La Rioja

De la granja a casa: “Un chamarito a domicilio, por favor”

Raquel Sáenz, miembro de la ganadería familiar Los Peñascales

La llegada de la pandemia solo hizo acelerar la digitalización del negocio ganadero de Los Peñascales, en Jalón de Cameros, aunque la idea de la venta directa vía redes sociales llevaba mucho tiempo en la cabeza de los miembros de esta granja familiar. Un camión isotermo adquirido el pasado año permitió dar rienda suelta a su afán de recorrerse las localidades de La Rioja para acercar su cordero chamarito a los hogares en los meses más duros.

Raquel Sáenz, miembro de la granja familiar y experta en esta única raza autóctona de ovino en La Rioja, insiste en que “lo que más cuesta es que la gente pruebe y deguste por primera vez, que valore tu producto porque, una vez te conocen, poco más tienes que hacer”. Una vez dado ese primer paso, los clientes repiten “porque la calidad está ahí y lo saben”. Así que para Nochebuena ya está todo vendido y para la cena de Nochevieja falta poco.

La página web está todavía en construcción (la pandemia obligó a fijar otros planes y “reinventarse”), pero la venta a través de Facebook, WhatsApp o Instagram, y sobre todo por el boca a boca, ha generado una cartera de clientes importante para la Ganadería Los Peñascales. Un público riojano, eso sí, porque la familia de Jalón de Cameros pretende fomentar un producto riojano que no salga de sus fronteras.

“El cordero chamarito, tristemente, ha salido muchas veces fuera del mercado riojano, con destinos como Segovia, donde tienen costumbre de comer un cordero pequeño. Pero se trata de promocionar cien por cien la venta directa, una forma de crear valor de la propia zona”, remarca.

“La gente de La Rioja, en cambio, no tiene costumbre de consumir un cordero lechal pequeño. Lo conocen poco y  suelen ser reacios a ese sabor, recordando su semejanza con una digestión fuerte y pesada. Pero nuestro cordero chamarito, de 4,5 o 5 kilos no tiene competidores. Durante los meses de primavera y verano trabajamos duro y dimos salida a todo el género sin problema gracias a la confianza del público”, explica Raquel. Concretamente entre 300 y 400 piezas vendidas.

Ahora, para las fechas navideñas, simplemente solo han tenido que contactar con ellos. Estiman que serán algunas menos, entre 200 y 300, pero se dará salida a toda la producción también: “Mientras antes, durante el estado de alarma, llevábamos los pedidos a domicilio porque la gente tenía miedo de salir; ahora acuden a nosotros. El sentido ha cambiado pero el trato es igual”. Este año la campaña que ha movido mayor volumen de género ha sido la primavera, cuando más ovejas parieron, pero cada año se alterna.

Raquel, que describe cómo se crió “entre ovejas”, busca esa revalorización de un “sabor inconfundible”, que se diferencia del resto de corderos más grandes en su textura: “Es como comparar el jamón ibérico con el de pata blanca. Esas vetas blancas que tiene entre las texturas de la carne es lo que le diferencia de otro tipo de animal, como puede ser el cordero merino”. Junto a Los Peñascales, hay otros trece ganadero productores de esta raza autóctona, pero Raquel estima que la mayoría echa mano de intermediarios.

En su cabaña de 1.100 ovejas han defendido desde siempre esos canales de venta directa y ahora más que nunca esa artesanía gastronómica está ocupando muchas de las mesas riojanas. El próximo reto de esta granja familiar es llegar a esos mismos hogares (o más) con el género preasado, a falta de un último calentón.

“Es lo que la sociedad cada vez demanda más porque las tendencias están cambiando, ya se cocina menos, el tiempo es más limitado y la gente demanda un producto que implique poco trabajo. Se trata de adaptarnos para ser más competitivos en el mercado. Si no te quedas obsoleto y, aunque parezca que en la ganadería no hay cabida para la innovación, debemos innovar para adaptarnos a los nuevos mercados”, incide Raquel. Chamarito a domicilio, por favor.

Raquel Sáenz, en la Feria Internacional de Turismo (Fitur).

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