La Rioja

Con Pepo y Zeus: clases que dejan huella en Pradejón

Nerea lo tuvo claro en cuanto conoció el trabajo que la entidad Dejando Huella hacía con chavales que sufren autismo y sus perros: la iniciativa podía trasladarse a cualquier joven y el resultado podía ser fascinante. Por eso esta profesora de instituto intentó poner en contacto a la entidad con el colegio en el que trabaja, la sección del Marco Fabio Quintiliano de Pradejón. De esa iniciativa ha nacido un proyecto de innovación educativa, capaz de transformar a los chavales en decenas de aspectos, que se lleva a cabo estos meses en el centro con alumnos de 1º y 2º de ESO.

“Conocí el proyecto que hacen cuando trabajaba en otro colegio y les invité a que viniesen un día para hacer una actividad concreta; la respuesta del resto de profesores y los alumnos fue tan entusiasta que decidimos dar un paso más y convertirlo en un programa más amplio en el tiempo donde se trabajasen competencias clave para los alumnos”, explica. Así presentaron el proyecto al Centro Riojano de Innovación Educativa donde no sólo aprobaron la propuesta sino que la apoyaron desde el principio incluso asistiendo a algunas sesiones.

Así nació el proyecto ‘Juntos Somos Uno’, y desde enero Pepo y Zeus, con sus guías María e Irene, como miembros del Proyecto Dejando Huella, entran en las aulas de esta sección un claro objetivo: implementar prácticas innovadoras en el aula en relación  no sólo con el cuidado de los animales sino también con el respeto a los demás como base para cuidarse a ellos mismos.

“Pepo y Zeus son perros con experiencia en este tipo de trabajos con chavales, su carácter es muy amable y están consiguiendo a través de su comportamiento enseñar muchos valores a los chicos; ellos también están aprendiendo muchas cosas de los chavales; en este proyecto estamos ganando todos”, explica Ana Rodríguez, responsable del proyecto.

Para los chavales además ha sido un repulsivo enorme tras dos cursos marcados por la pandemia. “El año pasado fue muy duro especialmente para los chavales de esta edad y conseguir esta motivación en ellos ha sido algo muy importante para nosotros”. Según Nerea, la respuesta del alumnado ha sido excepcional.

“Hacemos dos sesiones al mes, una con perros y otra sin ellos, en la primera observamos al animal, jugamos con él, explicamos y detectamos cuales son sus emociones y en la segunda extrapolamos todo lo vivido a nosotros mismos y a nuestros compañeros”, comenta.

Así, el trabajo está sirviendo para dar a conocer valores como la asertividad, comprender el lenguaje de las emociones, ver que una persona da señales de cuándo algo no le está sentando bien y cómo parar antes de que la situación se complique. “Los chavales hablan de sus emociones después de estar con ellos de una forma mucho más abierta y hemos aprendido que como ellos tenemos herramientas para resolver conflictos a través de una comunicación no violenta”, detalla.

Así, se está trabajando desde las competencias clave para dotar tanto al profesorado como al alumnado de herramientas que promuevan la convivencia a través de prácticas restaurativas, respeto a los animales y a la naturaleza y a sí mismos, educación emocional y él entrenamiento en habilidades sociales como la asertividad, la tolerancia, la libertad, el respeto y la empatía. “Incluso había alguno de los chavales que tenía miedo a los perros y ya no lo tienen, algo que en un principio no partía como uno de los objetivos pero que también hemos conseguido”, cuenta.

El proyecto se encuentra ahora en su ecuador y chavales, familias y profesorado están encantados con los resultados que se van obteniendo. “La educación es sembrar semillas y esperar a que algo nazca de ellas, con ese objetivo hemos creado este proyecto”. Nerea adelanta que además el final de proyecto contará con una charla en la que los alumnos expliquen a sus familias todo lo que están viviendo en compañía de Pepo y Zeus y con una exposición para que la pueda ver todo el municipio con las cosas que han trabajado y aprendido.

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