Sucesos

Uno de los asesinos del ‘Crimen de Cuzcurrita’ mantuvo una relación con la víctima, según su defensa

Antonio y Carlos, los acusados por el 'Crimen de Cuzcurrita', durante la reconstrucción de los hechos.

Guillermo Castillo conocía muy bien a uno de sus presuntos asesinos. Así lo asegura, al menos, la defensa del detenido, que basará en “la confianza que mi patrocinado tenía con el señor Guillermo” su estrategia durante el juicio por el ‘Crimen de Cuzcurrita‘, que se celebrará en las próximas semanas bajo la fórmula del jurado popular.

La abogada de Carlos, el presunto autor material del asesinato, afirma en su escrito que la víctima conocía a su verdugo desde que este “tenía 14 años” y que, incluso, “había mantenido relaciones íntimas con el finado”. Así lo avanza el diario El Día de La Rioja en su edición de este martes, con una información que alude a los escritos de las partes de cara al juicio, aún sin fecha de celebración.  Son escritos que redundan en las acusaciones cruzadas entre los presuntos implicados en el asesinato del hostelero: Antonio sostiene que solo acompañó a Carlos a Cuzcurrita de Río Tirón, aunque sin participar del crimen, mientras que este último carga en su compañero la autoría de la muerte a golpes de Guillermo.

En lo que coinciden ambas versiones es en que los acusados -uno de ellos se encontraba de permiso penitenciario el día de los hechos- acudieron a la casa del hostelero para pedirle dinero con el que financiar la compra de droga en un narcopiso de Lardero. Al no ver satisfechas sus pretensiones, la situación se violentó hasta el punto de acabar golpeando con una brutalidad inusitada a la víctima, a la que encerraron ya sin vida en una despensa de la vivienda. Cabe recordar que la puerta del inmueble no presentaba signos de haber sido forzada, lo que encaja con la tesis de que la víctima y el asesino se conocían previamente.

Tras perpetrar el robo y el asesinato, Antonio y Carlos volvieron al narcopiso de Lardero para “echar una fumadita” y el primero de ellos -según la defensa del segundo- se cambió de ropa porque la tenía manchada de sangre.

La estrategia de la defensa de Carlos pivota sobre dos circunstancias: su relación con Guillermo y su drogadicción desde edades muy tempranas. Respecto al primer asunto, el escrito sostiene que el presunto asesino empezó a trabajar en la viña del hostelero desde adolescente y la relación se fue intensificando hasta el punto de que Carlos “no era el único hombre que había mantenido relaciones íntimas con el finado”.

Vivienda de Guillermo Castillo, donde fue asesinado durante la noche del 1 de mayo de 2023.

En cuanto al consumo de estupefacientes, la defensa apunta que se inició cuando tenía solo ocho años (tomaba cannabis y cocaína) y a los catorce (cuando empezó a trabajar con Guillermo) se enganchó a la heroína.

“No les conozco de nada”

El pasado mes de mayo, coincidiendo con el aniversario del crimen, la hija de Guillermo Castillo aseguraba en una entrevista a NueveCuatroUno que “no conozco de nada” a los dos detenidos por el crimen, por lo que calificaba lo sucedido como “muy extraño”, ya que “faltan cosas por esclarecer”.

Yolanda Castillo observa un retrato de su padre en su vivienda de Cuzcurrita de Río Tirón.

Durante la charla con este medio sobre el caso, Yolanda Castillo admitía que para tratar de encontrar respuestas a los interrogantes del crimen “he estado por todos los suburbios de Logroño e, incluso, he comprado droga porque nadie me explicaba nada”. En su afán por comprender los entresijos del asesinato de su padre también “decidí disfrazarme y marcharme a Pradillo (donde vivía la pareja de uno de los acusados). Le quería poner cara y lo confesó todo; me dio detalles que solo podía saber de primerísima mano”.

De los 27 años de cárcel a la prisión permamente revisable

Si los dos acusados por el crimen tratan de cargar sobre el contrario la autoría del asesinato, la Fiscalía y la acusación particular -representación legal de la familia de Guillermo Castillo- coinciden en considerar a ambos responsables de la brutal muerte del hostelero.

El Ministerio Público pide para cada uno de los acusados un total de 27 años de cárcel: 23 por el asesinato y otros cuatro por el robo con fuerza. La acusación particular va más allá y solicita para Antonio y Carlos las penas de prisión permanente revisable, dada la vulnerabilidad de la víctima y sus nulas posibilidades de defensa ante los dos agresores, a quienes considera parte de una organización criminal.

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