¡Que no estamos en marzo! Con ese grito, además de no pocos pitos y palmas de tango, recriminó el Arnedo Arena la escasa presencia de ‘Joyito’, el novillo de ‘El Pilar’ encargado de abrir la XLVIII edición del Zapato de Oro. Cierto es que estrecho y terciado era un rato. Tampoco tenía cara, por lo que, en efecto, tenía aquello más presencia de eral que de otra cosa. Se iniciaba así un despropósito ganadero de los que nadie era capaz de recordar.
Al segundo novillo, que se llamaba Holandero, no le gritaron eso de marzo, pero sí lo otro de ‘Toro, toro’, esa especie de grito de guerra del aficionado que exige y trata de velar por la integridad en esto de los toros. No podía con el alma este tal ‘Holandero’ y en esas que se alguien gritó ‘¡es un inválido!’, y volvieron a sonar más pitos y más palmas de esas de tango.
Subió algo la presencia en el tercero, algo más hondo, más largo y de capa negra esta vez. Llegaron las protestas ahora en banderillas, cuando el novillo adoleció cierta descoordinación al desplazarse. Se confirmó poco después una lesión en las manos que condicionó el resto de la lidia.
Se devolvió a los corrales el que hizo cuarto por una invalidez mayor que la del anterior y mostrada ya desde el primer tercio. Salió entonces ‘Alambrisco’, que, con su deslavazada presencia, vino a dejar a las claras por qué había sido dejado como sobrero.
Con lo que a esas alturas pesaba la tarde, quinto y sexto vinieron a parchear en parte el despropósito ganadero llegado desde Salamanca. Por presencia y comportamiento. Porque uno y otro tuvieron fijeza, no abrieron la boca y obedecieron a los cites y persiguieron los engaños. Mejor resultó el sexto porque al quinto lo castigaron en exceso en el caballo.
En definitiva y por resumir, la novillada de ‘El Pilar’ ha resultado nefasta y poco menos que ha servido para casi echar por tierra la buena imagen de Arnedo y su ‘Zapato’ ganada a lo largo de tantos años.
Tan voluntarioso quiso mostrarse García Pulido que hasta terminó poniéndose pesado en sus dos trasteos. Quitó por gaoneras de desigual limpieza y reunión a su primero. Unos pocos pasajes aseados llegaron, antes de que se descompusiera la embestida del novillo por el pitón izquierdo, fue lo mejor de la obra de García Pulido que, como su enemigo, también vino a descomponerse y a optar por el toreo efectista. Más o menos vino a suceder lo mismo en el cuarto, y eso que el novillo ahora hacía por colocar mejor la cara y querer coger con buen aire los engaños. Nunca obligó a su oponente García Pulido, que terminó por alargarse en exceso.
Ante el inválido segundo, Marcos Linares tan solo pudo dejar esbozos del buen concepto que atesora. Como dije antes, el quinto fue excesivamente castigado en el caballo y llegó defendiéndose a la muleta del jienense. También Linares optó por defenderse con la muleta y la espada. Citó casi siempre muy lejos y dejó un bajonazo infame.
Un buen saludo a la verónica de Samuel Navalón sin terminar de ganar terreno fue lo mejor del tercer acto. Aquella invalidez total del novillo de ‘El Pilar’ no dio para más.
Un trofeo paseó del que cerro plaza. Lanceó con gusto a la verónica Navalón, ganando terreno esta vez; quitó por tafalleras e inició de rodillas y por la espalda su faena de muleta. Hubo transmisión en los primeros compases del trasteo del novillero valenciano, pero ni novillo ni novillero terminaron de entenderse en un trasteo venido a menos.
Arnedo Arena. Primera de la feria del ‘Zapato de Oro’. Un tercio de plaza. Novillos de ‘El Pilar’, el cuarto como sobrero, muy desiguales de presencia, primero segundo y cuarto indecentes, de nulo juego en líneas generales. Los menos malos fueron quinto y sexto.
García Pulido: ovación tras aviso en ambos.
Marcos Linares: silencio en ambos.
Samuel Navalón: silencio y oreja.
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