La Rioja

La Gaita de Cervera: ellas no bailan solas

Las mujeres en Cervera siguen intentando bailar ‘la Gaita’ en las mismas condiciones que sus vecinos masculinos. El ancestral baile folclórico, que se mantiene desde hace siglos siendo parte importante de las fiestas cerveranas, es aún motivo de confrontación entre los vecinos. La tradición, que se remonta a más de cuatrocientos años, dice que sólo los hombres solteros pueden bailarla, pero cada vez son más las voces que consideran que el baile debe abrirse a ambos sexos.

De momento resulta imposible, tanto en las fiestas de Santa Ana, que se celebran estos días; como en las de San Gil, que comienzan a finales de agosto. Si ellas quieren bailar, deben hacerlo separadas del grupo principal, por detrás de ellos, con otros dulzaineros costeados por ellas mismas, con otras banderas… Y si, como en el caso de este miércoles, no tienen grupo de gaiteros para poder salir a bailar, quedarse mirando desde las aceras a ver cómo ellos tocan las pulgaretas.

Así, este miércoles volvieron a intentarlo, y volvió a ser imposible. En el mismo momento en el que una de ellas intentó acceder a la rueda para bailar con sus vecinos, desde la cofradía se obligó a parar la música. Y las dulzainas pararon, pero no así el baile. Las palmas del público comenzaron entonces a sonar al ritmo de la danza y las chicas siguieron bailando: primero solas y después acompañadas por un grupo de compañeros que habían bailado segundos antes en el acto oficial y que al grito de «valientes» querían apoyar así a sus vecinas.

La emoción a flor de piel, dentro y fuera del baile. «Había una mezcla de emoción por los que han entrado a bailar con nosotras y otra de decepción por los que no se han atrevido», relata una de ellas después del baile. «Son muchos los que nos apoyan pero que no se atreven a hacerlo públicamente», comenta otra.

Mientras, entre el público también resbalaba alguna lágrima: «Es muy emocionante verlos bailar juntos». Pero también la indignación ha estado presente entre algunos vecinos que continuaban con el vermú festivo, alejados de «esa pantomima que nada tiene que ver con el pueblo». Y es que en Cervera hay opiniones para todos los gustos sobre si las mujeres tienen o no derecho a bailar en sus fiestas, las de su patrona.

En 2013, primer intento

Fue en 2013 cuando por primera vez dos mujeres intentaron terminar con esta tradicional discriminación. Lo hicieron en un día como el de este miércoles, última jornada de las fiestas cerveranas, en la que desde hace años se deja bailar también a veteranos, saliéndose así de la tradición más ancestral del municipio, que sólo permitía el baile a los jóvenes casaderos. Si ellos, que no cumplían las normas más tradicionales de la cofradía, podían bailar ¿por qué ellas no?

De 2013 a 2015 pudieron hacerlo sin mayores problemas que los chascarrillos de los vecinos. Las chicas aprovechaban un momento del baile para introducirse en la rueda y poder compartir con sus vecinos la tradicional danza, pero en 2016 comenzaron los insultos y una vez que ellas se metían a bailar la música cesaba y eran expulsadas del corro. Ese hecho supuso que mucha más gente se sumase a la reivindicación y pasaron de ser dos a ser casi una veintena de danzadoras.

«Este año no ha habido insultos, pero sí hemos tenido que oír lo de que si no nos cansamos de hacer el ridículo», cuenta una de las chicas antes de salir a bailar. Otra recuerda lo vivido la jornada anterior: «Vino la presidenta de La Rioja y podía haber aprovechado su visita para hacernos más visibles, pero ni un saludo, ni un mensaje en una de sus redes sociales; ella que tiene más voz pública que nosotras», dice otra. «Es que alguien tiene que decir alto y claro que esto es una discriminación», comenta tajante otra de las jóvenes.

No todos piensan así. «No hay problema en que haya dos ‘gaitas’, la tradicional, la de siempre y luego la suya, pero que bailen en la oficial no es de recibo porque la tradición no es esa», comenta una vecina. «Pero, vamos a ver, que la mayoría de estas chavalas no son ni del pueblo», comenta otro cerverano. «Bueno la mayoría de los chavales que bailan tampoco viven aquí todo el año», contesta otro, que escucha desde lejos la conversación.

Los borregos, también sólo chicos

Pero no es la única tradición riojana en la que las mujeres no tienen cabida. Aunque muchos pudieran pensar lo mismo sucede con las danzas de Anguiano, no es así. Aunque aún ninguna mujer se ha lanzado por las escaleras y cuestas del municipio con los zancos, la tradición no dice nada de que no puedan ser mujeres quienes lo hagan.

Donde sí que no pueden entrar mujeres es en los Borregos de Calahorra, el tradicional juego de azar, que sólo está permitido a los hombres. Más de cien años lleva celebrándose en el Casino Principal y nunca una mujer ha podido entrar mientras se llevaban a cabo las apuestas, aunque algunas lo hayan intentado.

Algunos van avanzando

Pero las tradiciones pueden modificarse y no pasa nada, las fiestas siguen y las costumbres también. El 12 de agosto de 2016,  Carmen Martín pasó a la historia de Villavelayo como la primera ‘cachibirria’ del municipio. A sus 22 años, portó con orgullo el bastón de mando de la localidad serrana durante las fiestas en honor a Santa Áurea, en la primera ocasión en la que era una mujer quien ostentaba ese honor. Desde entonces, de los criterios de selección de la asociación cultural encargada de elegir ‘cachibirrio’ ha desaparecido para siempre la cuestión de sexo.

Aquel verano ‘mágico’ para la igualdad de género tuvo su colofón el 27 de agosto, cuando un grupo de mujeres portó sobre sus hombros por primera vez las andas de la Virgen del Villar en un tramo de la procesión desde la iglesia de San Martín de Pradillo hasta su ermita.

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