La Rioja

El Imserso olvida a 44 pensionistas en la estación de Logroño

Maletas preparadas, repaso de última hora, “¿lo hemos metido todo?”, última visita al baño y para la estación de autobuses. La Manga espera a un grupo de jubilados riojanos que, gracias al Instituto de Mayores y Servicios Sociales (Imserso) van a pasar estos días de calor en la orilla del mar, sin preocupaciones, solo toalla, bañador y ganas de desconectar. Eso, si llegan a La Manga…

4.15 de la madrugada del miércoles a jueves. 44 personas llegan a la estación de Logroño tres cuartos de hora antes de que salga su autobús para hacer recuento y organizar los asientos. “Así nos lo piden desde el Imserso y así lo hemos hecho”, explica una de las viajeras. Allí estaban todos, con ganas de verse ya en el mar no sin antes ganar sueño en el bus que les llevaba hasta Bilbao para coger el avión con destino Alicante. Pero pasaban los minutos y ningún vehículo llegaba.

“El ambiente comenzaba a hacerse pesado, ya no solo por el madrugón, y eso que no hacía frío”. Pero los nervios por no llegar al avión que salía a las 9 se hacía patente. Eran las 5.30 y allí no llegaba nadie. Maletas en el andén y ninguna explicación. “¿Y a quién llamamos? Porque el Imserso no tiene ningún teléfono de 24 horas por si pasa algo…”. El tiempo seguía pasando y uno de los afectados se ponía en contacto con la Policía Local. “Han venido unos agentes muy agradables y nos han dicho que no podían hacer mucho, solo trasladar al Ayuntamiento una reclamación grupal”.

Y así hasta las 9.30 de la mañana de este jueves cuando, después de cinco horas clavados en el andén, un autobús ha llegado para llevarles a Bilbao. “La única justificación que nos han dado es que ha sido un error de fechas y que el viaje estaba previsto para mañana”. ¿La compensación? Un café en un área de servicio, “y sin bollo”, bromeaba alguno de los viajeros.

 

“Muy bien, y ahora, hasta las seis de la tarde, ¿qué se hace? Pues nos han dejado tirados en un área recreativa a las afueras de Bilbao donde hay un parquecito con columpios que lo mismo nos sirven para entretenernos”. Afortunadamente esta afectada ha decidido tomarse la situación con humor.

“La idea era llegar a comer a La Manga, pero ahora, no sé si llegaremos ni a cenar. Yo hasta que no me vea allí…”. Los afectados lamentan el día perdido y cruzan los dedos para que a las 6, con los cinturones abrochados, el avión despegue destino a unas vacaciones que han empezado un poco torcidas pero esperan se enderecen nada más pisar la arena.

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