Es la única hortaliza que porta un sello de calidad y eso que La Rioja es considerada una de las principales huertas del país. Algo tendrá la Coliflor de Calahorra que no cesa en su afán de fortalecer la marca de un producto que resiste a las inclemencias del tiempo y de los mercados. Un total de 42 hectáreas se reparten entre los términos de Rincón de Soto y Alfaro (anteriormente Calahorra también estaba adherida) y conforman la Indicación Geográfica Protegida Coliflor de Calahorra creada en 2003.
Es la SAT Valle de Rincón la encargada de velar por su desarrollo convirtiéndose en el único centro de comercialización de este género. De la veintena de productores que a día de hoy cultivan esta planta la mayoría lo hace con pequeñas superficies. David Pinilla es el presidente de la Asociación Coliflor de Calahorra y recuerda cuando hace seis años se adentró como joven agricultor en esta aventura de la coliflor con una explotación de 2,5 hectáreas.
“Mis comienzos con esta planta coincidieron con una temporada de plagas, por lo que fueron unos inicios complicados”, relata el agricultor riojabajeño mientras también pone a prueba todos sus sentidos para sacar adelante un año más la campaña de la pera, que ocupa gran parte de su tiempo durante estas jornadas. Pero no desistió porque sabe que la agricultura es lo suyo.
Reconoce que la asociación se sostiene sobre la línea de querer ampliar el número de operadores y hectáreas cultivadas y abordar un mercado limitado que no siempre puede hacer frente a la abundante oferta. «A veces hay que ir en busca de compradores y otros años te las quitan de las manos, pero el estar dentro de la marca de calidad te hace comprometerte con un control de calidad y sanidad que el comprador y el consumidor saben apreciar porque les aseguras que este producto va a ser de primera».
Cada vez son menos los campos de Rincón de Soto y Alfaro que lucen desiertos de vegetación a la espera de comenzar a mostrar las primeras hojas. Las variedades de esta hortaliza van por días (entre 80 y hasta más de 200 jornadas entre que se siembran y se recogen), por lo que la recolección se prolonga entre los meses de octubre y abril. Patxi, uno de los representantes de este producto que contribuye con su cultivo a su desarrollo y también miembro de la junta de la SAT, ya tiene varias de sus fincas con hileras de coliflores bien vistosas.
Ha dejado aparcado el tractor con el remolque antes de regresar a cargar los palés de peras para recorrer una de esas parcelas de algo más de dos fanegas de coliflores: «Ahora son días muy ajetreados en Rincón, pero estas plantas hay que tratarlas», señala mientras palpa una de las hojas y observa pequeños agujeros ocasionados por gusanos.
En la asociación llevan años atisbando cierto interés desde el sector agrícola más juvenil hacia esta hortaliza como una forma de fijar población y potenciar el desarrollo del territorio con un producto de ‘kilómetro 0’. David es ejemplo de esta figura que en su día quiso poner su granito de arena para trabajar por una marca que gana terreno, mientras que Patxi refleja el valor de la experiencia en un cultivo cuyas ventas están aseguradas por unos parámetros de calidad que se garantizan al pertenecer a una IGP.
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