El Rioja

Lía by Nivarius burbujea al estilo Champagne

Vendimia para el espumoso de Nivarius

El vino es tiempo. Es prueba y error, pero también es complejidad que deriva en acierto. Raúl Tamayo es tajante al afirmar que “Rioja es una denominación solvente porque ha demostrado que la vejez en sus productos es enorme ya que los vinos mejoran con el tiempo y ganan en finura”. El enólogo del grupo Palacios Vinos de Finca ha iniciado una nueva andadura en el sector, pero esta vez de la mano de las burbujas. El primer resultado de su espumoso son apenas 2.000 botellas de Lía by Nivarius.

Siendo una bodega dedicada a los blancos, era este el último palo que les quedaba de tocar, aunque no fue hasta 2017 cuando fijaron su atención en este tipo de vinos a raíz de la creación de la categoría Espumoso de Rioja en la DOCa. Una oportunidad que supieron aprovechar jugando con la autenticidad de esta región y los tintes de elegancia de Champagne. “Desde el principio queríamos que nuestro espumoso no tuviera una burbuja muy poderoso, sino que fuera más fina e integrada, reflejando esa cremosidad típica de los vinos de la región francesa, así que trabajamos de la mano con un ‘vigneron’ de Champagne de la zona de Peter Moennig para desarrollar nuestro espumoso”.

Su punto de partida fue el estilo de Champagne porque buscaban crear un vino de guarda, un reserva, “alejado por tanto de lo que se suele hacer más en Rioja que es el estilo cava, con una crianza sobre lías de nueve o diez meses antes del degüelle y que no deja de ser prácticamente un vino joven”. Las pruebas fueron numerosas antes de dar con la clave tanto en la selección de las variedades, como en su proporción y en el método de elaboración, llegando a los 60 meses de crianza en rima.

“Queremos generar una reserva propia de la familia y eso se consigue elaborando cada año vinos base para darles un envejecimiento que, en nuestro caso, se trabaja casi todo en inoxidable. Así logramos tener vinos de varias añadas y, aunque el primer espumoso sea de la cosecha 2017, el resto de vinos que salgan al mercado lo harán sin añada porque serán un conjunto de varias cosechas. Algo que es muy típico en Champagne”, describe el enólogo.

Tamayo incide en que uno de los pilares de estos vinos es lograr una buena acidez de base, que tengan frescura, y para eso hay que acudir a zonas altas. La maturana blanca (con un 20 por ciento) es de Nalda, la garnacha blanca (con otro 20 por ciento) es de Clavijo y la viura, la uva predominante en este ensamblaje varietal, procede de la zona del Moncalvillo y de la Sonsierra a partes iguales. Antes, sin embargo, tantearon el terreno con un cien por cien viura, pero no salió como esperaban porque la viura carece de gran acidez. También probaron con un mayor porcentaje de maturana por su gran potencial y el toque reductivo que aporta al vino, pero descubrieron que con mayor cantidad era muy dominante

“En el Iregua tenemos los suelos más ácidos de toda la denominación y en el Moncalvillo tenemos arenas con arcilla que nos dan algo más de volumen, algo que nos gusta mucho y va muy bien para estos vinos. Porque lo que hay que tener claro para elaborar los espumosos es que hay que trabajar con una uva que te madure muy lentamente y eso solo se consigue en altitud. La uva base la vendimiamos con unos 10,5 grados y luego la segunda fermentación, conocida como tiraje, la hacemos tras un envejecimiento previo de ese vino base. Después ya llegaría esa crianza sobre lías, en rima”.

El equipo de Nivarius tiene por delante un aprendizaje continuo desde las entrañas de los vinos espumosos, con pie aquí y otro en Francia para darle el toque personal. Y es que las diferencias de perspectiva entre ambas regiones de cara a las burbujas son notables: “Aquí en Rioja parece que se hace más una clasificación de estos vinos, mientras que en Champagne no deja de entenderse como un vino más. Por eso es importante pensar en el vino base y que este sea de gran calidad para que el resultado sea el esperado”.

Esas primeras y escasas 2.000 botellas se han vendido principalmente en el mercado internacional (en torno a un 90 por ciento), con una “buenísima aceptación” y gran acogida especialmente entre los países nórdicos. “Rioja tiene muchas posibilidades en este tipo de vinos porque tiene una marca detrás. Cuando se hacen cosas ricas y diferentes en esta región, Rioja funciona porque ya tiene su palanca de impulso que es una denominación histórica y reconocida a nivel mundial. Sin embargo, creo que aquí no le hemos dado la atención y cariño que merecen estos productos de calidad. Nosotros ahora estamos descubriendo el potencial que puede llegar a tener Rioja en el mundo del espumoso”, remarca Tamayo.

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