La Rioja

Tinta y tinto: ‘Necesito medicación’

El otro día me puse frente al espejo del baño, me mojé la cara con agua fría para comprobar que estaba despierto y me dije a mí mismo que no podía seguir así. “Tienes que dejarlo, Manuel”. Reconozco que me he enganchado a la serie del PP de La Rioja como en su día a ‘Cómo conocí a vuestra madre’, ‘The Wire’ y ‘Breaking Bad’. Lo que antes eran maratones de series en la cama del colegio mayor, ahora son atracones de información sobre cualquier acontecimiento que nos dé una pista sobre lo que va a pasar en la margen derecha de nuestro espectro político. Lo mismo da un nuevo capítulo de Alberto Bretón que uno de Cuca Gamarra u otro de Gonzalo Capellán. Incluso de un concejal cualquiera en un pueblo de veinte habitantes en la sierra. Todo es insuficiente para calmar la voracidad de una serie que no te la firman ni Aaron Sorkin o David Simon. Por eso he decidido dejarlo. Lo he hablado con mi pareja, mi familia y mis amigos. “No puedes seguir así, Manuel”, me han dicho comprensivos, y por eso he solicitado ayuda profesional. Lo del jueves pasado en el Delicatto será mi último chute popular en un tiempo largo. Había allí tantos abrazos y rápidos movimientos en busca de cariño que si te quedabas fijamente mirando la escena podía darte un ataque epiléptico.

Ya en mayo comprobamos que cuando las cornetas suenan a rebato en este restaurante, los dirigentes del PP acuden al mismo con disciplina militar. Pese a que dentro de cada cuartel familiar la cosa esté más revuelta que en el patio de un colegio. Todavía supuran las heridas del 2017 y en estos tres años sin gobierno han surgido algunas nuevas que nos han llevado al tiempo de la capellanía. Todo por el bien común de un partido que se aproximaba al abismo sin que nadie quisiera levantar el pie del acelerador. Cortó entonces Génova por lo sano y amputó a todos los implicados con una simple llamada de teléfono. La que realizó el nuevo presidente nacional, Alberto Núñez Feijóo, al ahora candidato y otrora dirigente llamado a suceder a Pedro Sanz, Gonzalo Capellán. A partir de ahí, una serie de catastróficas desdichas para Alberto Bretón, una lección de honestidad de Alfonso Domínguez y un astuto cambio de posición de Carlos Cuevas. El primero se ha quedado en su delirio prácticamente solo en lo que viene a durar el cantar de un vizcaíno, el segundo ha demostrado que su posición se debía más al momento del partido que a las aspiraciones propias y el tercero ha proseguido con su estrategia de estar sin estar, anunciar sin anunciar y postularse sin postularse.

En cosa de dos semanas, el tiempo de la capellanía en el PP casi ha borrado del mapa a Alberto Bretón -todavía le quedan un par de gritos en el desierto-, ha situado a Domínguez en la Secretaría General y ha rescatado del olvido a dos personas para apuntalar la estructura más cercana al candidato. Alberto Galiana, como presidente “transitorio” y hombre de paz; y María Martín, como directora de campaña y mujer de paz. Ambos exconsejeros con José Ignacio Ceniceros y con larga trayectoria en la formación para calmar unas aguas todavía no tan tranquilas como muestran las declaraciones públicas de sus dirigentes. No quiere sobresaltos el responsable de teñir de azul el Gobierno de La Rioja sino una transición que vaya supurando sin problemas, asumiendo posiciones más discretas para personajes hasta ahora en primera línea de fuego como los propios Cuevas y Ceniceros, así como Conrado Escobar o Jesús Ángel Garrido, entre otros. Fuera del primer equipo presentado en Duquesa de la Victoria, tocará esperar al segundo nivel para ver dónde coloca Capellán a la hasta ahora gente fuerte del partido. Las trece vicesecretarías en las que ha organizado la formación, bien parecen más el primer paso para unir a las distintas familias sin que nadie se quede fuera de la tarta, que una organización real para el funcionamiento del día a día.

Volvamos un segundo a la cita del Delicatto del pasado jueves, donde todos buscaban su minuto de oro con el candidato por aquello de “qué hay de lo mío” en el corto plazo. Me preguntaba una dirigente del PP al acabar el acto que qué me había parecido y le contesté que no les había quedado mal del todo, “pero que un poco largo el tema”. “¿Y de qué ibas a haber escrito entonces durante este tiempo?”. Y entonces le di la razón, que la cosa había sido entretenida, pero que ya valía, que necesitaba desengancharme. Y es que los nervios aumentan con el paso de las semanas y la cercanía de las elecciones. Tienen en el PP la convicción de que van a ganar con una “mayoría suficiente” para gobernar, una vez puesta en orden la casa. Su esperanza pasa por que Capellán sea capaz de cambiar el rumbo y alejarse de ese abismo que Génova ha evitado con un golpe encima de la mesa.

Y es que no andan mucho mejor en la acera de enfrente. La alcaldesa socialista de Haro, Laura Rivado, anunciaba esta semana que no optará a revalidar su cargo, pese a que su continuidad como primera edil se daba casi por segura. En el pequeño Logroño del poder los rumores sitúan la decisión en los continuos desencuentros con la actual dirección del PSOE -Rivado llegó a la política de la mano de Francisco Ocón y fue su secretaria de Organización-, pese a que públicamente se mantienen las formas. En Podemos, su líder, Arantxa Carrero, no ha conseguido los avales suficientes para optar a las primarias de la formación morada y será un desconocido Raúl Pérez quien acompañe a Henar Moreno (IU) en la papeleta conjunta de la izquierda. En Ciudadanos, su portavoz en el Parlamento, Pablo Baena, ha decidido dejar su acta de diputado y abandonar el partido, como ya hicieran dos concejales en Logroño a mitad de legislatura, pese a que estos sigan en el consistorio como no adscritos.

En todas las casas políticas de la región cuecen habas y en la mía a calderadas. Recordemos también que en Vox ya hubo otro golpe encima de la mesa al situar como líder a Muskilda Espinosa, quien relevó a Carmelo Borondo en el cargo, tras sustituir este en la dirección a Maite Arnedo después de un importante roce con Rocío Monasterio. Ni siquiera en el Partido Riojano (PR+) se libran de las críticas internas, donde algunos dirigentes consideran la sombra de Julio Revuelta excesivamente alargada en las decisiones que adopta Rubén Antoñanzas. Su pacto con la España Vaciada le da un soplo de aire fresco a la formación, al tiempo que abre un abanico de posibilidades en las listas. ¿Inmaculada Sáenz como número uno al Parlamento? ¿Compañera de viaje como número dos en la aventura regional del ahora concejal en Logroño? Al menos, ya tenemos otros asuntos sobre los que escribir para desengancharnos del culebrón más popular.

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