Agricultura

El envero del cereal llega falto de humedad a las puertas de la cosecha

El cereal riojano, falto de humedad a las puertas de la recogida

La puerta de mayo se cierra con la llave que guarda los meses clave para la prosperidad de la tierra. Esta vez, junio arranca con poca humedad en el cereal, muy lejos de los más de 300 litros que se arrojaron durante abril y mayo del pasado año. La lluvia de estos dos últimos meses ha caído de forma intermitente y sin gran abundancia, a excepción de aquellas jornadas de mediados de mayo que ayudaron a salvar la campaña con copiosas tormentas.

“El año pasado sobró agua y este ha faltado, sobre todo en el momento de nascencia del cereal. Las precipitaciones de invierno, aunque bienvenidas, no han sido suficientes, ya que hubieran hecho falta unos 60 u 80 litros más durante la primavera”, matiza el responsable del almacén Garu en Ausejo, Luis Miguel Ezquerro, señalando que en esta zona de La Rioja se han registrado unos 70 u 80 litros.

Aquellos días en los que ‘Lorenzo’ y el viento del bochorno se posaron sobre La Rioja han derivado en un cambio en la paleta de colores de los campos, pasando del verde intenso a uno más amarillento. El envero del cereal ya ha comenzado por La Rioja Baja y Media y los agricultores esperan arrancar máquinas para finales de junio, “aunque alguna cebada temprana puede que se coseche para mediados de mes”.

Es prematuro aventurarse a pronosticar una buena o mala cosecha, “pero está claro que viene menos cantidad que el año pasado”. Para hablar de la calidad del grano cabe recordar cómo la anterior campaña se caracterizó por una reducción del peso específico: “El balance de 2020 dejó unos almacenes con más paja que grano. Se recogió menos de lo esperado y un remolque que debía pesar 10.000 kilos pesaba realmente unos 8.500”.

Para esta campaña, a expensas de cómo venga el tiempo durante las próximas semanas, la calidad esperada es mayor, “aunque unas fuertes tormentas a comienzos de junio pueden provocar la proliferación de las malas hierbas y problemas de humedad en las espigas, con su consecuente retraso del inicio de campaña”.

Y mientras tanto, los males endémicos del cereal siguen su curso. Luis Miguel suele hablar del efecto ‘del Tour de Francia’: “Antes, cuando veíamos la carrera en la televisión, aparecían en imagen tractores recorriendo los campos de cereal y tratando contra enfermedades, lo que nos dejaba sorprendidos porque nosotros no sentíamos la necesidad de invertir tiempo y dinero en esta labor. Ahora ya tenemos vehículos con ruedas estrechas para adaptarnos porque, llueva mucho o haya sequía, siempre toca tratar contra los hongos”.

Durante la última década las enfermedades fúngicas se han hecho cada vez más patentes, destacando la roya y el pulgón en el trigo y la rincosporiosis en la cebada. “Ya hay que actuar en todo, sobre todo en los trigos, porque hasta las variedades más rústicas lo necesitan. En cambio, en las cebadas influye más si son variedades de nueva generación, las cuales resisten menos la incidencia de los hongos”, apunta el responsable del almacén Garu.

Las consecuencias son una mayor inversión de tiempo pero también de dinero: “Hay tratamientos que rondan entre los 12 y los 60 euros por hectárea, pero no en todas las zonas es igual de rentable aplicar esos productos más caros, aunque sean a su vez más eficaces, porque las tierras más secas no sacan gran producción. En La Rioja Baja, por ejemplo, no compensa dejarte 50 euros por hectárea en tratar una finca si no vas a sacar los kilos suficientes. Esto no es la Bureba, donde recogen 8.500 kilos/ha, mientras que aquí un año normal rondamos los 3.o00-4.000 kilos”.

Sin espigar

En La Rioja Alta han echado ya las últimas manos de tratamientos. “El último desembolso, por si finalmente vienen lluvias y resulta una cosecha normal. Pero la falta de lluvias generosas que venimos arrastrando desde marzo ha fastidiado todo y puede que desemboque en un desastre con una merma importante en la producción”, apunta desde Foncea el agricultor Óscar Salazar.

El cereal en la zona más húmeda de la región todavía está sin espigar, pero las previsiones tampoco son optimistas: “Todo dependerá de lo que se prolonguen estos días de calor y bochorno y de que vengan nuevas lluvias en junio porque, si no, pronto veremos corros en las parcelas”.

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