Gastronomía

Turrones y dulces riojanos: la mejor forma de endulzar esta “triste” Navidad

La vajilla de las ocasiones, copas y más copas, el mantel ‘bueno’, los mejores manjares y, lo que no puede faltar en Navidad, los típicos postres navideños. Te puede gustar más o menos el dulce, puedes estar a dieta durante todo el año, pero las bandejas de turrones, mazapanes, garrapiñadas y el roscón son de obligado cumplimiento.

Y eso que los profesionales del sector coinciden en que esta Navidad está siendo más triste y atípica. “La gente está asustada, incluso reacia. La campaña está siendo irregular en cuanto a ventas se refiere, pero hay que entender la situación”, explica Eduardo Villar, de Horno Arguiñano. “Hay que ser realistas”, subraya David Nicolás, de pastelería Ramflor: “Para intentar igualar las cajas de años anteriores tienes que hacer virguerías. Si solo pierdes un 30 o 40 por ciento estás haciendo las cosas bastante bien”.

La sexta ola de la pandemia ha traído consigo la incertidumbre, recomendaciones, nuevas medidas… y noches buenas o viejas incluso en soledad. “Otros años se reúne casi toda la familia y compras de todo, pero esta vez mucha gente lo está pasando sola o en pareja y eso influye mucho en las ventas”, señala Eduardo.

Pero la ilusión y las costumbre no hay que perderlas, “aunque sea por los pequeños de la casa. Son los mejores y no estamos pensando en ellos lo suficiente”, lamenta David. Aún con todo los dulces navideños siguen copando los mostradores de estos establecimientos y, quieras o no, algo picas, sobre todo de cara a Reyes con la llegada del roscón.

Llegada que, por cierto, este año se ha adelantado. “Para Nochebuena ya hubo varios encargos de roscones y para Nochevieja igual. Eso sí, si otros años eran para 14 o 18 personas, en esta ocasión los vendes para 2 o 4”. Nicolás explica que en Ramflor, el rosco se hace con una masa madre fermentada por ellos y relleno de crema, nata o merengue elaborados artesanalmente. “Además, utilizamos naranjas de Valencia para la masa y con la pulpa hacemos gelatinas para otros postres. Se intenta aprovechar todo”.

Lo de siempre y más

Pero sin duda, los productos de siempre, de casa, de las abuelas, siguen llenando la mesas por estas fechas. Garrapiñadas, guirlache, polvorones, mazapanes y turrones vuelven a ser el número uno. “El público sigue siendo muy tradicional y el turrón nunca falla”, recomienda Eduardo. En el Horno Arguiñano elaboran quince variedades de este postre bajo el Sello de Artesanía de La Rioja de turrones, “y los hacemos de principio a fin en nuestro obrador”.

Las innovaciones no terminan de convencer, por ello, el de nueces, el de piñones y el de yema “son los que más se lleva la gente”. Aunque para los más intrépidos, desde el Horno han creado uno muy especial con vino de Rioja, nueces de Pedroso y miel. Además, el denominado turrón de Cádiz, compuesto por yema, coco y glaseado de mazapán con azúcar por encima. “Todo con producto nacional de primera calidad, desde los frutos secos al azúcar, así como el resto de ingredientes”.

En Ramflor el turrón también es uno de sus distintivos. Elaborado por ellos al completo, “los más vendidos son el típico de crujiente que hacemos con almendra de La Rioja, el de yema o de Whisky”. Y poniéndole un toque divertido, David ha creado un trampoantojo “que parece un chorizo pero, cuando lo cortas, descubres que está hecho de chocolate puro al 70 por ciento con fruta de la pasión y mango, aceite del trujal de Galilea y fusionado con alegría riojana. Te lo tomas de postre, con un vinito y está muy rico”.

Y no podían faltar las recetas de la abuela. Esos productos que ya por desgracia en muchas casas no existen pero que no deben caer en el olvido. “Hacemos bolsitas de garrapiñadas. Cuesta elaborarlas, pero el sabor de siempre se sigue pidiendo”, indica Eduardo. Además, guirlacha, y como no podía ser de otra forma, al estilo de la abuela. “Lo elaboramos manualmente para partirlo como antiguamente, de modo que cada trozo es diferente y desigual”.

Navidad, esa época dulce que una pandemia no será capaz de amargar porque “aquí seguiremos los pasteleros y panaderos artesanales de siempre ayudando al pequeño comercio local y, por supuesto manteniendo un oficio que por desgracia está tendiendo a desaparecer pero que endulza a todos y cada uno de nosotros”.

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