Cada año, cuando la primavera comienza a despertar, Logroño se viste de gala para recibir la Semana Santa con un fervor y una pasión que inundan cada rincón de su Casco Antiguo. Las estrechas calles empedradas cobran vida con el sonido de los pasos de las procesiones y el aroma de las flores que adornan los altares efímeros, mientras los vecinos del centro de la ciudad se apresuran a engalanar sus balcones con tejidos rojos, transformando la atmósfera en un mosaico de color y tradición.
La fusión entre la llegada de la primavera y la celebración de la Semana Santa crea un ambiente único en Logroño, donde la renovación de la naturaleza se entrelaza con las manifestaciones más arraigadas de la fe y la devoción. Los rayos cálidos del sol iluminan las fachadas centenarias, resaltando la belleza de los tejidos rojos que ondean en los balcones y realzando la majestuosidad de las imágenes religiosas que desfilan por las calles empedradas. Es un momento en el que la ciudad se transforma en un escenario vibrante donde convergen la espiritualidad, la tradición y la exuberancia primaveral, dejando una huella imborrable en el corazón de quienes tienen el privilegio de vivir esta experiencia única.
