Cumplir cien programas en Pasapalabra parece difícil y lo es, pero el alfareño Moisés Laguardia lo ha conseguido sumándose así al club de los centenarios del programa. Para celebrarlo ha concedido una entrevista en la que da las claves de su paso por uno de los concursos televisivos más vistos.
El de Alfaro ha explicado que, a pesar de que se trata de un “bote intangible” para él, es mucho el trabajo y la ilusión puesta en cada uno de los programas.
En esta entrevista a la web de ‘Pasapalabra’, el concursante ha asegurado que ha cambiado poco desde aquel 17 de mayo en el que entró por primera vez en el plató del concurso: “La verdad es que sigo siendo igual de imprevisible”. Reconociendo que los nervios aún los conserva en algunos de los programas.
La efeméride le ha llegado justo en una época de “muchas emociones”. “Estos últimos programas me he presionado un poco porque tenía ganas de lograr llegar al número cien”, ha reconocido Moisés.
Habla ya como un verdadero veterano y reconoce que en las grabaciones se le olvida que hay cámaras. Sin embargo, confiesa una curiosidad muy personal: que sólo ve el rosco en la televisión.
Y es que, asegura que “al principio, cuando salía yo, me costaba a veces verme porque me ponía nervioso”, asegura. Además, explica que entonces estaba “teniendo problemas con la dermatitis” y tomando una medicación que le subía un poco la tensión arterial. “Me subía la tensión viendo el programa”. Sin embargo, ahora sí lo ve “de vez en cuando”, especialmente para ver qué puede mejorar.
También ha habido momentos para recordar los peores tragos. Uno de sus momentos más difíciles en sus primeros cien programas en Pasapalabra ha sido despedirse de Fer, su rival y, sobre todo, compañero durante 84 tardes. “Hicimos una buena amistad, pasamos mucho tiempo juntos y, al final, conectamos bien”, ha contado.
