Seguramente no haya una fecha más sencilla para recordar dónde estabas que marzo de 2020. A menos que fueses personal sanitario, lo más probable es que te encontraras en tu casa, confinado por la pandemia del coronavirus, que por entonces comenzaba a asomar la patita.
La postal de nuestras vidas se limitaba entonces a la visión de la calle desde nuestras ventanas y balcones, donde pasábamos el tiempo libre que nos dejaba el teletrabajo. Y más allá de nuestros vecinos curioseando como nosotros, poco más interesante había que ver en una vía pública gobernada por la soledad y el silencio roto por las sirenas de las ambulancias.
¿Te has preguntado alguna vez cómo nos vería un astronauta desde el espacio exterior? Pues los vecinos de Logroño (los de otras localidades riojanas tendrán que seguir esperando) ya conocen la respuesta, gracias a la última actualización de Google Earth. El programa, que permite viajar por todo el planeta sin despegarse de la pantalla, ha incorporado a su función de imágenes históricas las que capturaron los satélites en marzo de 2020, cuando todos estábamos confinados en nuestros hogares. Y se nota, vaya si se nota.
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En pocas ocasiones se da la circunstancia de que ni un solo peatón transite por la Plaza del Ayuntamiento, como se aprecia en la imagen superior. En la esquina superior derecha, además, otro signo del confinamiento: el recreo de Escolapios completamente vacío.
Tampoco es habitual otear el Espolón y no vislumbrar ni un alma (por las sombras, la toma del satélite se realizó en torno al mediodía). Lo mismo sucede con la Gran Vía, principal arteria de comunicación de la capital, por la que apenas transitaban vehículos durante aquellos duros días.
También impacta siguiente imagen: la estación de autobuses aparece completamente huérfana de vehículos en sus dársenas, ya que las líneas activas en las primeras semanas de confinamiento eran anecdóticas.
Y por último, otro detalle que evidencia que la captura del satélite data de los albores de la pandemia: en el aparcamiento del CIBIR asoma una pequeña carpa amarilla por la que, desde entonces, desfilarían decenas de miles de riojanos para someterse al test del COVID.
