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Tinta y tinto: ‘La despedida de Feijóo’

FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

No sabemos si la visita de Feijóo a Logroño ha sido una despedida o una boda. A lo gallego se vive mejor. ¿Y qué ha sido? Pues depende. Si nos centramos en los momentos previos a su llegada al Círculo Logroñés, claro casamiento. Había más nervios en esa entrada que en la puerta de una iglesia cuando la novia comienza a retrasarse. Por allí deambulaban concejales, diputados, compromisarios y candidatos a algo en unos meses sin saber muy bien qué hacer. Con el congreso regional del PP todavía sin definir, cualquier comentario inadecuado con un compañero puede condenarte siete puestos más abajo en una lista y cualquier apretón de manos puede catapultarte a las sillas donde se pilla cacho.

“La cosa va bien. Está todo en orden”, comentaba uno de tantos dirigentes que se congregaban en la puerta a la espera de la novia. “¿Acaso hay un sitio más casposo que este?”, apuntaba otro cargo con larga trayectoria y ascendencia en el partido. El ala derecha (digamos centroderecha) del pequeño Logroño del poder tenía este viernes una cita con la historia. De ahí que todos se pusieran sus mejores galas. Tampoco faltó el padrino. Así son las bodas. El ‘pedromari’ ha vuelto, si es que alguna vez ha llegado a irse del todo, y está otra vez en el centro de las fotos.

Foto: EFE/Raquel Manzanares.

Subía el expresidente las escaleras del Círculo recibiendo los saludos de los afiliados de siempre. “Pedro, que no me conoces”, le dijo una señora de cierta edad al tiempo que se bajaba la mascarilla. “¡Pero cómo no te voy a conocer, Mari Carmen!”. Y fueron felices y comieron perdices. Ella y él. Lo más probable es que entonces pasara la vida de Mari Carmen por delante de los ojos del ‘pedromari’, que por eso es el padrino y conoce de cabo a rabo hasta el último militante. Lugar de nacimiento, lugar de residencia, familiares, amigos, conocidos, favores realizados al partido, favores debidos… la verdadera enciclopedia de La Rioja.

Así ha funcionado el PP siempre cuando ha funcionado y así ha logrado gobernar veinte años con mayoría absoluta esta comunidad. Por eso ahora ha vuelto a los orígenes. Lo ha intentado con Pablo Casado y Teodoro García Egea, de quien cuentan que montó un torneo de FIFA al llegar a Génova para “ganarse a los chavales”, pero la apuesta no tenía muchos visos de prosperar. Antes de que la sangre llegara al río con los hijos ya mayores, mejor un divorcio exprés y una nueva boda con tu amor de toda la vida. Los amores de verano, para las películas y la adolescencia. Por eso un gallego dirigirá nuevamente a los populares y por eso todavía no sabemos si estuvimos en un casamiento o en una despedida. El preludio a la verdadera fiesta.

Contó Feijóo que él siempre miraba de reojo a La Rioja en las elecciones para ver si el PP sacaba mayor porcentaje de voto que en Galicia. Unas veces sí y otras non. Los años dorados y los once millones de votantes que ahora quiere recuperar el presidente gallego, recuperando a afiliados y simpatizantes como aquellos que vuelven a casa por Navidad. Pese a los disgustos con la familia, al final uno siempre termina sentándose a la mesa de Nochebuena y discutiendo sobre política. No podemos evitarlo porque casa es casa. Y si perdemos la casa, perdemos el lugar al que volver cuando ya no haya ningún otro al que acudir.

También bromeó Feijóo con que en La Rioja le había apoyado el 99,6 por ciento de la militancia mientras que en Galicia “sólo” había obtenido el 99 por ciento. Seis décimas que le sirvieron para sacar la carcajada general ante el abrumador apoyo, aunque desde entonces no paro de intentar descifrar quiénes serán esos afiliados del 0,4 por ciento. Porque el PP ha vuelto a coger impulso y nadie quiere quedarse atrás. En definitiva, da igual que lo del Círculo fuera una boda o una despedida. Lo único cierto es que era una fiesta y que los populares han recuperado la ilusión. ¿A lo gallego se vive mejor? Pues depende.

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