Toros

Medina convenció a todos menos al presidente

FOTO: Carmelo Betolaza

Arnedo despidió a Daniel Medina con una enorme ovación, cuando, en verdad, tenía que haber salido a hombros entre gritos de ‘torero-torero’. Claro que, al presidente, don Salvador Arza, se le despidió con una atronadora bronca. Negó el usía el triunfo al joven novillero vallisoletano y, no solo eso, también afeó a Medina su obra al premiar a ‘Moreno’, herrado con el número 1 y nacido en febrero de 2020, con la vuelta al ruedo en el arrastre. Que, quizás fuera de vuelta este novillo, pero, si lo fue, no es menos cierto que Daniel Medina hubiera tenido que pasear sus dos orejas. Y sólo paseó una. Porque Medina estuvo a la altura del novillo o, mejor, pudimos ver aquellas virtudes del novillo gracias al toreo que interpretó Medina.

‘Moreno’, desde que saltó a la arena, quiso hacer todo por abajo. Buscaba los trastos con el hocico por la arena y la cara tan bien colocada. No fue especialmente buena su pelea en el caballo, que todo hay que decirlo.

Parecía como si a ‘Moreno’ se le hubiera olvidado aquella forma de embestir justo iniciada la faena de muleta, quedándose siempre tan corto. Un cambio de mano sirvió para que el tal ‘Moreno’ volviera por sus fueros. Y ahí que lo supo ver Medina y empezó a darle confianza al novillo. Y a apostar por él. A presentarle con verdad los engaños, a prescindir de los toques, a bajar la mano, a correrla con suavidad y a llevar empapado en la muleta la embestida de ‘Moreno’ hasta donde esta decía basta. Y así una y otra vez. Perdiendo entremedias los pasos, para volver a citar desde el sitio donde al buen toro de Adolfo le daba por embestir. Y Medina imprimió un temple exquisito, tampoco ‘despacioso’, pero sí transmitiendo un ritmo alegre y preciso. ‘Moreno’ tenía el son y el tranco. También la humillación superlativa. Y ahí que estuvo Medina; a la altura del novillo o, incluso, hasta mejor. Como para no concederle el doble trofeo, presidente…

Le faltó, quizás, una última serie por el izquierdo, pero Medina es un chaval y tiene el derecho a equivocarse o a no estar perfecto. Además, la espada entró a la primera. ¡Qué forma de aguar la fiesta tienen algunos!

El sexto fue un novillo con mucho cuajo y muy armado que llegó a la muleta arrastrando los cuartos traseros. Aquella invalidez manifiesta condicionó la faena de Medina, que volvió a apostar por hacer el toreo, citando en el sitio, corriendo bien la mano, templando con ese ritmo alegre y ligando series largas y todo lo contundentes que las fuerzas de ‘Chaparrito’ permitieron. Además, sus remates, esbozaron pasajes de torerías antiguas. Y todos que nos alegramos de ver un novillero con esas virtudes y ese concepto. Bueno, menos el presidente.

Abrió plaza un novillo que casi siempre embistió al paso como enterándose de todo lo que pasaba a su alrededor y, en realidad, orientándose. Lo único meritorio de la actuación de Jorge Molina fue la decisión a la hora de intentar el toreo al natural sin probatura previa alguna. La malo fue que de aquellas escuetas series no surgió nada destacable ante un novillo que acortaba mucho los viajes y nunca encontró el más mínimo atisbo de mando y sometimiento. Con la espada, el novillero toledano estuvo francamente mal.

Recordó Molina a Curro o a Paula en el cuarto. Cuando ni el de Camas ni el de Jerez querían ver a sus enemigos, claro está. Lo malo es que Jorge Molina no tiene las muñecas del gitano ni su toreo desprende el aroma a Romero. La actitud en Arnedo de Molina fue nefasta ante un novillo que se empeñaron en hacer malo a lo largo de una lidia pésima y horrible. El único pecado que había cometido este ‘adolfo’ fue parecer más un toro que un novillo.

Se alcanzaron cotas vergonzosas jamás imaginadas en el tercio de banderillas del segundo. Diez veces, por lo menos, pasaron J. Antonio Trujillo y Felipe Peña para dejar tan solo dos palos. Porque con solo dos banderillas se cambió el tercio y fue entonces cuando el presidente compartió bronca con quienes nunca más deberían volver a enfundarse un vestido de luces. Se celebraron como goles aquellas dos banderillas…

Tras aquel dislate y con no menos de cuarenta muletazos robados en semejantes tareas de brega, lo poco que hizo Diego Bastos pareció hasta bueno. Le faltó al sevillano darle más sitio a su enemigo y también apretarse más con él. Los bruscos toques que utilizó Bastos hasta llegaron a sacar al de Adolfo Martín de la rectitud del embroque y aquello nacía ya deslucido. Con el animal más atemperado, cesó también el alborotamiento de Bastos y surgió algún muletazo templado. Poca cosa.

Pareció como si el corrido en quinto lugar también quisiera hacer todo por abajo. Pese a ello, le dieron demasiado en sus dos encuentros con el picador, el primero puesto de largo. Volvió a hacer de las suyas el tal Felipe Peña en banderillas, pero ahora Bastos tomó demasiadas precauciones en la muleta.

Lo típico frente a esa psicosis que se le tiene al hierro de Adolfo y a su divisa verde y roja. Y luego se hacen llamar profesionales y aspirantes a figuras del toreo. En fin.

La ficha

Plaza de toros de Arnedo. 3ª del Zapato de Oro. Más de media plaza. Novillos de Adolfo Martín. Muy bien presentados en líneas generales. Primero, complicado. Con posibilidades el 2°, ovacionado en el arrastre; el tercero, ‘Moreno’, herrado con el número 1 y nacido en febrero de 2020, de gran humillación, clase y son, fue premiado con la vuelta al ruedo. Al cuarto quisieron hacerlo malo. El quinto fue el más deslucido. Inválido el sexto.

  • Jorge Molina: pitos tras dos avisos y bronca.
  • Diego Bastos: silencio tras aviso y silencio.
  • Daniel Medina: oreja y dos vueltas al ruedo y saludos.
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