La Rioja

Ladridos salvavidas: Roky, el compañero inseparable de María

Roky lleva cinco años junto a María salvándola de sus ataques de epilepsia

María Colón con Roky, su perro de asistencia médica

Cuando María sufrió sus primeras convulsiones tenía 11 años. Ese ataque epiléptico le cambió la vida a ella y también a su familia que, siete años después, vive un día a día dentro de una normalidad que no esperaban. Algo que han logrado gracias a Roky, un perro de alerta médica entrenado para detectar con antelación episodios de epilepsia y avisar así a las personas de alrededor para que asistan al paciente. Llegó a esta familia afincada en Santurde de Rioja hace cinco años y desde entonces se ha convertido en un compañero de vida inseparable para María. En el colegio, en la calle, en casa,… El perro nunca se separa de ella.

La clave está en esa capacidad olfativa que tiene este tipo de perros de la raza Jack Russell terrier y es que pueden oler entre 10 y 100.000 veces más que cualquier persona, por lo que tienen muy fácil detectar ese gas que se desprende minutos antes de sufrir un ataque de epilepsia. Son pequeños, ágiles y espabilados para actuar con rapidez y ladrar con intensidad cuando huelen las crisis de desconexión sensorial. Perros que también se usan en pacientes con diabetes tipo 1, con los que detectan el gas isopreno que aumenta cuando hay bajadas de azúcar importantes.

María y Roky, durante una clase escolar en los meses que duró la pandemia.

“Es una gran tranquilidad la que nos ha traído Roky. Es increíble el potencial que tienen estos perros, además de ser una raza longeva porque pueden durar entre 13 y 14 años. Su presencia ha cambiado todo en el modo de vida de María, quien se emocionó desde el primer momento que lo vio. Pero es que ya es mucho más que un perro de compañía; es parte de la familia y llega a donde el resto no podemos”, incide el padre de la joven, Pedro Colón, quien también ejerce como secretario en la Asociación Riojana de Epilepsia.

Todo comenzó a través de la Fundación Canem de Zaragoza, donde disponen de un equipo profesional especializado en la selección, educación y adiestramiento de perros detectores para personas con epilepsia o diabetes tipo 1. En un principio, Roky fue entrenado para ser un perro capaz de detectar los cuernos de rinoceronte en el Congo para proteger a estos animales de los cazadores furtivos. Sin embargo, por diversas cuestiones aquel proyecto no salió adelante y el camino de Roky cambió de rumbo siendo La Rioja su nuevo hogar, a donde llegó con unos 14 meses después de haber sido reentrenado para acompañar a personas que padecen epilepsia. Ahora ya no se quita su chaleco específico de la Fundación ni la chapa del registro del Gobierno de La Rioja.

Pedro ya está perfectamente preparado para saber cómo actuar ante cualquier posible nuevo ataque, sabiendo que lo más importante en estos casos es garantizar la seguridad de la persona que lo sufre evitando que se golpee o caiga al suelo, así como evitar retenerla porque hay que dejar que pase el ataque. “María puede tener unas 200 o 300 crisis epilépticas al año que pueden darse en cualquier momento. Hay veces que despierta de un ataque y realmente no sabe que lo ha tenido porque su cerebro se desconecta, por lo que no recuerda el momento aunque sí pueda intuirlo porque se haya caído o bien tenga algún dolor. Lo que está claro es que el enfermo lo vive de diferente forma al resto que estamos alrededor. Lo importante, y a veces lo más complicado, es calcular el tiempo que duran las convulsiones, porque si pasa de los tres minutos es mejor llamar al 112, pero lo más habitual es que en menos de un minuto la persona se recupere”.

Los derechos y obligaciones de aquellas personas que tienen este tipo de animales de asistencia médica están recientemente regulados en La Rioja, única comunidad junto a Madrid que cuenta con una ley específica para amparar todas las cuestiones que derivan de la tenencia de estos animales. Colón recuerda que en alguna ocasión ha tenido que referirse en público a esta normativa cuando a él y a su hija les han puesto pegas para entrar en un establecimiento en compañía de Roky. “Ha habido veces que me han preguntado si mi hija es ciega cuando hemos entrado en un restaurante con el perro. Parece que solo las personas invidentes llevan perros guía, pero desconocen que los perros de alerta médica también pueden acceder a estos sitios porque deben estar en todo momento con su dueño. Eso sí, nunca hemos tenido malas experiencias, mayormente son situaciones derivadas del desconocimiento, pero la gente ha de saber que son conductas que son denunciables”, explica.

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