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Arturo Grávalos: “Morir no da miedo, pero estás triste porque amas la vida”

El ciclista riojano Arturo Grávalos (Cervera del Río Alhama, 2 de marzo de 1998), miembro del equipo Eolo Kometa Team de Alberto Contador, afronta uno de los momentos más difíciles de su carrera. Diagnosticado con un tumor cerebral y tras pasar por quirófano, el cerverano quiere volver al circuito profesional sin perder la sonrisa. Así lo ha demostrado durante su intervención en el programa ‘El corte bueno’, del portal Ciclismo a Fondo: “Morir no da miedo, pero estás triste porque amas la vida”.

Las palabras del ciclista cerverano son todo un alegato a la vida: “Hay tres cosas que me han marcado en todo este tiempo. La primera: todo cambia en un instante. Durante momentos pensé en todo lo que quería haber hecho y no hice, a la gente que le tenía que haber dicho te quiero y no lo hice. En ese momento aprendí que no hay que aplazar nada en la vida, cada minuto hay que aprovecharlo y disfrutarlo al máximo. Porque vivimos siempre de espaldas a la muerte, pero cada minuto puede ser el último”.

Ahora, está inmerso en el tratamiento del cáncer: “Voy bien, tengo a veces unos pocos bajones, estoy en radioterapia y espero que no me quede nada para terminar. No quiero ir a quimio, espero volver a hacer lo que nos gusta a todo el mundo, volver a la bici. Pero volver de verdad”. Pese a la enfermedad, el ánimo sigue intacto. Nada más pasar la operación e incluso antes, ingresado, Grávalos quería moverse: “Pedí a los médicos que me dejaran caminar por el pasillo. Era lo único que podía hacer, sino les hubiera pedido el rodillo”.

El de Cervera sorprendió al personal sanitario por estar tan activo. Cuando les explicó que era ciclista y de dónde venía, entendieron la situación: “No quería pararme. Moverte te hace vivir y sobre todo, tener la mente activa”. De esa forma, fue dando pasos y ya está encima de la bicicleta: “En la fase inicial del tratamiento estaba deseando subir a la bici. Al final les convencí y me dejaron cogerla una hora, hora y cinco, siempre acompañado para que no me pase nada. Los puertos que subía a doble velocidad, ahora estoy contento de subirlos sin más”.

El riojabajeño lleva el deporte en las venas. Pudo ser futbolista: “Era centrocampista, dirigía el equipo y a veces de capitán, estuve en alguna selección importante”. Sin embargo, se orientó hacia las dos ruedas: “Soy riojano
y aunque somos pocos ciclistas; los que somos, somos buenos. Está Coloma, está Sheyla, está Vlad Dascalu. Somos pocos, pero nos movemos bien”. E incluso también corría triatlones; confesando que se le daba bien correr, aunque no nadar.

Lo que no se esperaba Arturo es poder hablar con su jefe de filas, Alberto Contador: “Está siendo un ejemplo de superación, desde el primer momento fue increíble con la fuerza y entereza que asumió esa situación. Eso solo lo hacen los campeones. Al final, hay que aplicarse esa frase que le he comentado a veces. ‘Querer es poder’ es un lema que nos une, porque hemos vivido algo parecido” (el pinteño pasó un cavernoma cerebral). Y Grávalos, claro, lo ha agradecido: “Alberto me está ayudando muchísimo. Tienes que ir día a día no sabes cuando será el último”.

“Una vez que has pasado por algo entre la vida y la muerte, te cambia la mente totalmente y el día a día. Voy a volver, pero de verdad”, ha recalcado el riojano, con profundas reflexiones vitales. Volver a carreras como la Strade Bianche, que ha definido como “una gozada ir tan reventado” o ambiciones de ser un ciclista completo: “Me gustaría ser alguien que ganara fugas, estar en el pelotón y ayudar al equipo”. En este aspecto, su referencia es toda una institución en las carreteras: el caza etapas Thomas De Gendt.

Grávalos, en el debut durante la Strade Bianche

¿Giro, Tour o Vuelta? Grávalos también lo tiene claro: “El Tour es el Tour y todo el mundo que lo ha corrido te lo dice, marca la diferencia en todo”. En ese sentido, también valora la Vuelta, ya que “imagina que pasa cerca de casa y te ven tu familia y tus amigos”. A este corredor de 23 años le gusta disfrutar. Frente a la obsesión por medirlo todo, reclama algo de libertad: “No somos números, hay entrenamientos que no quiero hacer solo con watios. Me gusta ir rápido en todos los terrenos, entrenar es una carrera que te montas tú, pero sin mirar nada”.

Apoyado por su equipo, al que define como su segunda familia; sus amigos y su familia, todo es más fácil: “En nuestro equipo todos nos llevamos bien. Después de entrenar nos tomamos un café, nos contamos la vida, nos conocemos persona a persona y eso al final, es una piña. Todos queremos ayudar al otro para que gane y todos te ayudan a ti para que ganes. Es todo más fácil”.

Y la reflexión final no tiene desperdicio: “No vais a vivir para siempre, pero solo quiero preguntaros una cosa: ¿estáis siendo las mejores personas que queréis ser?”. Tempus fugit, memento mori. Somos efímeros y debemos disfrutarlo.

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