La Rioja

La Golosina, paraíso para golmajos

Fuera de La Rioja posiblemente nadie sabrá lo que le estás llamando si le dices ‘golmajo’. Puede que te lleves una sonrisa o si tienes menos suerte… Golmajería es la manera de denominar a los dulces riojanos -término que se utiliza, sobre todo, en La Rioja Baja- y, por extensión, al establecimiento que los expende.

En Logroño, la golmajería por excelencia es La Golosina, un negocio abierto en pleno centro de la ciudad desde 1946. Fundada por Celestino Ramírez y su mujer, Lucía Arancón, la tienda va ya por su tercera generación. “Tras ellos se hizo cargo su hijo y ahora estoy yo, que no soy de la familia pero como si lo fuera, porque llevo trabajando con ellos desde que tenía 14 años”, cuenta Isabel Abad, actual propietaria de La Golosina.

Desde su apertura mantiene el mismo nombre y la misma estructura de negocio. “Cuando entré a trabajar no había tantísima oferta, pero todo lo que se sacaba se vendía. Con el paso del tiempo empezamos a meter otro tipo de artículos, como los souvenirs, porque lo demandaban los propios clientes”. El comercio ha ido evolucionando, y con él la entrada de más productos, siempre típicos riojanos, y la presencia en redes sociales. “No tenemos tienda online, pero si nos piden encargos los enviamos sin problema. Y las redes sociales nos sirven para llegar a más público”.

Los más ‘golmajos’ o golosos tienen su paraíso en esta clásica tienda de Logroño. ¿Quién no recuerda esos caramelos de café con leche con un sabor contundente que se pegaban al paladar o a los dientes? Eso que ahora los modernos llaman toffee son las tradicionales pastillas que nacieron en Logroño en 1925 y que durante muchos años se vendían en numerosos establecimientos de La Rioja pero que hoy, quitando La Golosina, son casi imposibles de encontrar.

Otro de los productos típicos que ofrece esta golmajería son los fardelejos, esa fina capa de hojaldre con un delicioso relleno de almendra y huevo que cientos de turistas vienen buscando con ansia “porque durante otro viaje los compraron o porque algún familiar o amigo les ha regalado y se han quedado con ganas de más”. Junto a ellos, los mazapanes y turrones riojanos que se venden durante todo el año. “Eso el lo bueno que tienen estos productos, al ser típicos de la región, los turistas los compran durante todo el año”.

Además, las conservas tienen su espacio en las estanterías de este histórico local junto con los patés, las menestras, alcachofas, espárragos, o aceites entre otros. “Todo riojano, junto con nuestro propio guirlache de almendras. Está claro que lo que en un primer momento más se puede vender son los dulces, pero la gente que entra a la tienda se pierde entre tanta oferta, y muchas veces se sorprende también de lo que tenemos y no es dulce. Son artículos que funcionan muy bien”.

La situación del negocio es privilegiada. Paso obligado para todos los turistas, la calle Portales, y para la mayoría de los logroñeses, La Golosina abre todos los días de la semana, “con el desgaste que eso conlleva. Es un trabajo esclavo pero siempre lo hemos hecho así. Antiguamente éramos de los pocos locales que abrían también los domingos en la ciudad, pero Logroño tiene gente siempre, sobre todos los fines de semana, ya sea invierno o verano”.

Isabel tiene cuerda para rato pero todo tiene un fin: “Algún día tendré que dejar esto, y no tengo hijos, pero La Golosina es un negocio muy dulce que tiene muchas novias. Yo espero que no se cierre y se convierta en un local vacío o en otro negocio, porque esto es historia viva de nuestra ciudad”.

Entrar a la golmajería hace que vuelvan a tu memoria recuerdos infinitos de tiempos pasado, para algunos irrepetibles. El paso por La Golosina es un soplo de historia riojana que nunca debería perderse. Son nuestras costumbres, nuestros productos y todo lo que eso conlleva. En definitiva, sensaciones que encierran el buen sabor de La Rioja.

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