Toros

Fabio Jiménez: “Intento que mi toreo sea mío, como yo lo siento”

Fin a un invierno de ocho largos meses. Fabio Jiménez (Alfaro, 2003) regresa este sábado a los ruedos. En Aldeanueva de Ebro, al lado de su Alfaro natal y al lado también de una figura del rejoneo, Guillermo Hermoso de Mendoza. A la misma hora que versó Lorca: a las cinco en punto de la tarde. Y lo hace tras ocho largos meses de entrenos en una nave industrial abandonada a las afueras de Salamanca y un poco de campo. Solamente cuatro toros a puerta cerrada y una docena escasa de tentaderos. No más, que la pandemia ha mermado tanto las camadas, que pasarse cerca un pitón es ahora poco menos que un milagro. Mañana, cuando se vuelva a vestir de torero, volverá a ser primavera para Fabio Jiménez.

-¿Cómo ha pasado Fabio este largo invierno de ocho meses?

– Bien. Ha sido un invierno muy intenso, entrenando mucho, toreando mucho de salón, buscando corregir infinidad de matices, que si el codo tiene que ir aquí o allá, la cintura colocada de esta o de aquella manera… En definitiva, indagando en mi toreo y con esa ilusión de mostrar un Fabio Jiménez mejor que el del año pasado.

– Pues eso ya es decir, porque el año pasado hubo tardes muy importantes: Alfaro, San Agustín de Guadalix, Arnedo…

– Fue una temporada corta, de solo nueve festejos, pero que, para ser mi primer año con picadores, tuvo unas sensaciones muy bonitas y muy intensas que me hicieron crecer mucho como torero.

– No es para menos. Aquellas tres orejas en Arnedo y el ‘no Zapato de Oro’…

– Bueno, lo de los galardones siempre está fuera de tu alcance y uno no puede hacer nada. Pero sí, pasaba la feria, no pasaban cosas de gran trascendencia y, siendo el único novillero que había cortado dos orejas a un mismo novillo, esperaba ganar el ‘zapato’. Y cuando vi que no lo gané, me dio mucha pena. Pero no por no ganarlo, si no por las puertas que te abre un premio de esa categoría, sobre todo, ahora que es tan difícil abrirse camino en esta profesión y entrar en los carteles.

FOTO: Marcos López.

– Habla con cero rencores…

– ¡Claro, claro! Es que no puede ser de otra forma. Estoy muy agradecido de que contaran conmigo para la feria, pese al poco bagaje que tenía como novillero con picadores. Estoy deseando volver a Arnedo e intentar hacer mi toreo. Que ojalá esta vez convenza al jurado, pero no para ello voy a cambiar mi manera de hacer las cosas. Yo intento torear como lo siento y sé que es imposible gustar a todo el mundo.

Mira, a mí lo que verdaderamente me escuece es que me salga un novillo bueno y no sepa estar a la altura o que no sea capaz de expresar lo que siento. Eso sí que es lo que me duele. Lo de los premios, para nada. Ojalá me nieguen muchos premios, que eso será señal de que estoy toreando muchas tardes.

– Volvamos a lo de mañana en Aldeanueva, Fabio. Se enfrenta a dos novillos de Domingo Hernández, nada menos.

– Sí, la ilusión es máxima. Primero porque nunca he toreado en Aldeanueva y eso que está muy cerca de Alfaro. Y luego, qué voy a decir yo de esta ganadería tan contrastada y que tantos toros magníficos ha lidiado a lo largo de tantos años y que tantas faenas históricas ha protagonizado.

-Sin ir más lejos, la de Morante de la Puebla el pasado miércoles en Sevilla. Por cierto, estuvo ese día en La Maestranza, ¿verdad?

-Sí, sí. Fui sin pensarlo. Con mi amigo y banderillero ‘El Boni’. Nos gustaba tanto el cartel… Fíjate, Morante, Urdiales, Ortega… Cogimos el coche por la mañana y allí que nos plantamos. O, mejor dicho, casi que nos secamos, que estuvimos en un tendido de sol, jajaja.

– Y ¿cómo fue aquello?

– Bufff… no hay palabras para explicar lo que hizo ‘Morante’. Imagínate: la gente llorando en la plaza. Yo también me emocioné mucho. Es que fue algo irrepetible. Creo que nunca se había toreado tan perfecto, tan reunido, tan despacio… Tan de todo.

– Y un novillero, ¿cómo asimila tanta grandeza en una misma lidia?

-Siempre que ves una corrida de toros y pasa algo muy grande, quieras o no y en la medida de lo posible, te ves capaz de igualarlo en unos años. Que no suene mal, pero crees que tienes unas condiciones y puede que dentro de un tiempo se puedan dar todos los condicionantes para hacer algo parecido. Lo digo con toda la humildad del mundo, que conste. Pero lo del otro día es otra historia. Se ve como algo inalcanzable. Fíjate que, al día siguiente, tomando café con mis compañeros después del entreno físico, pensamos que se tenía que suspender la temporada (ríe). ¿Qué más vamos a hacer los demás después de lo que hizo Morante? Es que se ha llegado al máximo del toreo.

Pero bueno, ya más en frío te das cuenta de que Morante ha tardado muchos años en conseguir tanta grandeza y que detrás de esa faena hay mucho trabajo, mucho esfuerzo y mucho sacrificio. Y, siendo sincero, me ha servido para ser consciente de lo importante que es la constancia en el toreo.

Foto: Eduardo del Campo

 

– ¿Has vuelto a ver muchas veces el video de esa faena?

– Pues mira, no. He visto varias veces el quite por ‘tafalleras’, que me parece una auténtica delicia. Pero la faena no la he querido ver muchas veces. Pero ni esa ni otras que también me han llenado, porque luego, quieras o no, intentas imitarlo y la imitación no deja de ser eso: una imitación. Y no, no quiero imitar a nadie. Yo intento que mi toreo sea mío, tal y como yo lo siento.

– ¿Qué tiene Fabio más allá de este sábado?

– El día 1 de julio estoy anunciado en Boujan-Sur-Libron, que supone mi presentación en Francia, algo que me hace especial ilusión. Además, lo hago con una novillada de Pablo Mayoral, que es una ganadería que me puede regalar unas embestidas muy especiales. Y el resto, de momento, poca cosa. Piensa que las principales ferias de novilladas se celebran en septiembre.

Seguro que estaré en Alfaro en agosto y, si la Fundación del Toro de Lidia vuelve a celebrar el ‘Circuito de Castilla y León’ volveré a estar anunciado porque el año pasado llegué a semifinales. Seguro que esta de 2023 es una temporada bonita. Mi apoderado, ‘Dody’ Hernández (que es el hijo de Concha, propietaria de la ganadería de Domingo Hernández) tiene puestas muchas ilusiones en mí.

– Suerte, torero.

– Dios lo quiera.

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