La Rioja

Ebro Resilience: al río lo que es del río

Los ojos en la última crecida del río Ebro estuvieron durante muchas horas puestos en Alfaro. ¿Servirían de algo las obras realizadas durante años en el proyecto Ebro Resilience? Aunque las dimensiones de la crecida del caudal no fueron finalmente las de avenidas anteriores, la realidad es que darle espacio al río sirvió para reducir la altura de la crecida y sobretodo su velocidad.

Durante décadas, en cada avenida del Ebro, todo el municipio de Alfaro temblaba ante la posibilidad de daños importantes no sólo en las fincas cercanas al río sino también en las infraestructuras de regadíos, en los caminos o en las carreteras. Incluso en el propio municipio debido a la cercanía de los pozos de captación de agua. Los grandes meandros del río que hay aguas arriba y en el propio término municipal se habían canalizado décadas atrás para ganar superficie cultivable.

La confluencia del Ebro con el río Aragón, que coge aguas antes del Ega, siempre ha sido una zona de gran importancia cuando se producen avenidas. Para controlar la situación se diseñaron varias actuaciones de adecuación morfológica y de restauración ambiental en distintos parajes y meandros del Ebro en lo que se conoce como el proyecto Ebro Resilience. Su objetivo, revertir la gestión de las inundaciones de los últimos sesenta años, que se había mostrado ineficaz.

La idea no ha sido otra que adaptar la gestión de las riadas al cambio climático y así reducir los efectos negativos de las crecidas en el tramo medio, una zona que ha estado calificada durante años de alta probabilidad de inundación.

Las intervenciones realizadas desde que comenzó el proyecto han tenido como propósito aportar un efecto positivo en más de 500 hectáreas de uso agrícola, reduciendo su riesgo de inundación y permitiendo la recuperación de decenas de hectáreas de espacio fluvial. Devolverle al río el espacio que nunca debió dejar de tener.

Se trata de una fase demostrativa del proyecto LIFE, destinada a mostrar los efectos de estas soluciones y que puedan ser replicadas en otros ríos de la demarcación y en otras cuencas, tanto españolas como de otros países europeos. Unos efectos que se han demostrado en esta última avenida del Ebro como la mejor de las soluciones para prevenir efectos negativos de los aumentos extraordinarios de caudal.

La propuesta consiste en una suma de acciones. La reconexión de meandros, la creación de cauces de alivio, la recuperación de antiguos brazos de río y la ampliación del espacio fluvial que ofrecen un beneficio global respecto al riesgo de inundación y al estado ambiental del río. Varias zonas de actuación en varios proyectos que se han ido llevando a cabo en los últimos años con una inversión de más de 13 millones de euros.

El Ortigoso

Aguas arriba de la confluencia del Ebro y el Aragón se encuentra el paraje de El Ortigoso. Allí se están llevando a cabo actuaciones en las dos orillas por lo que se ha tenido que realizar la obra en dos fases. La primera comenzó en febrero de 2022. Se retranquearon las defensas de los meandros que hacían desbordarse al río cada vez que aumentaba su caudal y se recuperaron los brazos perdidos del Ebro para devolverle capacidad de desagüe. Supuso aumentar 27 hectáreas al espacio fluvial.

En la primera fase, los trabajos se centraron en las islas y la ribera derecha del Ebro y con ellos se dotó de mayor espacio al punto donde se encuentran ambos ríos. Para ello, se retiraron 1.790 metros de la defensa de primera línea para luego construirla retranqueándola 100 metros hacia el interior.  La innovación que se ha llevado a cabo en el diseño de esta nueva defensa, de 800 metros de longitud, es que se han tenido en cuenta conceptos de integración paisajística y ambiental empleando taludes suaves y revegetados que evitarán el efecto “barrera” y facilitarán el paso de la fauna de la zona.

Inmediatamente aguas arriba de la confluencia del Ebro y el Aragón es visible una isla de gran tamaño producida por la retención que sufre el Ebro durante los episodios de crecida conjunta con el Aragón. El proyecto contempla aplicar en este punto la técnica del curage, basada en la realización de tratamientos selectivos de la vegetación y el roturado del sedimento para facilitar su movilidad y mejorar la capacidad de desagüe de los ríos. De este modo se pretende recuperar a su vez otro brazo cerrado artificialmente junto a la ribera izquierda del Ebro.

La Nava

Las obras llevadas a cabo en el entorno de La Nava terminaron en abril de 2021. Fue la primera actuación acometida dentro de la Estrategia Ebro Resilience y logró recuperar 30 hectáreas como espacio fluvial retranqueando 1.376 metros de mota hacia la margen.

Los trabajos permitieron además  la creación de un humedal interconectado con el cauce, creando un hábitat propicio para el visón europeo. Por último, se han plantado 14.000 ejemplares de especies arbóreas, arbustivas y herbáceas, entre las que destacan álamos, fresnos, chopos, olmos, sauces, tamarices, cornejos, espinos, zarzamoras, rosales, carrizos, espadañas y juncos.

El Estajao

Este mes de diciembre ha arrancado la segunda y última fase de plantaciones en el meandro de ‘El Estajao’. Con estas labores se termina la actuación que ha recuperado en este paraje un total de 23 hectáreas de meandro como espacio fluvial, logrando un tramo más adaptado y resiliente a las inundaciones por las crecidas del río Ebro.

Durante la última crecida del Ebro las primeras plantaciones realizadas cumplieron su función de retención de arrastres, algo propio de la vegetación de ribera. La primera fase se afrontó buscando esa función preventiva y protectora a través de una plantación arbórea de los 25 metros más cercanos al nuevo dique retranqueado.

Los trabajos incluidos en este proyecto además incluían la retirada de 450 metros de la defensa actual, que discurre perimetral al meandro, y la construcción de una nueva retranqueada a una distancia máxima de 500 metros, con una longitud de 570 metros, la construcción de un muro en la unión de la nueva defensa con la actual, con una longitud de 100 metros y la recuperación de 23 hectáreas de terreno como espacio fluvial.

La Roza

Este paraje está inmerso ya en la ejecución la restauración ambiental de su meandro. Una intervención que se suma a la ya concluida adecuación morfológica del río y que ha permitido recuperar 22 hectáreas de espacio fluvial.

Anteriormente se llevó a cabo la retirada de 1.343 metros de diques defensivos que constreñían el río y se construyó una defensa más reducida y alejada del cauce, devolviendo ese espacio al río.

Se creó un cauce de alivio que conecta el río al meandro de La Roza, se mejoró la capacidad de desagüe de los ojos del puente del ferrocarril, se retiraron las especies de flora invasora y se generó una nueva zona húmeda.

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