UD Logroñés

El Logroñés rasca un empate en Málaga que le sabe a poco

Llega la Navidad. Días familiares. Reencuentros felices. Regalos. Nieve y frío. Vuelta a casa. La época más entrañable del año, aunque en este 2020 nada es como lo habíamos conocido hasta la fecha. Incluido el fútbol en La Rioja, que desde el pasado mes de julio cuenta con un equipo en LaLiga Smartbank. Ascendió en Málaga y desde entonces ha convertido su estadio en su lugar de más bonito recuerdo. Su campo fetiche. La ciudad en la que fue feliz. ‘El espíritu de La Rosaleda’.

A orillas del Mar Mediterráneo, en la tierra de los espetos y Antonio Banderas, el Logroñés tiene sus mejores fotos. No son de vacaciones sino de su mayor gesta deportiva. Entonces era equipo de Segunda B. Ahora es equipo de Segunda División. Y este domingo ha vuelto a recibir una dosis de realidad sobre la categoría de plata y sus dificultades para puntuar. Un empate (0-0) que sabe a poco por haber jugado once contra diez durante más de una hora.

El VAR ha dinamitado la primera parte en el minuto 36 y, por ende, el resto del partido. Una falta a favor del Málaga, tras la revisión de Moreno Aragón, ha finalizado con la expulsión de Rahmani por un golpe sobre Iñaki. El conjunto costasoleño ha quedado entonces a merced de la escuadra riojana. Un vendaval continuo sobre la portería de Dani Barrio que a punto ha estado de abrir el marcador. Sin éxito aunque con buenas sensaciones en el cuerpo hasta el paso por los vestuarios.

La mejor ocasión ha sido para la zurda de Andy al filo del descanso, aunque ha acabado golpeando en el poste. Hasta entonces, un intercambio de golpes entre dos equipos llenos de urgencias para alejar sus fantasmas propios. Los locales porque no ganan en La Rosaleda desde el mes de octubre, acuciados por las bajas, y los visitantes porque llegaban al choque con seis derrotas consecutivas en su mochila (cinco en liga y la eliminación copera frente al Amorebieta).

Pese a la superioridad númerica sobre el césped, el Logroñés no ha mostrado peligro tras la reanudación. Ni por el centro ni por las bandas. Ni por arriba ni por abajo. El reloj ha ido descontando minutos mientras las ideas blanquirrojas se han ido diluyendo cual azucarillo en el café mañanero. Poco a poco. La desperación a cámara lenta. A la vez que el Málaga se quedaba sin fuerzas, los blanquirrojos ocupaban más espacio sobre el campo. Más balon, misma profundidad.

Sergio Rodríguez ha buscado en el banquillo la revolución silenciosa. Paulino y Bogusz han sido los primeros en abandonar el terreno de juego para que Roni y Siddiki volvieran al césped donde fueron felices en verano. Sin embargo, atrás quedan los días de sol y playa. Con la llegada del invierno también han llegado las dudas al Logroñés, que logró seis victorias consecutivas y ahora suelta sangre, sudor y lágrimas para puntuar.

Lo ha intentado también el técnico con Ander Vitoria y Zelu, que han sustituido a Leo Ruiz y Lander Olaetxea en el minuto 75, pero los blanquirrojos han continuado sin crear el peligro necesario para doblegar al Málaga. Y sin ocasiones a favor es imposible ganar los partidos. Atrás quedan también esos días en los que el Logroñés marcaba fabricando medias ocasiones (gol anulado a Ander Vitoria en el 82 por fuera de juego, revisado por el VAR).

Cosas del fútbol, las rachas y las dinámicas. Ahora toca la del sufrir. Un punto de los últimos dieciocho posibles en liga, aunque el colchón conseguido ante Oviedo, Alcorcón, Cartagena, Sabadell, Tenerife y Albacete hace que La Rioja pueda comer el turrón con tranquilidad. El Logroñés despide el año con un empate. Su año más feliz, aunque este no haya tenido la guinda perfecta frente al Málaga. Adiós al espíritu de La Rosaleda. Hola a la realidad.

Subir