El Rioja

El sector vitivinícola representa el 6,5 por ciento del PIB riojano

Foto: Leire Díez

La Rioja siempre se ha considerado una región agraria y, especialmente, una región vitivinícola. El vino fluye por las venas de miles de viticultores y cientos de bodegas, por lo que esta bebida es más que un sinónimo de disfrute. El vino, y por ende la uva, son un motor económico clave en esta comunidad autónoma y prueba de ello es que este sector aporta el 6,5 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) de La Rioja, según refleja el informe publicado por la Organización Interprofesional del Vino de España en relación a esta comunidad autónoma.

La relevancia de esta actividad se refleja también en que genera un Valor Añadido Bruto (VAB) de unos 578 millones de euros al año, incluyendo los efectos directo, indirecto e inducido, al mismo tiempo que contribuye a generar y mantener más de 12.210 empleos a jornada completa (9.420 de ellos vinculados a la elaboración y crianza que generan 438 millones de euros de VAB). En este sentido, en torno al 9,8 por ciento del empleo total equivale a trabajos a tiempo completo.

La Rioja es viñedo y por ello más del 9,4 por ciento de la superficie total de esta comunidad se dedica al viñedo, estando presente en dos de cada tres municipios riojanos. Además, anualmente se producen más de dos millones de hectolitros de vino en la región.

En la balanza comercial, en la que los productos vitivinícolas cuentan con un saldo positivo (superávit comercial) que supera los 320 millones de euros anuales (en promedio, 2017 – 2021). Ello es fruto de la actividad y capacidad competitiva global de las empresas que exportan dichos productos desde La Rioja. Este tejido exportador está integrado por unas 679 empresas (a fecha de 2021), aunque solo una de cada tres empresas son exportadoras regulares. Muchos de los productos vitivinícolas de La Rioja se comercializan en mercados maduros, y también exigentes, como es el británico, el estadounidense o el alemán, que representan los tres principales clientes internacionales.

Y es que para abordar el peso económico del sector hay que tener en cuenta tanto la actividad vitícola, como la elaboración de vino y la comercialización de este. Para las dos primeras se han recogido datos de valor de la producción y del VAB de las bodegas desde el MAPA a fecha de 2019. Mientras, la comercialización de vino se ha estimado a partir del consumo de vino (canal HORECA y minorista), la producción total de vino, y los márgenes de comercialización del vino.

Más allá de las cifras

Dejando a un lado el balance económico que arroja el sector vitivinícola en La Rioja, cabe destacar los otros efectos indirectos en los que deriva esta actividad. Por un lado, el asentamiento de población en municipios rurales pequeños que cuentan viñedo, ya que entre los años 2000 y 2021 se observaron dinámicas demográficas más positivas que en los pueblos sin viñedo. Así, en los primeros la población se incrementó un 6 por ciento, mientras que en los municipios sin viña el censo cayó un 8,8 por ciento.

También se benefician del desarrollo vitivinícola en la región otros servicios como los turísticos y los de restauración. La Rioja, según la OIVE, atrae más de 315.000 enoturistas anuales a través de sus dos Rutas del Vino de España (cifras prepandemia). El enoturismo constituye, además, un canal de proyección exterior del sector y del patrimonio riojano.

Por otro lado, La Rioja ha logrado posicionarse como un hub de generación de talento e innovación aplicada al sector vitivinícola. Además de contar con entidades como el Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino y la Universidad de La Rioja, otras iniciativas como el proyecto Enorregión y la creación del Campus Internacional del Vino se presentan como palancas para impulsar la modernización y transformación de la cadena de valor vitivinícola, apostando por su sostenibilidad y digitalización en todas sus vertientes.

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