La Rioja

El (muy) buen Camino: peregrinos más maduros y más desahogados

Xavier Barros (Santiago de Compostela).- El Camino de Santiago, que coincidiendo con el doble año jacobeo acoge estos días un elevado flujo de paseantes y peregrinos de numerosas procedencias, tiene relativamente menos jóvenes con abultadas mochilas que años atrás, ante un elevado aumento de extranjeros, personas de mayor edad, poder adquisitivo y equipamiento tecnológico.

La senda medieval que durante siglos favoreció atravesar la península ibérica a peregrinos, monjes, comerciantes, maleantes o militares, fue popularizada hace tres décadas por jóvenes en busca de espiritualidad y aventura, dispuestos a dormir en albergues, tiendas de campaña o al aire libre. Ahora se ha convertido en un recorrido turístico de primera magnitud y en un nicho de negocios.

Los que frecuentan actualmente el Camino de Santiago, en su mayoría extranjeros, incluyen un “perfil más senior” y un “poder adquisitivo medio alto”, asegura a Efe el geógrafo Miguel Pazos, director de Cetur, un órgano de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) sobre estudios turísticos.

Los extranjeros, un 31,4 por ciento del total de caminantes en 2010, fueron 57,9 por ciento en 2019. Y si bien la irrupción de la pandemia del COVID al año siguiente y las restricciones en viajes llevaron a una pausa en el Camino, ahora se reanuda esa misma tendencia, según observa Pazos.

FOTO: EFE/Raquel Manzanares.

El Hostal de los Reyes Católicos, del grupo público Paradores, el más lujoso establecimiento hotelero de la ciudad, tiene ya reservas este verano superiores al 90 % de su capacidad, de 137 habitaciones; un 70 % de extranjeros, principalmente británicos y norteamericanos, “niveles similares a antes de la pandemia”, indica a Efe su director, Santiago Carrera.

Los estudios de la USC muestran que los turistas extranjeros gastan en su estancia de un 25 a un 30 % más que la media de visitantes, y tienen mayor tendencia a alojarse en hoteles de cuatro o cinco estrellas. El desarrollo de empresas de traslado de equipaje de caminantes y peregrinos de un hotel o albergue a otro en vehículo ha favorecido con creces esta nueva modalidad de caminantes de mochila más ligera.

La supresión de la tarifas de itinerancia o ‘roaming’ en la Unión Europea y el abaratamiento de costes de telecomunicaciones han contribuido igualmente a acabar con el aislamiento de los caminantes que ahora se geolocalizan, reservan alojamiento y comida durante la marcha, o conversan con familiares y amigos.

El ‘Tinder’ jacobeo

El Camino ha pasado también a ser un “espacio de socialización” virtual con muchas y muchos romeros “solteros” en busca de citas, además de un terreno de inspiración para divulgadores audiovisuales sobre sus experiencias individuales o colectivas.

Y hasta una ocasión para la “liminalidad” y el tránsito hacia otras perspectivas para quienes han perdido un trabajo, un familiar o amigo, o directamente buscan cambios en sus vidas, según Pazos.

FOTO: Raquel Manzanares (EFE)

Uno de los lemas populares del Camino concluye que “sin dolor no hay gloria”, pero el desarrollo tecnológico también está cambiando esa concepción, especialmente con la irrupción de bicicletas eléctricas, populares entre turistas de más edad o apresurados deportistas.

Aunque para muchos la meta continúa siendo Santiago de Compostela, Fisterra, en el extremo más occidental de Galicia, está ganando cada vez más adeptos.

Con todo, no hay cifras fidedignas del número de caminantes, sus recorridos o perfiles, salvo los macrodatos de los que disponen, y comercializan, las empresas de telecomunicaciones, precisa Pazos. Una encuesta elaborada en 2007 por investigadores de la USC entre más de ochocientos caminantes mostraba que solo un 38 % tenía una verdadera motivación religiosa, y, según Pazos, es muy probable que la “secularización” del Camino haya aumentado en los últimos años.

Aunque la Iglesia católica persevera en mantener su espíritu religioso en el Camino, con la ‘Compostela’, el documento que libra el Arzobispado a quienes completan un recorrido de al menos 100 kilómetros a pie o 200 en bicicleta o a caballo y expresan que lo hacen por “fe” o “espiritualidad”, pues hay un creciente número que renuncia a ese título y que busca aventura, deporte, naturaleza o relaciones sociales.

La ‘Compostela’, instituida en 1970 por la Iglesia católica, fue entregada ese año a 68 peregrinos y en 1971, coincidiendo con el año santo, la recibieron 491, pero progresivamente las expediciones han ido incrementándose hasta alcanzar casi 350.000 en 2019, según la oficina gestionada por el Arzobispado.

En el seno del catolicismo hay numerosas voces discordantes sobre la secularización de la ruta jacobea, pero hay una realidad, que la proliferación de caminantes ha favorecido jugosas ganancias en conventos, monasterios o seminarios abandonados por la falta de vocaciones y otros edificios y negocios propiedad de la Iglesia.

El Camino de Santiago, una modalidad de desarrollo turístico poco contaminante y más conciliadora con el medio ambiente, corre, sin embargo, un riesgo de masificación susceptible de desvirtuar tanto el encanto de la supervivencia en plena naturaleza como el reto de encontrarse solo a uno mismo.

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