mala uva, hacia el ascensor, para hacer cola, obviamente.

¿De qué me sirve que pongáis un autobús adaptado desde Logroño si vuestras instalaciones y museo no lo están? ¿Concienciados con el mundo de la discapacidad? No. Si realmente estuvierais un poquito concienciados esas rampas que supuestamente tenéis, anoche hubieran estado allí. Pasos de cebra con bordillos sin rebajar, en las instalaciones como en el parking… Tenéis varias plazas en el parking destinadas a PMR, tenéis un aseo supuestamente adaptado, el museo cuenta con ascensor… Eso NO es estar concienciado.

No me había sentido tan discriminada hacía muchísimos años. Y lo peor de todo, que ha ocurrido en mi tierra. En La Rioja. Tierra que amo por los cuatro costados, tierra que me ha dado la profesión que tengo, guía turístico oficial.
Triste y muy decepcionada. Desde luego, una experiencia para no repetir y para no recomendar”.

Subir