UD Logroñés

El Logroñés suma su cuarta derrota consecutiva al caer en Girona (2-0)

La realidad ha vuelto a abofetear este jueves al Logroñés. Otro jarro de agua fría para todos aquellos que se las prometían muy felices después de seis victorias consecutivas y pensaban que el equipo ya estaba adaptado a Segunda División. El triunfo del Girona (2-0) con dos goles de Stuani deja al equipo riojano con su cuarta derrota consecutiva en sólo once días, pese a hacer un partido más que digno. La dureza de la categoría de plata. La navaja que ya no brilla tanto. El mascar piedras antes de comer caviar.

En la primera parte, la mejor noticia para los blanquirrojos es que no ha habido noticias. Sin goles ni apenas peligro sobre la portería del debutante Dani Giménez, el Logroñés ha aguantado 45 minutos ante el Girona para volver a ser ese equipo serio en defensa que había demostrado hace un mes. Tan serio que no le ha importado partirse la cara (literalmente) en busca de cualquier balón con el que inquietar a Juan Carlos.

Lo ha intentado Bobadilla por dos veces de cabeza hasta que la zaga catalana le ha dicho “basta”. El primer remate, al costado izquierdo de la portería tras una fenomenal falta botada por Iñaki desde treinta metros. En el segundo, a sangrar de la nariz tras un fuerte choque con el codo de calavera. Todos hemos sido el central najerino en ese momento como todos fuimos Piqué en el Mundial de Sudáfrica contra Honduras.

Las guerras son así. O matas o te matan. Y la ‘banda de la navaja’ lo sabe. Lucha cuerpo a cuerpo. De sol a sol. Sin descanso. Un despiste y tus ojos se tornan en blanco antes de cerrarse para siempre. Un par de exhalaciones agonizantes, un par de palabras forzadas como despedida y “c’est fini”. C’est la vie. Por eso, Sergio Rodríguez ha vuelto a plantear una defensa de cinco (Iago, Bobadilla, Álex Pérez, Clemente e Iñaki) para frenar a Samu Sáiz, Stuani, Gumbau y Mamadou Sylla.

Una hora ha durado el plan. Lo sabía el técnico blanquirrojo. Lo sabía el Logroñés. Lo sabía su afición. Lo sabía el Girona. Lo sabía hasta Donald Trump en plena demencia electoral. No había nadie en la faz de la tierra que no lo supiera. En la primera aparición seria de Stuani, primer gol para los locales. Navajazo a los navajeros. Álex Pérez evita un córner golpeando el balón hacia el cielo catalán, Joel Bárcenas lo cabecea hacia el delantero uruguayo y este clava su estilete en la red de Dani Giménez.

Corría entonces el minuto 57. El Logroñés había conseguido quitarse la presión del Girona y comenzaba a gozar de ocasiones. Buenos minutos para los blanquirrojos. Los mejores. Y entonces han visto la trampa. Al ir a buscar la victoria, un error defensivo con un partido roto se paga caro. Y del 1-0 al 2-0 en apenas un suspiro. Asistencia de Sylla a Stuani para clavar el segundo navajazo directo al corazón. “C’est fini”.

Para colmo de males, Ander Vitoria acortaba distancias y animaba el partido. ¿El problema? Olaetxea anulaba su gol al tocar el esférico en posición de fuera de juego. No habría hecho falta la ‘ayuda’ del centrocampista vasco, pero no ha podido evitar ir a por la pelota. No lo ha visto el colegiado, sí el VAR. La vida. La muerte. La Segunda División. Y el domingo toca recibir al Espanyol en Las Gaunas.

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