Toros

Sólo Cristiano Torres (y a su manera)

FOTO: Miguel Pérez Aradros

Recordó Arnedo que se cumplían hoy 25 años desde que Diego Urdiales firmó la faena de su ‘zapato’. Otra ovación vino a recibir a Fabio Jiménez y quiso el alfareño compartirla en el tercio con sus compañeros de cartel. Y ahí que entonces empezó la tarde de toros y, justo entonces también, se terminó. Saltaron los ejemplares de Guadalmena con estampa de toros. Tan cuajados, tan rematados y tan hondos. Pero sin el más mínimo celo y la más recóndita pizca de codicia. La vulgaridad por bandera. La falta de empuje como seña de identidad.

Abrió plaza un animal que, como sus hermanos, careció de transmisión y recorrido. Sacó intenciones aviesas como sin quererlo. Cabeceaba y soltaba la cara por el pitón izquierdo. Sin recorrido y terminando con la cara por las nubes topaba por el derecho. Intentó hacer Fabio el toreo desde la serenidad y el aplomo en una especie de misión imposible sin la más mínima posibilidad de lucimiento. Llegó una fea voltereta antes pregonada y aún volvió Fabio, con su torería a cuestas, a intentar lo que no podía ser.

Lo que mejor hizo el cuarto, que, en verdad, era un toro, fue empujar en el caballo humillado y metiendo los riñones. Y el riojano ‘Ramitos’ picó arriba y con medida. Salía el de Guadalmena con la cara alta por el pitón izquierdo. Sin decir lo más mínimo, embestía por el derecho. La suavidad que siempre trató de imprimir Jiménez se topó con la ordinariez de aquellas embestidas, resultado aquello un tanto desangelado.

Inédito quedó también Manuel Caballero. El precioso sardo que hizo segundo colocó bien la cara por el pitón izquierdo al principio de la lidia. Empujó con un pitón en el caballo y salió siempre protestando de cada muletazo. La pelea del quinto en el peto, humillada, fija y empujando, fue lo mejor de este capítulo. De arrimones y algún desplante tuvo que tirar Caballero para justificar su viaje a Arnedo desde Albacete.

Se alzó como triunfador de la tarde Cristiano Torres. Toreando a su manera, que es tan heterodoxa como bulliciosa. Algo más de acometividad llevaba en sus embestidas el corrido en tercer lugar. Y ahí que se fue a los medios Torres para recibirlo de rodillas con una arrucina, un cambiado por la espalda y no sé qué más. Todo tan aprisa y tan atropellado. Tan vibrante también. Ya erguido, Torres evidenció una mala colocación una dudosa forma de prescindir de la bamba de la muleta. Entre aquellos picotazos, que surgieron templados, de repente, surgía un pase por la espalda. Cerró con bernadinas cambiando el viaje del toro o el toro cambiando el viaje del torero, no sé muy bien. Y, eso sí, dejó una estocada de premio grande. Solo un trofeo concedió hoy Salvador Arza, generando, otra vez, el enfado en los tendidos. Creo que esta vezel presidente acertó; no se podía conceder más premio ahora a Torres que ayer a Medina.

En el sexto, lo mejor llegó en banderillas. Dos calagurritanos, ‘El Víctor’ y Manolo de los Reyes, protagonizaron un tercio soberbio; ambos se dejaron ver, dejaron llegar al novillo, cuadraron en la cara y dejaron los palos en lo alto. Volvió Torres a hacer gala de su concepto bullidor y, a la que regresó de una fea voltereta, su ‘enrabietamiento’ acusó aún más los defectos que atesoran sus formas y sus cosas.

La ficha:

Arnedo Arena. 4ª de feria del ‘Zapato de Oro’. Dos tercios de plaza. 6 novillos de Guadalmena, muy bien presentados. De nulo juego en líneas generales. Complicado el primero; deslucidos los lidiados en segundo, cuarto y quinto lugar. Más manejables, tercero y sexto.

  • Fabio Jiménez: silencio y silencio tras aviso.
  • Manuel Caballero: silencio y silencio.
  • Cristiano Torres: oreja con dos vueltas al ruedo tras petición de la segunda y ovación.
  • Saludaron tras banderillear al sexto ‘El Víctor’ y Manolo de los Reyes.
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