La Rioja

Los riojanos sucumben a los encantos del abrazo cerrado del tango

Foto: EFE /Fernando Díaz

La UNESCO lo declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por ser la expresión más profunda y vibrante del Río de la Plata. La sensualidad, elegancia y pasión del tango traspasa fronteras y si en La Rioja somos de jota, la cultura del tango cada vez tiene más adeptos en la región.

Todo, gracias a la asociación El Firulete, un grupo de amantes de este patrimonio argentino que allá por 2018 decidieron dar un paso más a sus clases de baile y constituir un órgano con el que compartir su pasión. Paco Vázquez, profesor de baile, encabezó los cortes, quebradas y firuletes y así comenzó la andadura de esta asociación que va enamorando cada vez a más riojanos.

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“El tango es un baile que a todo el mundo le gusta ver pero da mucho respeto practicarlo. Tiene más complicaciones que otros bailes porque se hace en pareja mediante un abrazo cerrado, y la complicidad a la hora de expresar los movimientos se antoja más difícil”, explica Paco. El profesor también destaca que “estamos acostumbrados a que todo lo que nos llega del tango es a través de exhibiciones o concursos donde los pasos que se crean son muy espectaculares, pero lo que nosotros practicamos es el tango de toda la vida, el milonguero, ese que baila la gente cuando se reúne de manera desenfadada. Es mucho más natural de lo que parece”.

Para darse a conocer, El Firulete propone clases gratuitas para que la gente lo vaya conociendo y “se vaya dando cuenta de que al final el tango se basa en los movimientos naturales del cuerpo que buscan el equilibrio”. Una vez enganchados, “les enseñamos la técnica, la musicalidad y los códigos del tango para poder bailar con otras personas. En definitiva, les ayudamos a que aprendan a sentir el abrazo y caminar con la música en conexión con la pareja de baile”.

Los ensayos se llevan a cabo en la calle Somosierra de Logroño, en el estudio Algazara y, además, “cada tercer sábado de mes organizamos una milonga en un local que tenemos en Alberite hasta donde llegan amantes del tango de Pamplona, Zaragoza o Bilbao. Una cita perfecta donde nos encontramos, ‘abrazamos’ y bailamos al ritmo del tango”.

Es más, este fin de semana, el Riojafórum de Logroño está acogiendo el XXV Encuentro Nacional de Asociaciones de Aficionados al Tango de España, patrocinado por el Gobierno de La Rioja y al que están convocadas todas las asociaciones del país, así como los socios y tangueros que deseen acudir. Más de trescientos participantes se han desplazado hasta la capital riojana, “por lo que aprovecharemos para, además de realizar milongas callejeras todos los días, visitar los Monasterios de Suso y Yuso, hacer visitas guiadas por Logroño y visitar algunas bodegas”.

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Pero este baile no solo es una forma de entretenerse, sino también una terapia muy saludable que, tal y como señala Paco beneficia a las personas que sufren de Párkinson, tiene problemas de integración, coordinación e incluso demencia. “Es un baile para todas las edades. Existen tangueros de 80 y 90 años que a nivel de salud están de maravilla. Claro que no hacen filigranas, pero te aseguro que bailan mucho mejor que otros más jóvenes”.

“Esto es cosa de dos”

Una de esas personas que se enamoró del tango, quizá porque antes lo había hecho de un argentino, es Celeste García. “Siempre he estado vinculada al mundo de la danza, aunque practicando otras disciplinas”. Pero el tango le cautivó. Quizá sea por el sentimiento con el que se baila, o quizá sea “porque es un mundo muy bonito y sobre todo respetuoso”.

Las primeras clases no fueron fáciles. “Tienes que ponerle muchas ganas, porque parece que no evolucionas, pero es imprescindible entender que no consiste en bailar tú solo, sino compenetrarte con tu pareja. Más que pasos, es la comunicación visual y el lenguaje táctil con la otra persona. Esto es una cosa de dos”.

Celeste dio sus primeros pasos tangueros pocos meses antes de la pandemia, y durante el confinamiento seguía practicando con clases online, pero ha sido en el último año y medio cuando ha retomado las clases semanales y ha echado toda la leña al fuego. “Cada día aprendes algo nuevo o sientes algo diferente. Pero las milongas son lo mejor. Pasas un rato buenísimo y bailas con gente que ni siquiera conoces. Ahí es cuando más aprendes”.

“Organizo mis vacaciones en función del tango”

Alfredo Sánchez empezó a bailar tango por casualidad. Un familiar le invitó a una clase y “me quedé absolutamente prendado”. Reconoce que es muy bailarín, pero lo que ha sentido con el baile argentino “no me había pasado nunca. Algunos dicen que soy muy exagerado, pero la sensación de bienestar, de paz interior, de relax, armonía y felicidad que me da el tango no me lo ha hecho sentir ningún otro baile”.

Se reconoce bailarín, pero el enganche que tiene con el tango es indescriptible: “Tomo con mi mujer clases dos veces a la semana, pero me saben a poco. Además, participamos en las milongas y encuentros que se van celebrando y eso nos encanta”.

Tal es así, que Alfredo organiza sus vacaciones en función de las jornadas que se vayan celebrando durante el año. “Que en abril toca Valencia, allá vamos. Sevilla, La Coruña, Alicante… conocemos muchos lugares gracias al tango”.

Para Sánchez este baile es poesía, cultura, armonía… “Un abrazo entre dos personas que, aunque no se conozcan de nada, llegan a coincidir en sensaciones, y eso es indescriptible. Además, el tango es un lenguaje universal y puedes bailar con personas de otros países con las que te entiendes a la perfección tan solo con el movimiento de tu cuerpo”.

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