La batalla por el dominio del zurracapote ha comenzado. Aunque todo apunta a que ha durado bastante poco. Quizás porque se desconocía tan inesperado enfrentamiento. Y de nuevo, el triunfo ha caído del otro lado de la muga. Se llevan a nuestros mejores futbolistas, quieren separarse de Rioja pero manteniendo Rioja, ‘trafican’ con nuestros pimientos y tomates, pagan menos impuestos por el Cupo Vasco, llenan todas las mesas de Ezcaray, y, ahora, por si todo esto no fuera suficiente, se han apropiado de la bebida popular más riojana, el zurracapote. Quizás algún día, la calle Laurel dé por fin un paso al frente y cobre el corto más barato que el zurito.
Mira que nos llevamos bien con nuestros vecinos vascos, pero nos lo están poniendo difícil. Lo del zurracapote ha sido una puñalada por la espalda. Es que además, recientemente el gran chef José Andrés reconocía que el zurracapote es una bebida típicamente riojana, inventada, de hecho, en La Rioja. La Peña Philips fue quien popularizó en las fiestas de nuestra tierra esta bebida, que se prepara, con más o menos éxito, en cuanto se dispara un cohete anunciador de cualquier fiesta patronal que se precie de serlo.
Y resulta que han llegado tres emprendedores vascos para registrar como marca una bebida que tiene más solera en La Rioja que las botas de vino en las fiestas de San Mateo: el zurracapote. José Ángel Sierra, Txema Iparraguirre y Pablo Mateo, los tres cerebros (y paladares) detrás de este zurracapote embotellado, aseguran en este reportaje de El País que lo hacen con todo el respeto y cariño. Nadie lo duda. Después de todo, como bien dice Iparraguirre, ellos también tienen “antecedentes riojanos”. Ya, y nosotros vascos, y ningún riojano de bien osaría registrar como propia una mezcla inventada, supuestamente, en el País Vasco y que ya pertenece al mundo: el kalimotxo. Ellos lo han hecho con el zurracapote. Con una receta que ha pasado de abuela a nieto y que ha sido probada más veces que un vino joven en una cata de aficionados.
¿Traición? ¿Apropiación cultural? Ahora, el zurracapote no solo se encuentra en las calles empedradas de nuestros pueblos riojanos, también en barras de prestigio al otro lado de la muga bajo el ‘label’ vasco. ‘Made in Basque Country’, tiene su gracia. Mientras algunos en La Rioja fruncimos el ceño ante esta incursión vasca en nuestras tradiciones, otros han acogido la novedad con una sonrisa y un vaso lleno. Ahí está el negocio, y la rabia de que no se nos haya ocurrido a ninguno de nosotros.
En fin, sea en porrón, vaso o bota, esto es lo que toca: llenar el vaso hasta el borde, brindar por la amistad entre regiones, y disfrutar de un buen zurracapote. Ahora bien, como el hecho en casa para las fiestas de tu pueblo no existe otro mejor.