La DOCa Rioja ha bajado este martes el telón de la campaña 2023. Lo ha hecho, al menos, de manera oficial, porque en el mismo día en el que el Consejo Regulador ha anunciado el cierre de la vendimia aún se podían ver a trabajadores cargando cunachos y llenando remolques con uvas. Se han visto por las zonas limítrofes de los Montes Obarenses, lindando con Burgos, pero también en algunas viñas de Ábalos e incluso de Moreda de Álava. Son, sin embargo, los más rezagados, porque la gran parte de la denominación ya tiene su cosecha en casa y el resultado son más de 370 millones de kilos de uva recepcionados.
«Nos encontramos ya en las últimas entregas de uva en bodega, es decir, en la recta final, por lo que gracias a este elemento de control que es el cierre podemos conocer de forma precisa todas las explotaciones y municipios que todavía tienen uva pendiente de vendimiar», remarca el director técnico del Consejo Regulador, Pablo Franco, recordando así que la vendimia continúa, pero que se establecen otros mecanismos de control para hacer un seguimiento mucho más adecuado de esta producción pendiente de introducir en bodega.
Así, se pone punto final a una vendimia marcada «por un cierto adelanto porque ya el 20 de marzo, seis días antes que la campaña anterior, se localizaron los primeros viñedos cuyas cepas estaban iniciando el lloro y con las yemas hinchadas». Un adelanto generalizado en toda la denominación que se dio hasta el mes de mayo, cuando un cambio meteorológico con unas temperaturas más moderadas hizo que la floración se produjera en fechas muy similares a las de la cosecha anterior. Destaca Franco, para sorpresa del sector, que el pasado 29 de junio se observaron los primeros racimos enverando en el término de Alfaro, «quizá la fecha más temprana en la cual se han visto estos signos». Un episodio que el técnico achaca a unas temperaturas nocturnas más frescas que las que se dieron el año pasado y que permitieron al viñedo «trabajar de una manera más cómoda y desahogada durante julio, junio y parte de agosto aunque durante el día las temperaturas fueran cálidas». Ese adelanto se ha visto más claro en la parte más oriental, donde ha habido una aceleración final en esa maduración, aunque a medida que la vendimia avanzaba hacia las zonas más altas de de Rioja, «esos adelantos se iban amortiguando».
Uno de los factores que más ha condicionado el desarrollo vegetativo ha sido el estrés hídrico. El viñedo ha aguantado un otoño y un invierno mucho más secos de lo que es normal y, aunque las plantas aún así han tenido una buena brotación, algunos viñedos sí han mostrado no tener una reserva hídrica adecuada, mostrando hojas amarillentas y marcas por falta de agua que han limitado o incluso parado el crecimiento en el momento previo a la floración. Pero llegó mayo y junio con unas tormentas «muy bien recibidas porque ayudaron a recuperar el aspecto del viñedo y ayudarle a enfrentarse el periodo de cuajado y maduración con mejores reservas hídricas». Por suerte, los focos de mildiu y de oídio se quedaron al margen, sin registrar alteraciones importantes.
Sin embargo, las lluvias con las que no se contaba fueron las de septiembre, precipitaciones que en algunos puntos fueron muy abundantes y llegaron justo en un momento de maduración marcada por la ola de calor de finales de agosto. «Fue como una bofetada para el viñedo porque ya había zonas en plenas vendimias, por lo que fue un golpe duro en la viña, especialmente en las zonas donde la uva tenía un adelanto madurativo, por lo que las entradas de uva se aceleraron ante esa abundante y rápida concentración de azúcares que se estaba produciendo en la uva para evitar los picos de alcohol desproporcionados», explica Franco, quien asegura que sí ha habido puntos en los que se han detectado botrytis, situación que ha extremado los controles y el seguimiento en bodega para asegurar la entrada de uva sana.
El potencial productivo previsto para este año eran unos 400 millones de kilos de uva, por lo que Franco asegura que con la cuantía total recogida (370 millones de kilos, de los cuales 40 corresponden a blanca) «se cubrirán las necesidades comerciales». Rioja se despide así de una campaña «muy heterogénea», marcada especialmente por la diferenciación entre zonas en cuestión de maduración y avance de la vendimia. «Este año no ha habido solapamientos entre unas zonas y otras, con entradas pico muy marcadas. En la campaña de 2022 solía haber días en los que entraban unos 22 millones de kilos en las bodegas como máximo, mientras que este año se han reducido sustancialmente a entradas pico de unos 19 millones», matiza. En palabras de Franco, una vendimia que ha sido «una montaña rusa de emociones e intensidad en la que se verán muy marcadas las diferencias entre unas zonas productivas y otras».
Sigue el canal de WhatsApp de NueveCuatroUno y recibe las noticias más importantes de La Rioja.