La Rioja

Ciudades futuras: femenino plural

La calagurritana Marta Domínguez es doctora en Sociología y da clases en la Universidad Complutense de Madrid y en el máster Erasmus Mundus 4 Cities. Para ella las ciudades son algo conocido y familiar. Ha escrito y publicado largo y tendido sobre las dimensiones culturales de la ciudad y la integración, la segregación socioespacial, la desigualdad social, la identidad urbana y también sobre la ciudad vista desde una óptica de género.

Para ella el futuro es cristalino: las ciudades deben tender a ser más amables y poder ser apropiadas por parte de todas las personas que viven en ellas. “El diseño del urbanismo ha estado siempre hecho por ellos y para ellos, son las ciudades BBVAH, que llamamos, y que han sido diseñadas bajo la mirada del hombre Blanco, Burgués, Varón y Adulto y también Heterosexual”, dice, al denunciar que la mayoría de las ciudades se han enfocado durante los últimos siglos pensando en los tiempos y estilos de vida del hombre. “Así, las ciudades están hechas para los coches, porque son ellos quienes los llevan, pero luego ellos se van a su puesto de trabajo a primera hora y no vuelven hasta la noche y el resto nos quedamos por ejemplo con ciudades que están más pensadas para el coche que para los paseantes”, explica.

Según Domínguez sólo hay que fijarse un poco para ver que las ciudades están siempre hechas según la óptica masculina, pero no sólo el urbanismo, sino también sus servicios, sus medios de transporte… “En el transporte urbano se priman y facilitan los desplazamientos largos, de la periferia al centro o del centro a la periferia, pero no los desplazamientos poligonales que son los más habituales y los que hacen las mujeres que van de un sitio a otro haciendo diferentes recados”, ejemplifica.

“Nos hemos dado cuenta que este modelo de ciudades no funciona porque la gente tiende a irse a la periferia a vivir y deja los cascos antiguos vacíos siguiendo el modelo anglosajón, sobre todo, en el caso de los desplazamientos voluntarios, y en otros casos, como desplazamiento obligado”, explica. “Y las ciudades más amables mejoran la vida de barrio, el arraigo de los vecinos, hacen que haya espacios comunitarios en los que compartir experiencias, mejoran el comercio local y sobre todo favorecen el encuentro como es propio del concepto de ciudad. Por ello, Hay que valorar más lo reproductivo y visibilizarlo, así como reconocerlo”, detalla.

Domínguez defiende que “la idea es domesticar el tráfico, no podemos ver cómo los coches se hacen los dueños de las ciudades, hay que darle protagonismo al peatón y al espacio publico desde la visión de la mujer, que es especialmente la que más pisa las ciudades. Son decisiones atrevidas y a veces impopulares, pero la mejora es evidente, está demostrado en otras ciudades”.

Y es que la forma de ser de las ciudades tiene mucho que ver con la posibilidad de conciliación de las mujeres y de todos, por extensión: “No es lo mismo tener un parque pequeñito cerca de casa que un gran parque lejano al que no va nadie; no es lo mismo que los niños puedan ir al colegio solos andando desde una edad temprana porque hay ‘caminos seguros’ que tener que llevarlos cada día en coche, y así podríamos poner decenas de ejemplos”.

Y es que para ella la solución para hacer ciudades más amables no sólo está en los carriles bici: “Lo que hay que hacer es realizar una labor pedagógica antes de meter las máquinas. La ciudad tiene que enfocarse a facilitar el día a día de las mujeres, pero también de los mayores, de los discapacitados, de los niños, de los adolescentes… y es la Administración la que tiene que romper las tendencias que había hasta ahora, en un gesto atrevido y valiente, así como de manera integral referida a diversas dimensiones: movilidad, seguridad, equipamientos, espacio publico, etc.”.

El objetivo fundamental es crear ciudades más cohesionadas, más disfrutables, que permitan realizar desplazamientos más multimodales que cuidan el comercio de barrio, la relación entre los vecinos. “Hay que poner los “ojos en la calle”, como diría Jane Jacobs, con travesías más pequeñas, parques más cercanos, equipamientos más amables; lo que se viene llamando la ciudad de los 15 minutos (que implica la ciudad de la proximidad donde se tiene todo a un diámetro de 15 minutoa) y que en el resto de Europa ya llevan proponiendo desde hace relativamente poco tiempo. Hay que seguir esos modelos que ya están implantados en decenas de ciudades europeas desde hace años”, asegura.

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