La Rioja

Un mes con las residencias riojanas libres de COVID

Ha sido uno de los lugares en el que la pandemia ha golpeado con más fuerza en La Rioja y en el resto del país. Los primeros casos llegaban casi antes de que el resto de la población se enterara de que había un virus que nos cambiaría la forma de vida 180 grados. Después llegó el caos. Los cambios de protocolos, la falta de material de protección, los abuelos enfermos, sus cuidadores también.

Llegó la UME para la sectorización de las residencias; cambios de camas en plantas, buscando la seguridad para los usuarios. Y al final, llegaron los brotes (son pocas las residencias riojanas que se han librado de uno de ellos en alguna de las tres olas), el miedo, la angustia, un encierro que los abuelos no comprendían y la falta de visitas, la soledad, la incomprensión, el aislamiento. Muchos de ellos ni siquiera sabían lo que pasaba fuera y la muerte fue la terrible compañera de las residencias riojanas en las que han perdido la vida un total de 300 mayores desde que comenzó la pandemia.

La mayoría de los fallecimientos llegaron en la primera ola. En torno a 200 vidas se perdieron en estos centros hasta el mes de mayo del año pasado. Después serían 86 hasta el pasado 28 de enero que se registró la primera muerte en residencias de esta tercera ola. A día de hoy, a la lista hay que sumar 14 personas más que fallecerían en el tercer tsunami de la pandemia.

Un mes y un día antes de ese primer fallecimiento de la tercera ola, como si fuese una ‘dulce condena’, en Haro, donde todo había comenzado allá por el mes de marzo, empezaría el principio del fin para ellos con la vacunación de la primera residencia de mayores. En las traseras de la plaza de toros jarrera, apenas 800 metros de las calles Arrabal y Conde de Haro (epicentro de aquel primer brote de marzo), la residencia Madre de Dios vacunaba a Javier y a Julia. Junto a ellos, otros 18 usuarios del centro y una decena de empleados se convirtieron en los primeros riojanos en recibir el regalo navideño más esperado. Fueron los primeros pero no los únicos.

En casi dos meses y con la tercera ola en pleno auge, se completaba la vacunación de los usuarios de las 33 residencias riojanas. Siguió habiendo contagios mientras se inoculaban las últimas dosis y también hubo fallecidos, pero el pasado 23 de febrero fue la última vez que las residencias riojanas tuvieron un caso de COVID entre sus usuarios. A pesar de las medidas de flexibilidad que ya permiten que los familiares puedan ir a visitarles, que algunos de ellos puedan salir por fin a la calle, o que hayan vuelto las risas y las noticias de los seres más queridos, las vacunas han conseguido que un mes después las residencias riojanas sigan sin un solo caso. La dulce condena que marca el camino para el resto y que demuestra que la vacunación es la principal arma con la que contamos para que todo esto se acabe, como parece que ya ha acabado en las residencias.

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