Crisis del Coronavirus

La hostelería logroñesa ultima su cierre con ironía: “La culpa es nuestra”

La hostelería de Logroño vive este martes una tarde de triste intensidad en el interior de los locales. La mayoría de ellos ya ha comenzado a preparar el cierre obligatorio, que se prolongará durante un mes a partir de este viernes.

La patronal del sector ha mostrado su entendimiento con la drástica medida, con la que las autoridades sanitarias esperan reducir la dispara incidencia del virus en la capital riojana. “Solo cabe estar todos juntos en la defensa de la salud de los riojanos“, ha defendido Hostelería Riojana, mientras que los hosteleros de la Calle Laurel subrayan que “desde que comenzó la pandemia vuestra seguridad es nuestra prioridad número uno“.

Y a título particular, no son pocos los establecimientos de la capital riojana que han querido personalizar sus mensajes de despedida, muchos de ellos cargados de ironía y rabia por la dura medida que les toca asumir.

En La Catedral Gastrobar (calle Portales) dan las gracias “a la puta gente irresponsable que nos ha ido arruinando poco a poco; a quiene dirige este país por las ayudas que nunca llegaron (nadie se queda atrás, nos decían) y por echar a la calle a tantas familias”. Pero también trasladan “de corazón” su agradecimiento “a toda esa gente que confió en nosotros durante tanto tiempo”.

El cartel de La Catedral no es un hecho aislado este martes en Logroño. En el Pata Negra de la Laurel luce otro mensaje de despedida con tintes irónicos: “Como la hostelería tiene la culpa de todos los males nos vemos obligados a cerrar. Gracias a los grandes políticos de este Gobierno. Abrimos el 7 de noviembre”.

También desprende el cartel informativo instalado en Las Quejas (Laurel) y St. Patricks (Portales) la impotencia de sus propietarios ante un cierre que, en el mejor de los casos, se prolongará durante un mes. “Ante la imposibilidad de trabajar con unas condiciones dignas que nos permitan ganarnos la vida, cerramos hasta el 6 de noviembre”, agradeciendo a sus clientes la atención.

Ahora solo cabe esperar que la drástica medida no caiga en saco roto y se traduzca en un descenso notable de la incidencia del virus en la capital riojana, para que el año en el que menos tiempo pudieron permanecer abiertos los bares de Logroño pueda considerarse un sacrificio necesario.

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