El Rioja

Una viticultura regenerativa para recuperar la identidad del viñedo

La viña no ha de ser únicamente un mero lugar al que ir a actuar, a realizar los quehaceres propios que dicta cada época del año. A la viña también se debe ir a observar y a analizar para entender lo que en ella ocurre. De eso va también la viticultura regenerativa, de conocer el pasado de esa viña y trabajar en su presente y futuro para preservarla el mayor tiempo posible.

Así lo entiende Javier Arizcuren, miembro de la Asociación de Viticultura Regenerativa desde 2021. Este enólogo y viticultor pone en práctica estas directrices en su Finca El Arenal en Quel. Algo más de ocho hectáreas de viñedo donde conviven todas las variedades tintas amparadas por la DOCa Rioja y alguna más de esas históricas que han ido desapareciendo con el paso de los años del paisaje de esta denominación, como es Miguel del Arco. Pero eso es solo una parte de todo un ecosistema que conforman en total unas doce hectáreas de terreno donde también conviven almendros y olivos para crear todo un entorno de biodiversidad como se conocían antaño.

“Yo trabajo con viñedos que llegan hasta los 130 años, como es Barranco del Prado, y otros que rozan el siglo, así que lo que espero es que sigan allí donde yo me las encontré muchos años más después de que yo no esté. Es por eso que yo entiendo estas viñas como algo de lo que podré disfrutar durante un tiempo, pero antes ha habido otros agentes que han hecho lo propio. Y después, confío, llegarán otros que las disfruten y las mantengan. Así que para conseguir eso hay que saber trabajarlas y eso pasa por regenerar los suelos y los ecosistemas de esos viñedos para que estén más sanos y más equilibrados, con más resiliencia ante enfermedades y sequías y así logren vivir más años”, define Arizcuren.

Es ahí donde entran en juego las ovejas. Este productor lleva tres años años introduciendo los animales en algunas de sus viñas durante varias semanas, día y noche, para que estos rumiantes sieguen la hierba de la cubierta vegetal sembrada al tiempo que fertilizan los suelos con su presencia y fomentando esa microbiología. Una actividad, enmarcada en el proyecto OhVino impulsado en colaboración con la empresa Agrovidar, que es sinónimo de economía circular, sostenibilidad y desarrollo rural. Un año más, el rebaño procedente de Herce ya está en la Finca El Arenal, aunque esta vez de la mano de Hassan, quien ha cogido el relevo de Enrique, jubilado el pasado año.

“Más allá de regenerar los suelos, creo que con esto también regeneramos la vida de los pueblos consiguiendo que para los pastores también sea rentable mantener su explotación como un valor para el mantenimiento de las zonas rurales, como valor socioeconómico. Durante el mes que pasan aquí en la viña las ovejas el pastor evita el tener que administrarles alimento, además de que comen sano y están al aire libre. Es decir, que aquí ganamos todos porque yo también me ahorro el trabajo de tener que segar la hierba y evito ese laboreo excesivo que acaba con la biodiversidad de los suelos”, incide.

Por otro lado, como bien marcan los principios de la viticultura regenerativa, hay que trabajar con variedades que estén adaptadas al clima y el suelo de tu zona. “Regenerar también es recuperar la identidad de variedades de una zona, así que para mí regenerar es plantar garnacha y mazuelo en mi pueblo como es Quel, que es un lugar donde tradicionalmente han existido estas variedades. Es regenerar tu identidad, tu zona”.

Aunque la tempranillo es una uva menos adaptada, el padre y abuelo de Arizcuren la plantaron hace tres décadas y esto también forma parte del pasado de esta viña. “De hecho, el vino que elaboro de esta finca, Monte Gatún, refleja ese pasado y el presente de Quel. Une las variedades históricas como la garnacha y mazuelo con la recién llegada que es el tempranillo y que, aunque le cueste un poco más, logra levantarse gracias a las tradicionales. Ese es el futuro que refleja el vino”. Y eso también se ve reflejado en la copa: “Hay muchos más matices que hacen del vino uno más complejo. El que haya microorganismos en el suelo ayuda a la mineralización de la materia orgánica en favor de la planta, lo cual enriquece las uvas en complejidad aromática”. Además, en ese afán de fomentar la biodiversidad de este enclave, están construyendo muros de piedra para recuperar los antiguos bancales y así crear refugios para roedores y demás fauna.

Las cubiertas vegetales tampoco faltan en este escenario de juego. “Permiten absorber hasta 15 toneladas de CO2 por hectárea y año, además de que aumentan la capacidad de almacenar agua en el suelo gracias al esponjamiento del mismo para momentos de sequías extremas”, indica, aunque puntualiza que no hay una receta única a seguir en materia de viticultura regenerativa porque lo que funciona en una viña puede no funcionar igual en otra o variar con los años. “De ahí la importancia de observa el viñedo para ver qué ocurre en él”.

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