CARTA AL DIRECTOR

Carta al director: ‘Velatorio por el comercio logroñés’

Es lunes. Son las 8 menos cinco de la tarde y camino por el Paseo de las Cien Tiendas. Todo está callado, oscuro, silencioso como en mitad de un bosque, aunque no hay árboles y no se oyen los sonidos rítmicos de la naturaleza, pero este silencio es diferente, es el sonido angustioso que ensordece los funerales. Soy consciente de que estoy presenciando el velatorio del pequeño comercio logroñés y con él, el de un modelo de ciudad que valoro profundamente.

Entre Doctores Castroviejo y Calvo Sotelo ya tililan las primeras velas y al llegar a Bolsos Maribel antes de girar por Juan XXIII, ya se oyen las primeras palmadas de queja de los comerciantes, a los que siento frustrados, tristes, cabreados, contenidos a duras penas.

Veo la ciudad maniatada por las decisiones de los políticos de turno y comparto la sensación de incoherencia frustrante de la que me hablan los comerciantes, porque tras la decisión de cierre del pequeño comercio no encuentro motivos de salud pública, no entienden, y yo tampoco, qué mayor riesgo supone la apertura de un comercio de ropa o zapatos, donde su titular vela por el cumplimiento del aforo, la mascarilla y las manos limpias, frente a la apertura de una empresa donde los trabajadores se encuentran para trabajar.

No veo qué mayor riesgo para la salud pública supone la apertura de un comercio de flores o perfumes, que abrir una administración de lotería o un estanco y solo pienso que a éstos últimos se les permite abrir porque recaudan impuestos y nada que ver tiene la salud pública, ni con la apertura de éstos, ni con el cierre de aquellos.

No veo qué mayor riesgo supone para la salud pública la apertura de un librero que quizá atienda en un buen día a diez clientes, que la de un colegio donde cientos de niños se encuentran.

No veo cómo pueden ordenar sin argumentos concretos y coherentes a cientos de personas que no trabajen y cobrarles los correspondientes impuestos como si estuvieran trabajando.

No veo cómo puede resistirse pacíficamente la comparación entre ciudadanos de primera a los que suben el sueldo sin medida alguna de su productividad, frente a los ciudadanos de tercera a los que obligan a no trabajar y a pagar al erario público para costear, por ejemplo, el sueldo de aquellos funcionarios que gobiernan.

No veo pero presiento, que las velas del velatorio de este lunes incendiarán las decisiones de los “comerciantes sin comercio” el viernes o la semana que viene, porque el colmo de la soberbia de nuestros responsables políticos es no escuchar siquiera a quienes llaman a su puerta pidiendo una explicación, sobre decisiones que les privan del derecho fundamental al trabajo y les abocan a la ruina.

Vedar el trabajo y el pan sin un argumento bien fundado ha encendido muchas velas este lunes, para evitar el incendio será necesario salir de palacio y hablar con la “plebe”, porque cuando la política desatiende las llamadas de aquellos a quienes gobierna, algo inquietante se fragua y si no lo oyen señores, es que han perdido el pulso a la realidad que nos asfixia y que está a punto de estallar para demasiados.

*Puedes enviar tu ‘Carta al director’ a través del correo electrónico o al WhatsApp 602262881.

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