El Rioja

“Acogerse a la cosecha en verde es doloroso, pero es el mal menor”

“Acogerse a la cosecha en verde es doloroso, pero es el mal menor”

Foto: EFE/Raquel Manzanares

Pilar Mazo.- La cosecha en verde regresa este mes de julio a La Rioja para poder recuperar el equilibrio entre la oferta y la demanda por el elevado nivel de existencias en las bodegas y, aunque los viticultores acogidos a esta medida excepcional lo ven como “doloroso”, convienen en que es “un mal menor” ante lo que puede deparar esta próxima vendimia.

Así lo han narrado a EFE dos de los viticultores riojanos acogidos a esta práctica, conscientes de que las bodegas tienen sus depósitos llenos y que no pueden asumir una entrada de uva que hubiera sido normal en años anteriores.

Algunas ya han avisado a sus proveedores que no les comprarán toda la uva, a otros les han dicho que busquen diferentes compradores o que la tiren, y a un tercer grupo les han indicado que no saben cómo podrán pagarla.

EFE/Raquel Manzanares

Ante esta incógnita, dos de los agricultores acogidos a esta medida, -Marcos Fernández, de Villamediana de Iregua, y Rubén Castillo, de Uruñuela- convienen en que ha sido el mal menor porque, tras las últimas lluvias, se prevé un aumento de la cosecha en la Denominación de Origen Calificada (DOCa) Rioja, que el pasado año se saldó con 368 millones de kilos de uva.

En La Rioja, el Ministerio de Agricultura ha admitido 841 parcelas para la cosecha en verde, que corresponden a 985 hectáreas de 319 beneficiarios, quienes recibirán el importe de la ayuda solicitada y aprobada, por un total de 3,7 millones de euros y que tienen de plazo para cortar sus uvas hasta el próximo día 15.

Esta superficie supone una estimación de volumen retirado de vino de 48.469 hectolitros y el importe de la ayuda es variable en función de cada parcela, puesto que depende del rendimiento de cada una y del precio de venta de la uva.

“Si la uva no te la pagan, es mejor tirarla”

Marcos Fernández tirará unos 45.000 kilos de uva tinta, tempranillo, de entre 10 y 35 años de antigüedad, vendimiadas a mano y plantadas en unas 7 hectáreas de viñedo de secano en el término de Villamediana de Iregua.

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“En un año normal -ha relatado-, quizá, no te decides a hacer una cosecha en verde, pero venía una sequía fuerte, se preveía una cosecha corta y, al final, ha llovido y puede venir una cosecha enorme”. Además, “esto es un tema económico”, ya que “los importes (ofrecidos para la cosecha en verde) son bastante interesantes y, aunque no vas a cubrir toda la cosecha, están bastante bien”.

Con 23 años dedicado al cultivo de la viña, como su forma de vida, ha reconocido que le ha dado “mucha pena” tener que tirar unas uvas que le han costado dinero y esfuerzo cultivar, pero “hay que ser realistas”.

“Cuando lo solicité pensé que no me iban a conceder la subvención porque mis fincas son pequeñas y creí que no iba a tener puntos suficientes, pero me la han dado”, ha indicado Fernández, para quien “si la uva no te la van a coger o no te la van a pagar, es mejor tirarla y que te paguen una subvención porque, al final, cubres gastos”.

Ha eludido desvelar la identidad de la bodega a la que entrega su cosecha de sus cerca de 18 hectáreas, pero ha reconocido que “todas las bodegas de Rioja están de vino hasta arriba porque no se vende y ese es el problema”.

“Desde la pandemia -primera vez en la que se autorizó la cosecha en verde en La Rioja-, llevamos unos años en los que no se vende vino y si sobra, la uva no vale; hay que ser realistas”, ha asegurado a pie de viña, extrañado también del “ridículo porcentaje” de viticultores riojanos acogidos a esta medida.

EFE/Raquel Manzanares

“¿Dónde van a meter la uva los viticultores?; las bodegas no la van a coger toda porque no les cabe en sus depósitos”, ha continuado en su reflexión Fernández, a quien la bodega a la que entrega sus uvas le sugirió acogerse a la cosecha en verde para una parte de su viñedo.

“Es duro tirar las uvas”

En la misma línea se ha pronunciado Rubén Castillo, desde Uruñuela, cuya casuística es diferente a la hora de decantarse por la cosecha en verde, pero bajo el mismo denominador común, de que es el mal menor.

Ese agricultor también ha tirado a mano sus uvas de unas 3 hectáreas de viñedo de tinta, de regadío y con una antigüedad de entre 8 y 10 años, de las 12 que cultiva y que se reparten entre Uruñueña, Alesón y Hormilla.

Castillo vende todas sus uvas al grupo Marqués de la Concordia, de Cenicero, una firma cuya situación económica -entró inicialmente en concurso de acreedores- le ha obligado a tomar esta medida y “no sabía, hasta los últimos quince días, si este año nos iba a coger la uva o no”.

Finalmente, el administrador concursal de la firma “nos ha comunicado que nos coge las uvas, pero los precios son una incógnita; el asunto no pinta bien y el próximo año no se sabe qué va a ocurrir”, ha detallado.

Con gesto desolado, ha reconocido también que es duro tener que tirar uvas después de veinte años dedicado, de pleno, al cuidado y cultivo de tus viñas, aunque “ha sido un mal menor”.

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