El Rioja

“Rioja sería una de las empresas ‘Top 100’ de España”

El Consejo Regulador aborda las claves que han llevado a Rioja a la situación de excedentes que sufre

El Consejo Regulador de la DOCa Rioja ha puesto sobre la mesa cifras, gráficos y documentos para explicar las últimas decisiones adoptadas en el seno del sector vitivinícola de la región para evitar que ningún agente caiga por el camino en la actual crisis de excedentes que afronta la denominación, con 937 millones de litros de vino acumulados. “Decisiones valientes” que se han ejecutado para “ganar tiempo” y con el afán de no perder a ningún eslabón de la cadena, “que siempre son los viticultores, el eslabón más débil”. Así lo han manifestado el presidente Fernando Ezquerro y el director general, José Luis Lapuente, en un encuentro informativo celebrado este viernes en las instalaciones del Consejo para abordar las claves de esta situación, así como todo el trasfondo sobre el funcionamiento y toma de decisiones que se llevan a cabo en esta sede.

La situación actual parte de esos 937,67 millones de litros de existencias iniciales a los que se suman los 260 millones de litros como producción estimada de esta cosecha y se restan los 243,46 millones de litros que irían a parar a la comercialización interanual. Además, a esa cantidad resultante habría que restar 7 millones de litros correspondientes a otras salidas, 6 millones de litros correspondientes a la cosecha en verde y otros 26 millones de litros que corresponden a la cantidad de vino destilada este año. El resultado final se queda en 915,21 millones de litros como cantidad de existencias en bodega que, dividida por las salidas anuales (250,46), quedaría un ratio de 3,65 para el presente año (e igual al de 2022). “Hemos ganado tiempo”.

“Este ratio no es un termómetro exacto, pero indica dónde estamos. Rioja ha visto ratios por encima de 4 (a primeros de los 2000), pero realmente lo que va a marcar la dirección de la aguja son las ventas, la única medida que puede solventar esta situación. Al final, tanto la destilación -apenas supone el 3 por ciento de la producción- como la cosecha en verde no van a revertir el problema, pero al menos van a impedir que empeore. Con estas medidas vamos a acabar 2023 con la misma foto que al empezar el año. Se trata de que nadie se quede por el camino mientras tanto, pero seguimos trabajando en las medidas para remontar esas ventas de vino. Al final será el mercado el que decida quién se queda fuera y quién no, pero tenemos que evitar que expulse a nadie. Está claro que si lográsemos que esas ventas crecieran un 10 o 12 por ciento que supondrían unos 30 millones de litros más vendidos, se resolvería este problema”, remarca Lapuente. Entre esas medidas de choque para revitalizar el mercado se encuentran las acciones de promoción y dinamización dentro y fuera del país, así como estudios de perfiles de vinos de Rioja, nuevas diferenciaciones en el etiquetado, un nuevo panel de cata,…

Aún así, a pesar de la caída de las ventas de Rioja con un 3,11 por ciento en lo que va de año (frente al 3,73 por ciento de crecimiento que se fijó en el Plan Estratégico) y con un cierre de ejercicio que se espera que sea en cifras negativas, las denominaciones competentes a nivel nacional muestran peores cifras. Así, mientras Rioja cae en tintos y rosados un 6,29 por ciento, Ribera del Duero lo hace en un 10,25 por ciento; y mientas Rioja crece en blancos un 7,43 por ciento, Rueda lo hace con un 3,38 por ciento.

“¿Cuánto vale Rioja? Pues las cifras son claras. Rioja representa el 27,5 por ciento de la cuota de mercado con las ventas de 2022, mientras que las 16 denominaciones de origen de Castilla y León suponen el 27,6. Si nuestra denominación fuera una empresa, Rioja sería una de las empresas del ‘Top 100’ a nivel nacional por volumen de negocio”, ha sentenciado el director general del Consejo.

Rioja es un ecosistema diverso y, por ende, con intereses diversos que responden a 66.797 hectáreas de viñedo, 14.139 viticultores (aunque son muchos menos los que tienen seguridad agraria) de los que casi 6.000 pertenecen a cooperativas y 476 bodegas que venden vino, de las que prácticamente la mitad comercializaron menos de 50.000 litros durante 2022 y, de ellas, unas 150 se quedaron en menos de 20.000 litros de vino.

Pero hay que remontarse a décadas atrás para conocer la evolución que ha sufrido esta región. En 1985, la superficie de viñedo cultivada ascendía a 41.740 hectáreas. En 1991 llegaron a unas 47.000, pero en 2002 ya acumulaban en torno a las 62.000 hectáreas. En 2016 había 65.012 y seis años después la cifra total está en las 66.797 hectáreas, un crecimiento motivado por iniciativa del sector y por las replantaciones. “Y es que a partir de 2016 fue el Consejo Regulador quien limitó esas nuevas plantaciones para determinar el potencial productivo, mientras que antes había sido una decisión en manos de las administraciones y el propio sector. Incluso en 2016, con el nuevo régimen de autorizaciones de plantaciones de viñedo hubo un claro interés por seguir creciendo en superficie porque Rioja solicitó plantar más de 4.500 hectáreas, aunque finalmente fueron 387 las que se le concedieron por acuerdo en el Consejo”, recuerda Ezquerro.

“¿Buscamos culpables? Se podría, pero la realidad es que la mayor parte del sector se aprovechó durante aquellos años porque la demanda de vino era alta, por eso la superficie de Rioja creció un 55 por ciento entre 1985 y 2016, mientras que a partir de ese año hasta la actualidad ha sumado 1.800 hectáreas. Eso sí, en ese mismo periodo otras regiones crecieron mucho más: Rueda lo hizo en más de un 77 por ciento y Ribera, en un 245 por ciento. En Burdeos, por ejemplo, crecieron un 32 por ciento hasta 2016, contabilizando 110.759 hectáreas, pero en 2021 su potencial productivo se rebajó un dos por ciento, hasta las 108.437”.

Por ello, ha reflexionado Ezquerro, el arranque de viñedo no es una opción que en la actualidad se plantea este organismo. “Sería lo más traumático para el eslabón más débil, que son los viticultores”, ha reiterado, incidiendo en que los viticultores serían los más perjudicados ante una decisión que entienden que tendrá que adoptar el sector. “Tenemos que seguir peleando porque nadie se caiga”.

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