El 31 de agosto marca el punto final -para la gran mayoría de riojanos- del verano. Toca ir volviendo, poco a poco, a la normalidad. Y para tener una toma de tierra con el disfrute de estos meses anteriores, salir de pinchos es una opción real para comprobar una vez más que como en casa en ningún otro sitio. Y La Laurel y la San Juan son el hogar gastronómico de muchos riojanos, que siguen contando con estas dos calles cuando se trata de sociabilizar un poco, dejarse ver, decir que estamos de vuelta y al mismo tiempo degustar aquellos pinchos que forman parte de la ronda de cada uno. Ahora bien, este otoño gastronómico llega con novedades tanto en la San Juan como en la calle Laurel.
Comenzando por esta última, siempre activa, siempre cambiante, con la intención, se desea, de no perder su esencia, el acostumbrado a los pinchos por la calle gastronómica más famosa de la ciudad debe saber que el Villa-Rica cierra, tal y como contó hace unas semanas a NueveGastroUno su propietario. No tiene una fecha. A buen seguro más allá de San Mateo. Pero conviene ir despidiéndose de una de las zapatillas de jamón más longevas servidas en una de las esquinas más reconocible de la zona.
Unos se van y otros llegan. Como La Senda, que ha vuelto a abrir sus puertas. Cualquier parecido al histórico restaurante La Senda es por pura casualidad. Nada queda del viejo restaurante que cerró hace unos cuantos meses. Tras una profunda reforma, La Senda solo mantiene del anterior espacio el nombre. Todo lo demás ha cambiado. Hay mesas, hay posibilidad de comer y cenar, pero también hay pinchos. Y se agradece que haya una plancha en la que preparar al momento sus diversas especialidades. Se agradece, porque La Laurel se dio a conocer al mundo precisamente por los pinchos que se preparaban al momento. Y esto, solo los clásicos lo mantienen. Se celebra que haya quien todavía tenga esta sensibilidad. Vivan las planchas en donde se hacen cosas al momenot. Como las setas, los champis, los morunos… y ahora el secreto y la presa que preparan en La Senda.
Si al leer esto observas que hace tiempo que acudes por La Laurel, quizás te sorprenda otro título que apreció hace unos meses. Se trata del Dulce Laurel, de Gabi, el repostero calagurritano que domina también el arte del salado y de los pinchos muy riojanos que se están haciendo un hueco en la calle más competitiva de la gastronomía riojana. Y el Iruña, que ha cambiado de propietario, y desde hace unos meses lo dirige Alberto Andrés, del ya desaparecido Cocina de Alberto. Justo enfrente del anterior local de Alberto, ha vuelto a abrir sus puertas uno de esos espacios míticos de la culinaria local. El Carabanchel está otra vez al servicio del visitante. Es restaurante, y también bar de pinchos. El arte de la brasa es lo suyo. Carta y menú al estilo Carabanchel, y para picotear, en barra, por ejemplo, salchichón y chorizo a la brasa, pincho de queso trufado o el secreto de cerdo, también a la brasa.
Laurel y San Juan que poco a poco se van expandiendo hacia calles adyacentes en una especie de solución de continuidad entre la una y la otra. Así, la Cueva de Floren, que comenzó en la San Juan, se ha acercado, sin cerrar el original, a La Laurel, y ya pone sus sepias y champis junto al Niza, que también ha dicho adiós a su proyecto original y ahora está en proceso de convertirse en otro local de cocina asiática bajo el nombre Qin. Para ello, ha cambiado su escenografía interior tras muchos años siendo un buen lugar en el que tomar, por ejemplo, una copa.
Y la San Juan, la más logroñesa de las callles gastronómicas, se está internacionalizando, a la espera de que los clientes habituales decidan sí es un sí claro o por el contrario es un no rotundo. Pero ahí están las ideas, los proyectos y las intenciones. El Roots se ha hecho grande en metros cuadrados para seguir manteniendo una propuesta muy esencial, vinos muy específicos y algo que picar sin grandes alardes. Y al lado está la Taquería Piña, en la Travesía de San Juan. Ahora estarán unos días cerrados por vacaciones, pero volverán con su propuesta ya definida de cocina mexicana: tacos, margaritas, micheladas. Si es por darse un gusto cocina mexicana, la San Juan ha doblado su oferta. Desde julio se ha abierto a la ciudad el que se conoce como Tasty Fajitas, local anteriormente conocido por el Bar San Juan, y esas tostas que recordaban en parte al Samaray. Ahora es un bar mexicano, con los tacos, las fajitas y todo ese festival de sabores y colores de la gastronomía del otro lado del Atlántico.
Aires de cambio y de renovación constante tanto en La Laurel como en la San Juan.
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