Deportes

Gol en Las Gaunas: ‘Diego forja la identidad’

“Déjate de trajes, que esto es fútbol”. Diego Martínez ha apostado durante toda la temporada por el chándal, el cual se le ha ido quedando grande conforme se acercaba la resolución del torneo. Ha perdido peso, ha ganado experiencia, y se ha llevado el disgusto deportivo de su vida. Por el camino, ha ayudado a forjar la identidad de un club con tan solo quince años de historia, mientras sigue reflexionando si su vida debe transitar a partir de ahora de banquillo en banquillo o su plaza pública como profesor le permite tener un desempeño profesional más estable.

“Ya veremos. Pero ahora mismo te diría que jamás me volviera a sentar en un banquillo”. Así cerró la rueda de prensa posterior a la derrota en Las Gaunas ante el Marbella con más de 14.000 espectadores en Las Gaunas. Sigue sin haber consuelo para un entrenador que se había imaginado un ascenso para los suyos, con los suyos y ante los suyos… A Diego Martínez le agita mucho el banquillo. “Somos máquinas de competir”, llegó a asegurar esta temporada al frente del equipo de su ciudad. No soporta perder. “Era insoportable jugar con él la pachanga de los amigos porque no entendía que para nosotros era tan solo una actividad para echar el rato”, explica un buen amigo del preparador riojano.

Sin embargo, ha perdido el partido más importante de lo que lleva como entrenador. Seguro, la derrota que más le ha dolido hasta el momento. “Es que entrenar al equipo de tu ciudad es diferente a todo”, indicaba en cuanto era preguntado sobre esta cuestión. Y el domingo de esa final vio las dos caras de este magnífico deporte: “Ha sido el mejor y el peor día de mi vida como entrenador”. Y la gestión de todas estas emociones para nada tiene que ser sencillo, tanto como para pensar seriamente si tiene o no las fuerzas necesarias para volver a intentarlo, cuando nada ni nadie garantiza el final que todos esperan.

Diego arenga a los aficionados blanquirrojos.

Le agita tanto el banquillo como le inquieta el mundo del fútbol y todo lo que le rodea. Para Diego Martínez, riojano, de Logroño, y de la UD Logroñés, Sergio Rodríguez siempre ha estado muy presente. “Seguro que lo está pasando fatal, tiene que ser horrible”, indicaba en 2021 Diego Martínez cuando el equipo perdía la Segunda División con Sergio Rodríguez al frente de ese equipo. Tan mal como lo está pasando él ahora mismo, aunque un no ascenso no es lo mismo que un descenso.

Pero no hace muchas semanas se mostró como precisamente vimos en su momento a Sergio Rodríguez. Diego Martínez se sintió encerrado en sí mismo, rodeado por el fútbol de su ciudad. Todo estaba enfocado en conseguir el ascenso. No había nada más, no existía nadie más. Detrás había mucha gente compartiendo un deseo primitivo que solo entiende el que lo siente. Y como Sergio, Diego dejó de salir. Ya no jugaba a pádel, ya no le apetecía pasear por su ciudad… como a Sergio en su momento. “Lo que consiguió Sergio fue algo increíble, difícil de repetir”, explicaba Diego Martínez cuando aquel equipo logró el ascenso a Segunda en una situación de pandemia que complicó aún más el trabajo en el día a día. Darle a la ciudad cuatro años más tarde la celebración que no tuvo entonces fue un aliciente difícilmente controlable en lo emocional.

Foto: Ramiro Arnedo / CDC

“La gente te para por la calle, te dice que va a ir al fútbol, que hay que ganar, que están todos pendientes, que menudos días se vienen… Y claro, todo eso afectaba… para la bueno y para  lo malo”, indicaba Diego Martínez los días previos a jugar contra el Marbella FC. Es curioso el nivel de intensidad con el que se viven los días importantes en la UD Logroñés, que alcanzó el lleno en Las Gaunas para esa gran final por el ascenso. Sorprendió, entonces, a Sergio, y también le ha sorprendido a Diego, poco acostumbrados, ambos, a la dimensión de esta pasión que se nota en los días previos a un partido determinante.

Esa reacción social tan inesperada pero importante tiene su consecuencia directa sobre los entrenadores que son de la casa, poco acostumbrados a lo que sucederá, imagino, en ciudades con grandes partidos cada quince días. Por eso, esos entrenadores se alejan y viven ajenos al día a día de las ciudades, algo más complicado para técnicos de aquí, como Diego y Sergio, acostumbrados al día a día tranquilo y relajado de Logroño que han padecido y también celebrado lo que es el empuje social de la UD Logroñés.

Sobre sus hombros, la presión -la externa y la propia- de hacer el mejor de los trabajos para el equipo de su ciudad. Generar tanta felicidad es uno de los retos más apasionantes al que alguien se puede enfrentar. Eso explica reacciones personales distantes, que permiten llevar el día a día con un poco más de tranquilidad, para centrarse así en la correcta toma de decisiones. Y en cuanto se supera la meta, ya sea en primera posición o fuera del objetivo marcado, la sensación de vacío surge con fuerza. Diego Martínez no sigue tras no haber conseguido el objetivo deportivo señalado, pero tampoco hubiera sorprendido que no lo hubiera hecho tras bañarse en Murrieta junto a toda su afición. “Es que miras a la grada y ves a tu gente…”, ha explicado Diego en numerosas ocasiones. Y eso le imprime al partido de turno un enfoque personal que puede lastrar hasta el extraordinario carácter competitivo de Diego Martínez.

El técnico de Logroño lleva mucho tiempo dándoles vueltas a una pregunta que también se hizo en su momento Sergio Rodríguez. ¿Merece la pena ser entrenador de fútbol a estos niveles? El reto de intentarlo con su equipo fue superior a las dudas lógicas de quien tiene soluciones laborales alejadas de los banquillos. Y aunque no haber conseguido el ascenso, en el caso de Diego Martínez, o haber acumulado un ascenso y dos descensos, en el caso de Sergio Rodríguez, lastra y queda como una herida abierta… Sergio y Diego, los dos, han sido esenciales para comprender el lleno en esa final por el ascenso.

Diego Martínez en un gesto a la grada riojana en Marbella.

Todo club joven, como la UD Logroñés, necesita de gente implicada para generar ese sentimiento de pertenencia que permite superar derrotas deportivas tan dolorosas como la del pasado domingo 2 de junio. Con Sergio Rodríguez, la afición de la UD Logroñés se quitó muchos complejos. “Hay un ambiente de fútbol que no se vivía en la ciudad desde hace muchos años”. Lo dijo Sergio Rodríguez antes del encuentro ante el Hércules de Alicante. Como Diego, el conocimiento del fútbol riojano no da puntos, pero sí resulta clave para potenciar ese sentimiento pertenencia que acaba llenando un estadio de fútbol de forma totalmente inesperada.

Sergio, en aquella semifinal dijo algo que estos días volvió a sonar: “La gente nos quiere y nos va a ayudar, Las Gaunas va a ser una caldera; lo vemos en el día a día. No me cabe ninguna duda de que la región va a estar con nosotros y se va a superar la entrada del otro día”. Diego Martínez pidió que Las Gaunas fuera “una caldera”, y así lo fue. Y aunque no se pasó ante el Hércules, y no se ascendió un lustro después ante el Marbella, algo ha sucedido para que este club, pese a dos descensos en tres años, sea capaz de llenar un estadio en la cuarta categoría del fútbol español.

Y ha sido posible porque una vez, un entrenador de Logroño, dijo algo que a muchos les sonaba bonito: “Cuando Las Gaunas juega, Las Gaunas gana”. Esta frase ya forma parte de la historia de este club, ya es patrimonio de la afición de la UD Logroñés. Será para siempre la huella imborrable que deja Diego Martínez para el equipo de su ciudad.

En breve se conocerá qué entrenador suple al riojano en el banquillo. Se espera de él un ascenso deportivo, porque el ascenso social recae en el bagaje de Diego Martínez, que como Sergio Rodríguez, han incrementado a niveles inesperados el sentimiento de pertenencia que ahora mismo eleva a categorías superiores a un club con tan solo quince años de historia. Y con tanta gente, conseguirlo es solo cuestión de tiempo, afirmación que reconocen tanto los de casa como los que vienen de fuera para ayudar en el objetivo.

Subir