Empresas

Rómulo, el precursor de los vaqueros en Logroño, baja la persiana 37 años después

Ha llegado el momento. “La vida te enseña que no hay nada definitivo, y Rómulo, dentro de pocos meses, estará cerrado”. Ha costado tomar la decisión porque “un negocio es como un hijo para ti, que te da satisfacciones y disgustos, pero es parte de tu vida y es difícil poner punto final”.

Félix Mayoral, propietario de Rómulo ha colgado ya el cartel de ‘liquidación por cese de negocio’ en el escaparate de un comercio que nació en Logroño hace 37 años. “Fue nuestra segunda tienda después de Luomo. Vimos que el primer proyecto funcionaba, que había campo y que el espacio se nos quedaba corto para todo el producto que queríamos tener, así que pusimos en marcha otro negocio que complementara al que ya teníamos”, explica.

Pero hubo un punto de inflexión que le dio a Rómulo un toque de distinción: los ‘jeans’ fueron el secreto. “Ahora hablar de vaqueros es algo habitual, pero hace 40 años no era una prenda cotidiana en este país y no los llevaba todo el mundo. El que quería ser un poco diferente no vestía precisamente ‘jeans’, pero en Europa ya estaban despuntando y decidimos cambiar el chip y montar una tienda más ‘sport’, más casual y más urbana y la decisión fue la correcta porque funcionó muy bien”.

Ambos negocios eran totalmente independientes. El primero sobresalía por su trabajo de sastrería: trajes de ceremonia y ropa ‘de vestir’, pero su hermana pequeña tomó un rumbo más transgresor desde el minuto uno y trajo a Logroño el color y la vida. “Eran tiempos grises. Vivíamos en un país en blanco y negro pero había gente joven que quería otra cosa, salir de ese ambiente ‘carca’ y buscar más allá”. En otros países de Europa ya había otro sentir y “yo viajaba bastante. Nuestro éxito fue reflejarnos en Italia. Viajábamos varias veces al año y nos dábamos cuenta de que allí era todo nuevo y aquí nos habíamos quedado atrás”, subraya Mayoral.

Pero no todo dura para siempre y, pese a que Rómulo ha ido de la mano de la moda, incluso un paso por delante, “ha llegado el momento de decir adiós”. Félix confiesa que es más una decisión personal y qué duda cabe de que la pandemia ha acelerado el desenlace. “Si tuviera menos años igual hubiera intentado continuar, pero son muchos los impedimentos con los que nos estamos encontrando y nadie nos ayuda. Es muy difícil levantarte todos los días, trabajar y ver que las cuentas no salen”.

Dicen que la esperanza es lo último que se pierde y que vendrán tiempos mejores, pero “respecto a nuestro sector, creo que cuando acabe la pandemia el comercio seguirá con los mismos problemas; sobre todo, con la falta de facturación”. Mayoral reconoce que no es un negocio fácil, pero “nosotros hemos sido un ejemplo de constancia y esfuerzo. Lo nuestro ha sido picar piedra”.

Además, destaca que en Logroño hay tiendas que serían la envidia de cualquier ciudad y persona que valore la moda. “Hay ropa de primer nivel y el que se quiera comprar las mejores marcas y lo más puntero lo tiene, pero desde que llegó el fenómeno Inditex es todo muy estándar aquí, en Cuenca y en Madrid. Empezamos a tener en todos los sitios lo mismo porque los que marcan la moda no somos las multimarcas, sino Inditex, y ese es el gran cambio que ha sufrido el sector”, lamenta.

Y por si esto fuera poco, llegan plataformas como Amazon o cientos de tiendas online. “Está muy bien para comprarte un aparato electrónico pero, ¿la ropa? En primer lugar, los colores que se ven en las pantallas no tienen nada que ver con la realidad y eso es un matiz definitivo. Además, la textura. El tocar la prenda y sobre todo el sentirla no se consigue comprando por Internet, bueno sí, haciendo diez devoluciones…”. Y si a esto le añades “el trato personalizado de los dependientes, que tratamos de transmitir la moda que va a venir y nos encargamos de hacer una selección de tendencias…”.

Félix reconoce que está buscando una ‘retirada’ “y tengo que ir quitándome cosas; más cuando restas, restas y no encuentras solución”. Se despide así una de las tiendas que acompañó a Logroño en el camino del cambio y de la moda, “aunque reconozco que costó”.

Subir