Crisis del Coronavirus

“Somos esenciales porque no solo somos un servicio de belleza, sino de higiene”

Viernes 22 de enero. La Rioja vuelve a estar “cerrada”. Pero esta vez, las cosas han cambiado. Los que una vez fueron esenciales, ahora no lo son. Hablamos de las peluquerías, negocios que desde esa fecha no pueden abrir sus salones – es la única comunidad en la que permaneces cerrados- pero sí realizar servicios a domicilio.

La polémica está servida: ¿las peluquerías son prestaciones esenciales? “Por supuesto que sí, porque ya no solo somos un servicio de belleza, sino de higiene”, explica Rosa García, propietaria de Fama Peluquería y Belleza, en Logroño. “Habría que preguntarle a los políticos si realmente somos esenciales o no, porque, excepto el señor Simón, los demás van todos ‘peinaditos y maquilladitas'”. Además, Rosa hace referencia a las personas mayores, para las que “es una costumbre venir todas las semanas por higiene, porque ellas solas no pueden lavarse el pelo”.

De la misma opinión es Eva González, de Makeover Logroño, quien sostiene que es una cuestión de aseo personal. “Vas al banco y te atiende una chica que está muy perfumada, va súper limpia y seguro que tiene la casa impoluta, pero tú solo te fijas en su raíz o en las patillas que le sobresalen a su compañero por las gafas”.

Ambas recuerdan que para poder abrir tras el primer ‘encierro’ tuvieron que hacer una gran inversión en mamparas, gel, alfombras desinfectantes…, “cambiamos hasta nuestra forma de trabajo”, coinciden. Por ello ahora los espacios están más que preparados para recibir a los clientes. “En nuestros salones ofrecemos una seguridad que en los domicilios no hay”, señala Rosa.

La peluquera, ¿me abre?

No son todas las peluquerías las que han decidido seguir trabajando a domicilio. “Nosotros estamos haciendo servicios muy limitados a clientes habituales. Muchos de los que tenían reserva han anulado la cita porque dicen que se sienten más seguros en la peluquería”, señala Eva.

Para Rosa, esta labor pretende fidelizar a las clientas y “demostrarles nuestro compromiso con ellas. A nosotras también nos supone un esfuerzo, no solo por el traslado o cargar con dos maletas para ir bien preparadas, sino porque el trabajo no se hace igual. Ni te cuento lo cómodo que es lavar el pelo en una fregadera… ni para la clienta ni para mí”.

Y como en todo, ‘cada maestrillo tiene su librillo’. Eva prepara su maleta como “para irme un mes de vacaciones”; para cuando llega al domicilio la clienta ya se ha lavado el pelo si se va a cortar y antes de llegar le advierte de que no haya nadie más en casa y que esté todo ventilado. Una vez en el domicilio,  con todo el material desechable y las mascarillas puestas, “le doy el tinte. Hay algunos que no necesitamos controlar porque son tiempos de exposición concretos (30 0 40 minutos), doy la aplicación y durante ese rato me bajo a la calle y subo justos para darle unos guantes y que se lave la cabeza”. Lo importante es reducir el tiempo de contacto.

Otra opción a la que recurren muchas clientas “es que yo les prepare la mezcla del tinte y ellas la recojan en la peluquería o se las lleve a casa. Ellas mismas se lo dan en casa siguiendo unas instrucciones que les detallo”, indica Rosa.

Lo que está provocando este tipo de servicio es el fomento de una economía sumergida. “Hay mucha gente que se dedica a esto a lo largo del año y están más preparadas para estos servicios, porque ya cuentan con sus lava cabezas y sus medios. Nosotros ahora no podemos volver a invertir de nuevo en material porque nuestro fin es trabajar en las peluquerías, pero mientras estas personas trabajan igual, nosotros seguimos pagando impuestos e IVA”, declara Rosa.

Futuro incierto

Como todos los sectores, la pandemia está haciendo mella en las peluquerías. “Además de lo invertido el año pasado estamos pagando barbaridades por los productos desechables. Una caja de guantes la comprabas antes por 4 euros, ahora 12, 15… Las capas de tinte, antes por un euro y pico 50 capas, ahora 5 euros. No son grandes cantidades pero si vas sumando… Y tampoco puedes incrementar el servicio en función de todo eso porque no sería justo, la gente está en muy malas condiciones”, advierte Rosa. “De seguir así, esto nos va a llevar a la ruina”.

Las dos profesionales admiten estar indignadas. “¿Por qué La Rioja es la única comunidad que mantiene sus salones cerrados?”, pregunta Eva. “La seguridad real está en nuestras peluquerías y no en los domicilios”.

Para Rosa este va a ser otro año perdido. “La gente cada vez está más debilitada económicamente y las olas no se dejan de suceder. Ahora nuevas cepas y la incertidumbre de la vacuna. Por no hablar de las ayudas invisibles que estamos recibiendo. Se llenan la boca con tanta ayuda pero no llega. Que se haga un reparto o se paralicen los autónomos, que rebajen el IVA, pero que atajen en algo”.

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